Susana Pérez (Webos Fritos): “Estamos locos si dejamos en manos de las empresas que hacen platos preparados nuestra alimentación”

La cita es en el restaurante Joselito’s, en el barrio de Salamanca de Madrid. Le gusta el sitio: “Son buenos anfitriones y eso no tiene precio”, afirma Susana Pérez (Cuenca, 59 años), que acaba de llegar en autobús desde Guadalajara, donde reside. Abogada de profesión y cocinera de vocación, es la creadora de la marca Webos Fritos, un blog gastronómico que comenzó tímidamente en 2007 —deseaba recopilar las recetas de su madre, Julieta Martínez, y las suyas propias para sus hijas— y que se ha convertido en todo un fenómeno gracias a algo más que un lema: una verdad absoluta. Recetas fáciles que siempre salen. La Sra. Webos —así se presenta— cocina, escribe, viaja, comparte y hace lo que puede en el gimnasio. Ha publicado 15 libros, con 70 platos cada uno; ha desarrollado 1.500 recetas, y cuenta con una legión de 333.000 seguidores en Instagram.

Pregunta: Y usted solo quería dejar las recetas en herencia a sus hijas.

Respuesta: Empezó como un juego que nos tomamos en serio. Transformamos el salón de nuestra casa en un estudio, desde donde mi marido [Jesús Cerezo] empezó a hacer las fotografías. En 2010 recibimos el premio Bitácoras al mejor blog del público y de cocina. Tengo la suerte de que mi madre, que tiene 82 años y es una mujer extremadamente inteligente, con gran capacidad de trabajo, participa también en el proyecto. Formamos los tres un gran equipo y queremos seguir aprendiendo.

P. ¿Por qué cree que gustan?

R. Porque nos mostramos tal y como somos. No hay postureo. Intento transmitir que, si voy a aprender sobre un queso o un aceite de oliva, mis seguidores pueden aprender conmigo. Eso es fantasía en las redes sociales.

P. Instagram está llena de gente feliz.

R. Yo intento transmitir la parte positiva, pero, sobre todo, me muestro con naturalidad. Detrás hay honestidad. No puedo engañar a nadie ni hablar de algo que desconozco. Por eso digo que no a algunas marcas. No me gusta afirmar que algo es maravilloso porque sí. Cuando pruebo un producto, lo hago de manera natural para que la gente vea cómo funciona y cómo se adapta a mi casa.

P. ¿Se gana dinero siendo influyente?

R. Ser influyente te abre puertas, pero el hecho de tener muchos seguidores no me da dinero. Lo que me lo da son los libros y los contratos con marcas. Instagram es un escaparate espectacular. Y yo, tenga trabajo o no, siempre genero contenido.

P. ¿Son como los artistas, que están pendientes de que les suene el teléfono?

R. Eso es, pero por correo electrónico. No me angustia. Gestiono los contenidos sin parones, aunque no tenga una marca detrás. Soy una hormiguita, me planifico para no parar, y organizarme no me cuesta trabajo. En las redes sociales hay mucho entusiasmo, requieren una gran dedicación. Parece que el trabajo se hace solo. Soy muy responsable y siempre estoy formándome. Me he ido siete veranos a París a aprender repostería. Aprovecho las vacaciones para formarme.

P. ¿Sus recetas nunca fallan?

R. Después de casi 18 años no me puedo permitir improvisar. Mis recetas, siguiendo las instrucciones, tienen un porcentaje de éxito muy alto. No pueden fallar, y eso se consigue con experiencia y responsabilidad. En las recetas saladas acierto a la primera, y en repostería hago muchas, muchas pruebas. Para los macarons hice unas 200. Aunque noto que están cambiando los gustos.

P. ¿Qué demanda la gente ahora?

R. Recetas rápidas, con pocos ingredientes y poca complicación. Se busca el impacto, y yo soy una romántica. Me cuesta sumarme a eso. Hay que comer bien, con ingredientes fáciles de encontrar. Un sofrito te arregla el 50 % de una comida. Y solo se necesita ajo, cebolla, tomate y aceite de oliva. No hago recetas virales, con pocos ingredientes y siempre con queso fundente. La mayoría de la cocina en redes es así. Hay que empezar a comer bien en casa.

P. Hay que sacar tiempo para cocinar.

R. Todo el mundo dice que no tiene tiempo. No es cuestión de tiempo, sino de prioridades. Es terrible que las grandes empresas cocinen por nosotros. El otro día estuve en Mercadona, donde compro en Guadalajara, y había cola para sentarse a las mesas a comer comida preparada. Estamos locos si dejamos en manos de las empresas que hacen platos preparados nuestra alimentación.

P. ¿Tiene alguna solución?

R. Con una olla exprés se puede hacer un hervido de verduras, y tomarlo con un filete a la plancha. Tenemos que ser los jefes y las jefas de nuestros fogones, por salud y por economía. Con lo que cuesta comprar ocho croquetas de jamón, que no sabemos lo que llevan, hago en casa 60. Incluso en los restaurantes ya no se cocina.

P. Muchos tiran de productos elaborados por otros.

R. La quinta gama ha llegado para quedarse, pero también hay que pagarla. Hay mucha gente cocinando en redes, pero haciendo lo que les gusta: tacos, hamburguesas, guacamole. A pocos veo cocinar un cocido madrileño.

P. En las redes sociales también se dedica a concienciar sobre la importancia del ejercicio físico.

R. A raíz de un cáncer de mama que tuve en 2022, el oncólogo me dijo que para sobrellevar los efectos secundarios tenía que hacer ejercicio de fuerza. Siempre pensé que eso era para opositores a bombero o policía, pero me di cuenta de que podía hacerlo. Perdí el pudor al gimnasio y decidí mostrarme tal cual soy, enseñando lo que cuesta y lo que se consigue con esfuerzo y paciencia. Es reconfortante, porque muchas mujeres me dicen que las he ayudado.

P. ¿Tendrá enemigos?

R. Tengo, pero pocos. No consiento insultos en mi cuenta. Admito las críticas, pero no tengo edad para otras chorradas.