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Los latinos se apuntan a la copropiedad de pisos de lujo

Cada vez más plataformas inmobiliarias ofrecen a inversores extranjeros la posibilidad de comprar porciones de viviendas, otorgándoles el derecho a utilizarlas durante varias semanas al año

Sara Recalde, directora ejecutiva y fundadora de Yorsio en Madrid, este miércoles, en una imagen cedida.
Lucía Franco

Compartir piso de lujo también es cosa de latinos ricos. Cuando el empresario Jaime Reyes, hermano de la actriz colombiana Natalia Reyes, decidió establecer su fondo inmobiliario en Madrid, lo hizo convencido de que los inversores latinoamericanos necesitaban alternativas seguras frente a la volatilidad económica y política de sus países. “Vamos a comprar un edificio entre diferentes socios y vamos a generar un modelo de copropiedad en el que cada dueño pueda usar su piso o alquilarlo durante unas semanas al año”, explica. Comprar a medias un piso de lujo en el barrio de Salamanca ahora es posible.

Reyes, fundador de Renta Élite, venía de una trayectoria consolidada en Colombia, donde durante más de una década compró, renovó y vendió inmuebles en Bogotá, la capital, y la ciudad costera de Cartagena. Pero ahora la capital es su apuesta más segura. “Madrid nos resulta especialmente atractiva porque compartimos idioma, tiene mejor calidad de vida y se ha convertido en la puerta de entrada de los latinos a Europa”, asegura. El sistema no es igual que el de la multipropiedad, que proporcionaba solo un derecho de uso.

No se equivoca. En 2024, la Comunidad de Madrid captó el 67,1% de la inversión extranjera en España, alcanzando la cifra récord de 24.705 millones de euros, un 43% más que el año anterior. Detrás de los datos hay personas como Reyes y su hermana que, junto a inversores de la industria creativa latinoamericana, crearon una sociedad para unir grandes capitales latinos y adquirir edificios en las mejores zonas de la capital.

“Ya estamos a mitad de camino para nuestro primer fondo de 10 millones de euros. La idea es comprar edificios completos, reformarlos y convertirlos en inmuebles exclusivos que combinen rentabilidad con el estilo elegante que caracteriza al inversor latino”, afirma Reyes.

“Este modelo de copropiedad nace de la necesidad de democratizar el lujo. El barrio de Salamanca está saturado”, explica Martha Lucía Pereira, agente inmobiliaria especializada en propiedades de lujo que ahora centra su negocio en conseguir edificios para estos fondos de inversión. “Se reúnen entre varios socios y crean un modelo de copropiedad”, resume.

Pereira asegura que antes, vender un edificio antiguo en el centro de Madrid podía ser una tarea compleja. “Ahora se venden como pan caliente. Fondos mexicanos y venezolanos están comprando inmuebles enteros para reformarlos en colivings o apartamentos turísticos”. Esta misma semana ha cerrado la venta de un edificio en plena plaza Mayor a un fondo de inversión.

La copropiedad ha aterrizado en Madrid y ha comenzado a revolucionar el mercado de la segunda residencia. El barrio de Salamanca es la zona con más porcentaje (21,47%) de viviendas no principales, según los últimos datos del INE. En un mundo donde la economía colaborativa gana cada vez más peso, el sector de la vivienda está dando sus primeros pasos. Este modelo permite adquirir fracciones de viviendas de lujo a un coste mucho menor. La idea llegó a España de la mano de empresas como Pacaso, un unicornio (empresa valorada en más de 1.000 millones de euros por parte de sus inversores) estadounidense, a finales de 2021.

Las compañías vehiculan la copropiedad a través de una sociedad limitada (S.L.) y los copropietarios son los titulares de esa sociedad, que es la propietaria del inmueble. Cada uno puede tener un mínimo de una acción —equivalente a un octavo de la vivienda— y un máximo de cuatro, ya que nadie puede poseer más de la mitad del activo. La mayoría de empresas se encargan también de la gestión integral de la S.L., liberando a los copropietarios de trámites y papeleo.

Vivla es una de las plataformas pioneras en España en este formato. La compañía compra viviendas de alto nivel en ubicaciones exclusivas y las comercializa en régimen de copropiedad a través de su web o app. Carlos Gómez, consejero delegado de Vivla, asegura que este sistema responde perfectamente a las necesidades del inversor latinoamericano. “Con la multipropiedad no eras dueño de nada, solo pagabas por un derecho de uso. Aquí, desde el primer momento eres propietario en función de lo que hayas pagado. Es una inversión inmobiliaria que puedes vender cuando quieras”, explica.

Vivla acostumbra a dividir cada vivienda en ocho partes iguales, aunque en el caso del público latinoamericano suelen ser cuatro. Cada fracción da derecho a disfrutar de la propiedad durante seis semanas al año, con al menos una de ellas en temporada alta. La plataforma se encarga de todo: gestión, mantenimiento, interiorismo y coordinación del calendario de uso.

“El modelo fraccionado es similar al que ofrecen otros sectores como el coworking o el carsharing”, compara Gómez. “Madrid ahora mismo es el epicentro de la inversión latinoamericana y nosotros queremos entrar a jugar con ellos”. Los datos refrendan esta apuesta. Un informe reciente de la consultora Barnes sitúa a Madrid como la ciudad más atractiva del mundo para los inversores ultrarricos, superando incluso a sospechosos habituales en este tipo de listas como Mónaco o Dubái. En 2022, la capital española fue el segundo destino europeo más importante para la inversión residencial transfronteriza, con 1.400 millones de euros captados.

Otra que también ha puesto un pie en la capital es Ancana, una plataforma mexicana que eligió Madrid como su primer destino internacional. Fundada en 2020, ofrece fracciones de viviendas exclusivas gestionadas de forma integral, incluyendo la posibilidad de alquilar las semanas sobrantes. Una opción atractiva para quienes buscan combinar uso personal con ingresos extra. Otra que también ha irrumpido con fuerza es Dalima, especializada en copropiedad de viviendas premium. Actualmente, ofrece propiedades exclusivas en pleno corazón de Madrid. Una de ellas es un lujoso apartamento en el que la fracción sale a más de 400.000 euros.

El Tinder de los pisos

La fórmula ha evolucionado tanto que ya no se limita a grandes fortunas. Iñaki Zamora, de 34 años, decidió invertir 100.000 euros en una porción de vivienda compartida en el centro de Madrid. “Siempre he compartido piso y quiero seguir haciéndolo”, cuenta. “Ya no tengo amigos que quieran compartir, pero a mí me gusta. Me permite encontrar gente afín y sentir que no estoy tirando el dinero en alquiler”.

Zamora encontró lo que buscaba en Yorsio, una plataforma que, además de fraccionar viviendas, empareja a copropietarios potenciales según afinidades personales. Yorsio fue fundada por Sara Recalde, emprendedora vasca que lanzó el proyecto en octubre del año pasado. “Siempre compartí piso, y sentía que no tenía nada en común con mis compañeros”, explica. “Así que pensamos una forma de unir inversión inmobiliaria con compatibilidad personal”.

El sistema comienza con un test de personalidad, tipo Tinder. Si hay match, se gestiona una copropiedad. “No hay semanas asignadas. Esa habitación es tuya. Puedes vivir ahí, alquilarla o venderla. Nosotros gestionamos todo”, señala Recalde. Los precios van desde los 50.000 hasta los 120.000 euros, con cuotas mensuales de entre 400 y 900 euros. La empresa ya prepara su expansión a Valencia, País Vasco y Cataluña.

“Tenemos desde estudiantes que vienen a Madrid hasta divorciados o personas mayores que no quieren ir a una residencia. Incluso hay parejas jóvenes que no quieren seguir pagando alquiler y encuentran aquí una vía de entrada a la propiedad”, resume. Las viviendas tienen un mínimo de cuatro habitaciones y el contrato incluye pactos para que nadie pueda bloquear una venta: si uno quiere salir, los demás tienen opción de compra. “Lo hacemos como si se tratara de un proindiviso”, explica Recalde. Madrid ahora se reparte, fracción a fracción, entre inversores que quieren un pedazo de vivienda sin necesidad de comprarla entera.

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Sobre la firma

Lucía Franco
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Anteriormente colaboró en EL PAÍS Madrid y El Confidencial en España. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y máster de periodismo UAM-EL PAÍS. Ha recibido el Premio APM al Periodista Joven del Año 2021.
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