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Sin casa para los jóvenes: la compra y el alquiler superan el esfuerzo recomendado en todas las comunidades

El precio medio de arrendamiento representa el 92% del salario promedio, según los últimos datos del Consejo de la Juventud. La tasa de emancipación acabó 2024 en el 15,2%

Una mujer joven mira el escaparate de una inmobiliaria en Málaga, el mes pasado.
Luis Paz Villa

Si un joven asalariado en España quiere salir de su hogar parental, debe destinar, de media, el 92,3% de su sueldo para vivir solo en un piso alquilado. También puede apartar un 64,1% de sus ganancias del mes para adquirir una vivienda en propiedad. Eso sin contar la entrada de la hipoteca, para la que necesitaría en promedio un ahorro igual a 4,2 veces su sueldo anual. Ambas opciones, arrendamiento y compra, superan con creces el umbral de esfuerzo recomendado del 30% —el porcentaje máximo de ingresos que un hogar debe desviar al pago de la casa para mantener unas condiciones asequibles, según la Ley de Vivienda—. Y sin importar a qué rincón del país se mude, es probable que se encuentre con una situación similar. A finales del año pasado no existía una comunidad autónoma en la que un joven con un salario medio pudiese acceder a una vivienda a precio de mercado sin caer en el sobreesfuerzo, según datos de la última entrega del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE).

En este panorama adverso, el porcentaje de jóvenes de entre 16 y 29 años que logró salir de su hogar de origen durante en el segundo semestre de 2024 se situó en el 15,2%, la cifra más baja registrada en un periodo equivalente desde el 2006, año de la primera edición del informe del CJE presentado este martes, coincidiendo con el Día Internacional de la Juventud. Este retroceso implicó que 102.203 personas jóvenes menos vivieran fuera de la casa familiar y supuso un descenso interanual de 1,86 puntos porcentuales, aunque el porcentaje repuntó un poco respecto a los datos que había arrojado el primer semestre (que marca el suelo de la estadística). La caída de los niveles de emancipación en 2024 resulta especialmente llamativa si se tiene en cuenta que se produjo en un contexto de resultados positivos para el empleo juvenil: la tasa de desempleo en este grupo etario alcanzó su mínimo desde 2007 y su salario mediano creció en torno a un 11%.

Sin embargo, el precio de la vivienda le ha echado un pulso a la subida salarial. Rentar una vivienda libre costaba de media 1.080 euros mensuales a finales de 2024, el precio más alto desde que existen registros, llevándose casi la totalidad de los 1.170,54 euros netos que una persona joven recibe de media. Asimismo, el CJE recoge en su informe que el alquiler de una habitación en solitario, con un precio mediano de 380 euros, también sobrepasaba el umbral de asequibilidad (32,5%). Incluso a nivel de hogar, ―con base en la renta media de una casa con un joven como persona referencia pero en la que entre más de un sueldo―, el esfuerzo económico requerido alcanzaba el 46,8% de los ingresos al cierre del año pasado, superando significativamente los umbrales de asequibilidad recomendados.

Un sueldo y más en un alquiler

Aunque en ninguna región los jóvenes gozan de alquileres asequibles, no en todas se da la misma situación. En algunas, la emancipación parece directamente una misión imposible. En cuatro territorios, el coste medio de arrendamiento rebasa el 100% de los salarios juveniles: Baleares, Canarias, Cataluña y Madrid. A estas les siguen en orden de dificultad Andalucía, País Vasco y la Comunidad Valenciana, con porcentajes de esfuerzo en torno al 90%. Del otro lado de la tabla, registrando cifras de esfuerzo levemente inferiores al 60%, que sigue siendo el doble de lo recomendado, se situaron Castilla y León, Castilla-La Mancha y Extremadura.

El acceso a la propiedad es otro camino lleno de obstáculos. El precio medio de compraventa de una vivienda alcanzó los 197.210 euros al cierre de 2024, según recoge el estudio, lo que suponía que una persona joven debía dedicar su salario íntegro durante 14 años para poder acceder a una propiedad, sin contar los más de 59.000 euros de ahorro para abonar el coste medio de una entrada. Pagar las cuotas mensuales de la hipoteca implicaría destinar más del 100% del salario medio de un joven en Islas Baleares, mientras que para un joven en Madrid hacerlo se llevaría cerca al 90% de sus ingresos. A estas comunidades les siguen el País Vasco, Canarias, Andalucía y Cataluña, con cifras de esfuerzo por encima del 60%. En tanto, Castilla-La Mancha, Extremadura, Castilla y León y Murcia, son los territorios en los que una letra se lleva una menor proporción del salario de un joven, aunque rebasando en todos los casos el umbral del 30%.

Este desequilibrio está consolidando lo que ya se conoce como “una generación inquilina”, según el CJE. El 57,9% de las personas jóvenes emancipadas viven de alquiler, y compartir casa es una estrategia frecuente para poder asumir los gastos. La presidenta del organismo, Andrea González Henry, ha opinado durante la presentación del informe que “vivir de manera independiente, poder elegir el lugar en el que se habita y cómo se construye el proyecto de vida, es un derecho que no debe ser un lujo para unos pocos”. Además, ha señalado que los resultados expuestos “no son solo un número, sino un reflejo de la realidad que enfrentan cientos de miles de personas jóvenes en España, atrapadas por la falta de recursos, la precariedad laboral y la imposibilidad de acceder a una vivienda digna”.

Emancipación, formación y empleo

La ratio de salida del hogar de origen se presenta con una fuerte heterogeneidad en función de varios factores. Una de ellos es el sexo, apunta el responsable de investigación del CJE, Manuel Mejías. Las mujeres jóvenes salen de casa en mayor proporción que sus pares, pero lo hacen menos en solitario. La cifra de emancipación para ellas se sitúa alrededor del 17,7%, en torno a cinco puntos más que la de ellos. Sin embargo, este dato es mucho más bajo cuando se habla de emanciparse que en solitario, “por lo que ya se dibuja una brecha de género que seguramente tiene que ver con la acumulación de recursos, no solo de renta y riqueza, y también puede responder a diferentes trayectorias de emparejamiento”, añade el experto.

El estudio también pone en relieve que permanecer más tiempo en el sistema educativo permite a las personas jóvenes acumular recursos que facilitan su proceso de emancipación. Mientras que solo el 10,5% de quienes habían alcanzado como máximo los estudios secundarios obligatorios habían salido de su hogar de origen, la tasa ascendía al 22,8% entre quienes contaban con estudios superiores. Sin embargo, las posibilidades de independizarse no dependen únicamente del nivel formativo, sino que también es determinante, lógicamente, la situación laboral. Esta tasa alcanzaba el 26,4% entre los jóvenes ocupados, frente al 13,9% registrado entre quienes se encontraban en paro y al 5,2% correspondiente a la población inactiva.

No obstante, Mejías matiza que existe una tendencia preocupante: “Incluso con un empleo, las probabilidades de salir del hogar de los padres siguen siendo bajas”. En 2024, el 30% de los jóvenes estaban en riesgo de pobreza o exclusión social, y casi uno de cada cinco ocupados (un 18,8%) seguían en esta situación ―el porcentaje rebasa el 50% entre quienes están en paro―. De este modo el Observatorio de Emancipación concluye que, “pese a la mejora parcial de algunos indicadores laborales, la falta de acceso a la vivienda sigue siendo el principal freno para el desarrollo de un proyecto vital independiente entre la juventud española, perpetuando una situación que combina precariedad, sobreendeudamiento y riesgo de pobreza”.

El CJE exige al Gobierno la aplicación efectiva de la Ley por el Derecho a la Vivienda, “una reforma fiscal que se encargue de desincentivar las viviendas que no son destinadas a vivir a largo plazo con un precio asequible”, una reforma del Bono Alquiler Joven, “para que llegue realmente a toda la población joven”, y la construcción de parque público de vivienda con un 40% reservado a personas menores de 35 años.

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