La derecha arrolla en Extremadura: gana Guardiola sin mayoría absoluta, se dispara Vox y se hunde el PSOE
El PP y el partido ultra logran el 60% de los sufragios. La formación de Abascal duplica sus escaños y ensombrece el triunfo del PP, que se queda a cuatro diputados de la mayoría. El PSOE sufre un batacazo al perder 10 parlamentarios y 108.000 votos

La derecha arrolla en Extremadura, tierra históricamente de izquierdas que ya no lo es. El PP de María Guardiola sube de 28 a 29 diputados y gana con claridad las elecciones gracias a la debacle del PSOE, pero se queda lejos de su objetivo de la mayoría absoluta (33) y logra menos votos que en 2023, todo ello con el 99,89% del escrutinio. Y Vox logra el ascenso más fuerte, de 5 a 11 diputados, ganando casi 9 puntos, un resultado que refuerza al partido de Santiago Abascal y manda un mensaje de poderío ultraderechista ante un ciclo electoral que continuará el próximo año en Aragón, Castilla y León y Andalucía.
La noche, devastadora para el PSOE, recrudece la competición en el campo conservador, donde la representación asciende de 33 a 40 parlamentarios tras alcanzar el 60% de los votos. Cuando la presidenta adelantó las elecciones, tenía dos objetivos: distanciarse del PSOE y reducir el peso de la ultraderecha. Lo primero lo ha conseguido de sobra. El PSOE, en una catástrofe difícil de adjetivar, pasa de 28 a 18 asientos en la Asamblea y pierde más de 108.000 votos, penalizado por su candidato y por los casos de corrupción y acoso que sacuden el partido. El segundo objetivo, sacar a Vox de la ecuación, se queda lejos para Guardiola, que en su comparecencia en la noche de este domingo en un salón del Hotel AZZ Mérida Medea, entre gritos de “presidenta, presidenta” de los suyos, obvió el carácter incompleto de su victoria, exhibió amplia sonrisa y dio saltos de alegría en el escenario.
Lejos de cualquier lectura negativa pese a no alcanzar la mayoría absoluta y perder votos, reivindicó sus 11 escaños de ventaja sobre el PSOE y pidió “que no se bloquee” Extremadura, es decir, que Vox favorezca “el cambio” iniciado en 2023 facilitando su investidura. Pero no será fácil. Cuando le preguntaron si descartaba una repetición electoral si Vox planteaba condiciones inaceptables, posibilidad con la que amagó en 2023, respondió: “No es una cosa que me tengan que preguntar a mí”. Guardiola se adornó incluso con una pulla a Vox, al decir que en la ronda de contactos —que iniciará con el socialista Miguel Ángel Gallardo por ser el segundo más votado— no sabe si tiene que hablar con el candidato del partido, Óscar Fernández, o con su presidente, Santiago Abascal, gran protagonista de la campaña.
Los principales damnificados del 21-D son los socialistas, que se quedan más lejos del PP (a 11) de lo que Vox se queda de ellos (a 7). El PSOE no solo pierde su condición de fuerza más votada, que mantuvo por poco en 2023 con Guillermo Fernández Vara ―cuando ya había cosechado su peor resultado hasta entonces―, sino que sufre un dramático derrumbamiento, con más de 14 puntos perdidos.

El fracaso impacta en primer lugar sobre su candidato, Miguel Ángel Gallardo, que como detalle cruel pierde cerca de 20 puntos en el pueblo del que fue alcalde, Villanueva de la Serena (Badajoz). Pese al fracaso, Gallardo no anunció este domingo su dimisión y se limitó a decir que habrá una reunión de la dirección regional del partido este lunes y que la principal derrotada es Guardiola. Pero el golpe no es exclusivo a Gallardo, también lo es al PSOE en su conjunto y por extensión al Gobierno de Pedro Sánchez, ambos en horas bajas, que arrancan con mal pie el nuevo ciclo electoral.
Unidas por Extremadura experimenta una subida de tres escaños, de 4 a 7. Son tres de los diez que se dejan los socialistas para el bloque progresista. Es el mejor resultado histórico de la izquierda alternativa en Extremadura.
Una victoria agridulce
Guardiola (Cáceres, 47 años) ya contaba con una victoria, pero esta podía tener tres sabores: dulce, con una mayoría absoluta; agridulce, sin llegar a la absoluta pero con más escaños que toda la izquierda, con lo que valdría solo con la abstención de Vox para la investidura; y amarga, con menos diputados que el conjunto de la izquierda, lo cual haría imprescindible el sí Vox.
De las tres posibilidades, sale la segunda, la victoria agridulce, con el toque amargo más pronunciado por el fuerte ascenso de la ultraderecha. Así que Guardiola gana, sí, pero su éxito es incompleto porque para su investidura necesita a un Vox que va más lanzado aún de lo que pronosticaron las encuestas, un Vox que ha prometido hacer a Guardiola “pasar por el aro”.
Tras una campaña en la que ha pedido el voto para consolidar el “cambio” iniciado en 2023, Guardiola logra ahora pasar a ser la candidata más votada —en 2023 lo fue Fernández Vara—, el PP crece y ella se erige como la única aspirante con opciones de salir presidenta de una sesión de investidura. Son tres elementos que componen una victoria. Pero es una victoria sobre la que se cierne una sombra, Vox, cuya posición de partida hace prever una negociación dura.

Sea cual sea su cuantía, ninguna factura será fácil de abonar para Guardiola, que durante la campaña ha presumido de firmeza ante la ultraderecha. Para que haya acuerdo, todos tendrán que ceder. Porque Abascal ha prometido que Guardiola tendrá que pasar “por el aro” —signifique eso lo que signifique— y ella ha prometido que eso nunca ocurrirá. Los choques no han terminado ahí. Abascal ha llegado a sugerir que, si el PP quería mantener la presidencia, quizás tendría que poner otro candidato. Mientras la líder del PP ha acusado de machismo a Abascal, Abascal se ha referido a Guardiola como “la Irene Montero de Extremadura”. Por su parte, Óscar Fernández, el candidato de Vox, ha afirmado que el PP forma parte de un “bipartidismo corrupto”.
Pese a la aparente lejanía en las posturas, hay antecedentes que aconsejan relativizar las diferencias entre las dos fuerzas derechistas. Hasta ahora, nunca ha ocurrido que tras unas elecciones autonómicas en las que el PP y Vox forman una mayoría no se acaben poniendo de acuerdo. Y Guardiola ya metió en su gobierno a Vox tras solemnizar que jamás lo haría, en una memorable renuncia a los compromisos ante su electorado. Más allá de sus rifirrafes, el PP y Vox no se han descartado como socios. Además, la candidata popular proclamó durante el único debate electoral al que asistió que está en contra del “pacto verde”, una de las exigencias que la ultraderecha suele poner como requisito. Pese a todo, los líderes del PSOE y Unidas por Extremadura, Miguel Ángel Gallardo e Irene de Miguel, advirtieron ya en la noche de este domingo de un escenario de bloqueo.
Munición contra Sánchez
La victoria del PP es inapelable. A pesar del crecimiento de la ultraderecha, la subida del partido de Guardiola, de más de 4 puntos hasta superar el 43%, y el derrumbamiento del PSOE le otorgan un triunfo desahogado. El partido de Alberto Núñez Feijóo entra así como ganador en el nuevo ciclo electoral, que ahora continuará con Aragón, Castilla y León y Andalucía, todas ellas comunidades en las que parte como favorito.
El escrutinio otorga munición a Feijóo para seguir con su estrategia de asedio permanente a Pedro Sánchez, al que presenta —al igual que hace Santiago Abascal— como un líder que ha entrado en una fase de agonía política, como un presidente y un líder de partido al que los electores han dado la espalda. La estrepitosa derrota socialista en Extremadura, la tierra de Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Fernández Vara, facilita al PP y a Vox mantener esta tesis, que intentarán ratificar en las próximas citas electorales.
Adiós al viejo fortín
El único mazazo de la noche, si no se cuenta la decepción del PP por quedar lejos de la mayoría absoluta, es para el PSOE. Tras una campaña fuera de foco, con el protagonismo acaparado por la competición entre las dos fuerzas derechistas, el PSOE supera por debajo los peores pronósticos y sufre una drástica caída del apoyo en el que fue uno de sus bastiones. Si la pérdida de Andalucía quedó confirmada en 2022, la de Extremadura quedó ratificada en la noche de este domingo. Adiós a otro viejo fortín.
El resultado no puede leerse al margen de los casos de corrupción y acoso que afectan al Gobierno y al PSOE, que han marcado buena parte de la campaña. Además, Extremadura no es ajena a los problemas judiciales del entorno del presidente. El candidato, Miguel Ángel Gallardo (Villanueva de la Serena, Badajoz, 51 años), está implicado en un caso de presuntas irregularidades en la contratación en la Diputación de Badajoz del hermano de Sánchez, circunstancia que el PP y Vox utilizan para señalar al jefe del Ejecutivo por el fiasco extremeño.
De las urnas salen avalados quienes alertaban de que la elección como candidato de Gallardo, procesado en el caso del hermano de Sánchez, era una mala jugada. El también secretario general socialista en la comunidad, que ha centrado su campaña en reivindicar su papel de gestor experimentado en la alcaldía de Villanueva de la Serena y en la presidencia de la Diputación y en alertar de la erosión del sistema sanitario, será juzgado en mayo por dicho caso.
Durante la campaña, el PSOE ha logrado poner sordina al malestar interno con la candidatura de Gallardo, mayor en Cáceres que en Badajoz. No será fácil que esa contención se mantenga. Al PSOE le queda el relativo consuelo de que el éxito de su principal rival, el PP, no es completo, porque sigue dependiendo de Vox. El resultado deja abierta la posibilidad de que el PP le pida que facilite la investidura de Guardiola si quiere evitar el influjo de Vox.
Aval a la estrategia de Vox
El rápido ascenso de la ultraderecha en España no es ya una hipótesis demoscópica, es una realidad comprobada en Extremadura. Las de esta noche eran las primeras elecciones después de que el año pasado Vox rompiese con el PP en los gobiernos autonómicos, cambiara de socio en la UE —de los Conservadores y Reformistas de la italiana Giorgia Meloni a los Patriots de la francesa Marine Le Pen y el húngaro Viktor Orbán— y enardeciera sus posturas antiinmigración y antipolíticas, en línea con las experiencias más exitosas de la extrema derecha europea. El 21-D recompensa esta radicalización y hace inverosímil un cambio de estrategia en Vox, que ha visto que la máxima dureza, también contra el PP, funciona no solo en las encuestas sino también en las urnas.

La campaña de Vox ha estado protagonizada no por su candidato, Óscar Fernández (Cáceres, 50 años), sino por Santiago Abascal, que ha insistido en denunciar que el PSOE y el PP, más allá de sus aparentes diferencias, en realidad coinciden en lo esencial. Vox está obligado ahora a poner un precio alto a su abstención o su voto favorable a Guardiola si quiere ser coherente con ese discurso contra el “bipartidismo”.
Subida de Podemos e IU
El ascenso de Unidas por Extremadura, de 4 a 7 escaños y de más de 4 puntos, queda lejos de compensar la pérdida que el derrumbamiento del PSOE implica para bloque progresista. No obstante, para la izquierda alternativa —o radical, o poscomunista, o situada a la izquierda del PSOE— supone la primera noticia electoral positiva desde las generales de 2023, cuando a pesar de su importante caída al menos mantuvo su condición de fuerza decisiva para formar gobierno.
Tras comparecer dividida a las urnas en las tres autonómicas —Galicia, País Vasco y Cataluña— y las europeas de 2024 y sufrir severos retrocesos en todas estas citas, ahora Podemos e IU han visto recompensada su apuesta por la unidad junto a Alianza Verde, incrementando su representación con una candidata ya conocida Irene de Miguel (Madrid, 44 años), que en su tercera tentativa ha sido capaz de recoger una parte del voto que ha dado la espalda al PSOE.

El resultado, logrado con la líder de Podemos en Extremadura como rostro visible, refuerza al partido morado dentro de la constelación de fuerzas de este espacio político, y a priori ofrece un argumento a favor los procesos de integración en las elecciones autonómicas de 2026 en Aragón, Castilla y León y Andalucía. De Miguel lanzó tras conocerse los resultados un mensaje optimista pese al arrollador triunfo derechista. “Somos una luz de esperanza para la izquierda transformadora de todo el país”, afirmó.
No obstante, los conflictos y dudas en la izquierda alternativa se mantienen. Para Podemos, Unidas por Extremadura ha sido una prueba de que el partido Movimiento Sumar, que ha tenido una presencia testimonial en la candidatura, es un elemento prescindible. Irene de Miguel ha llegado a declarar durante la campaña que la vicepresidenta Yolanda Díaz, principal referente de este partido, es “un poco fraude”. Está por ver cómo impacta este ascenso sin Movimiento Sumar ni Díaz en la recomposición de la izquierda alternativa.
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