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El alicaído PSOE extremeño se encomienda al carisma de Ibarra: “Yo creo en ti, Miguel Ángel”

El expresidente, emblema de la etapa dorada del partido, lanza un nítido mensaje de apoyo al candidato, Miguel Ángel Gallardo, a las puertas de la campaña del 21-D

Ángel Munárriz

“¡Yo creo en ti, Miguel Ángel!”, le dice Juan Carlos Rodríguez Ibarra al candidato del PSOE en Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, cuya campaña está lastrada por su procesamiento en el caso del hermano de Pedro Sánchez. Una voz salta entre el público: “¡Todos creemos en Miguel Ángel!”. Ovación en el auditorio. Se acaba de satisfacer el propósito central del acto celebrado este martes desde las 20 horas en la Casa de la Cultura de Villafranca de los Barros (Badajoz) por el PSOE de Extremadura, que ha tirado del expresidente Ibarra para intentar insuflar ánimo en una campaña alicaída.

“Es el number one“, dice Francisco Castro Cruz, de 72 años, jubilado tras una vida de trabajo en la albañilería y los servicios, sobre Ibarra, mientas espera sentado en segunda fila a que empiece el acto. A Castro se le dibuja una sonrisa al hablar de quien fue durante 24 años presidente de la Junta, en unos tiempos muy diferentes de los actuales, cuando las encuestas apuntan a un triunfo de María Guardiola, del PP. “Desde la Transición, cada vez que hacía falta, ahí estaba, dando la cara. Y aquí sigue”, añade.

Castro admite que la campaña no pinta bien, pero confía en que Gallardo haga entender la injusticia que —a su juicio— se ha cometido con él, algo que ve más fácil con el apoyo de “Juan Carlos”, al que le perdona todo, incluso sus críticas a Pedro Sánchez. “Lo critica para que abra los ojos y se dé cuenta de las cosas, pero luego lo apoya”, dice.

Ibarra es el recordatorio de un tiempo dorado para el PSOE extremeño. De sus seis mandatos, cinco fueron con mayoría absoluta. En tres ocasiones superó el 50% del voto, cifras alejadas del 39,9% del PSOE en 2023 y sobre todo del 31,6% que le pronostica ahora el CIS. Con un historial de éxitos que él mismo se encarga de recordar con frecuencia, Ibarra es una figura particularmente provechosa para Gallardo porque, ante el lastre que para su candidatura supone su procesamiento en la causa del hermano de Sánchez, el expresidente es un firme defensor del secretario regional del PSOE con gran credibilidad entre las bases.

Así que, en un momento de dificultad, con las encuestas pronosticando su peor resultado histórico, el PSOE extremeño recurre a un valor seguro. El ambiente no es para tirar cohetes. La sala, con una capacidad para unas 150 personas, se ha quedado lejos del lleno. Y eso a pesar de que estamos en zona roja: en Villafranca (12.362 habitantes) hay mayoría absoluta del PSOE. Eso sí, los que están aplauden con entusiasmo a Gallardo y a Ibarra, que llegan con el himno del PSOE a todo trapo.

Aunque con la voz “un poco chunga”, Ibarra da a su público lo que espera. Entre bromas y golpes de pecho, el expresidente se lanza en tromba a defender a Gallardo, que en la precampaña está sudando tinta para colocar mensajes que no estén relacionados con el caso del hermano de Sánchez. “Cuando pasen 15 años, diré que fui presidente de la Junta y telonero del que fue presidente de la Junta en 2025”, exagera Ibarra, antes de elogiar el aguante del candidato ante el “apaleamiento” de la derecha y declararle su “admiración” y “respeto”.

“Van a ver si te quiebran. No te están rompiendo porque militas en las filas del PSOE. Yo también fui víctima de atropellos y maledicencias, y Guillermo. Quieren destruirte, pero ocultan que fuiste un buen gestor, que has ganado seis veces las elecciones en Villanueva de la Serena y has sido dos legislaturas presidente de la Diputación y nadie te puso nunca la cara colorada”, desarrolla Ibarra, sin molestarse en intentar no hablar del elefante el salón que supone el caso judicial que implica a Gallardo. Y luego le dice a los suyos: corremos el riesgo de que haya juicio, “lo declaren inocente”, y hayamos perdido las elecciones por un procesamiento que quede en nada. En la segunda fila, el militante socialista Castro Cruz asiente, como sigue haciéndolo a lo largo de un discurso que es puro Ibarra, un derroche de autoestima extremeñista, salpicado de críticas a “Madrid”, de patriotismo de siglas y de reivindicaciones de la épica autonomista de la que fue protagonista.

Terminado Ibarra, sale a escena Gallardo y subraya el carisma de su predecesor en la tribuna: “Hablar después de Juan Carlos es siempre un problema, por muy bien que te salga. Aunque sé que por muy bien que lo haga siempre estaré regular, por lo que él representa, os digo que me gustaría que me acompañara en todos los actos”. En todos no estará, pero sí en otro acto el primer día de campaña, el viernes, en Castuera, también en Badajoz, informa un portavoz del partido, que anticipa una presencia frecuente del expresidente hasta el 21-D.

Al igual que Ibarra, Gallardo tampoco se molesta en ignorar el tema que gravita sobre toda su campaña. Admite que se ha preguntado si “merece la pena” seguir pese al procesamiento y las críticas por el mismo, para concluir que sí. “Por mucho que hayan querido engordar una mentira, a todo un pueblo no se le puede engañar”, afirma Gallardo, que hace una alusión muy personal. Lo “único bueno” que le ha dado a su madre enfermar de alzhéimer es que se ha “evitado el sufrimiento” de ver lo que él considera una injusta campaña contra él. Otra ovación del auditorio.

Dos referentes

A diferencia de lo que le ocurrió al PSOE de la comunidad vecina, Andalucía, los socialistas extremeños sí han tenido, al menos, tras perder el poder, el consuelo de poder agarrarse a sus expresidentes como figuras que enaltecer. El caso de los ERE privó a al PSOE andaluz de una reivindicación cómoda de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, parcialmente rehabilitados después por el Constitucional, y sus enfrentamientos internos convirtieron a Díaz, derrotada primero por Pedro Sánchez en el partido y finalmente por la derecha en Andalucía, en una figura divisiva. En cambio, el PSOE extremeño sí tiene a dos santos laicos a los que seguir rezando en las horas bajas.

Uno es Guillermo Fernández Vara, presidente de 2007 a 2011 y de 2015 a 2023, tenido por un político noble no solo en las filas socialistas, donde se habla de él con reverencia, sino por buena parte de sus adversarios, que lo despidieron en octubre cuando murió de cáncer con un afecto más allá de lo protocolario. El otro es justo el hombre que señaló a Vara como sucesor, Juan Carlos Rodríguez Ibarra (Mérida, 77 años).

Presidente de 1983 a 2007, Ibarra está asentado en el imaginario popular como el hombre que protagonizó el cambio favorable que la región vivió durante los primeros lustros del periodo democrático. Sin duda, quedan asignaturas pendientes: Extremadura sigue en la parte baja de las tablas que miden importantes indicadores socioeconómicos. Pero hace tiempo que dejó atrás el estigma de comunidad de emigrantes, goza de servicios públicos comparables a los del resto de España y disputa proyectos y oportunidades de empleo como una más, destacando su potencial en el mapa de la energía solar. Cuidadoso con su imagen política casi dos décadas después de su retirada, Ibarra se reivindica como impulsor del salto adelante, y aparece como una voz escuchada en España que siempre habla en favor de Extremadura y denuncia los atrasos por superar; el principal, el ferroviario.

El público apoyo a Gallardo es de lo poco que une a Ibarra con Pedro Sánchez, del que es un destacado crítico. Su principal foco de discrepancia son los pactos con nacionalistas y sobre todo con la amnistía del procés, que ve como una humillación y que llegó a comparar —antes de aprobarse la ley— con que se “viole a 40 millones de españoles”. A sus dardos por las cesiones a Junts, ERC, Bildu y el PNV, Ibarra ha ido sumando comentarios contra la gestión del partido por parte de Sánchez, sobre todo a raíz del desvelamiento en junio de la supuesta implicación del ex secretario de Organización Santos Cerdán en un caso de mordidas. Desde entonces, Ibarra ha defendido que Sánchez convoque elecciones para ver “si le perdonamos o le enviamos a cumplir penitencia”, ha criticado las “enormes tragaderas” del partido e incluso ha dicho que le “sorprende” que el PSOE hiciera pagos en metálico a Cerdán y José Luis Ábalos. Este martes no hubo una sola crítica a Sánchez. Hubiera distraído a todos del mensaje central: “Yo creo en ti, Miguel Ángel”.

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Sobre la firma

Ángel Munárriz
Ángel Munárriz (Cortes de la Frontera, Málaga, 1980) es periodista de la sección de Nacional de EL PAÍS. Empezó su trayectoria en El Correo de Andalucía y ha pasado por medios como Público e Infolibre, donde fue director de investigación. Colabora en el programa Hora 25, de la SER, y es autor de 'Iglesia SA', un ensayo sobre dinero y poder.
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