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Un agosto en Bejís: veranear en el pueblo tres años después de un megaincendio

El fuego, que arrasó 19.000 hectáreas, quemó en 2022 el 98% de la masa forestal de este municipio del interior de Castellón

Veraneantes en la piscina municipal de Bejís, en Castellón, este jueves.
Andrés Herrero Gutiérrez

José Urbano charla con un grupo de amigos sentado en el bordillo de la piscina municipal. La cuadrilla disfruta en bañador de un día apacible. Urbano, técnico de Hacienda de 47 años, veranea en el pueblo de Bejís “desde que era un bebé”, pero es de la ciudad de Valencia y vive en Palma de Mallorca. Es aficionado al senderismo, uno de los atractivos de este pueblo de montaña. “El primer año después del incendio no salíamos a la montaña porque te daban ganas de llorar, era muy desolador”, relata. El fuego arrasó 19.000 hectáreas. Bejís tiene 400 habitantes, pero en verano la población aumenta hasta unos 1.100 vecinos.

Lo que se ve desde la piscina es una montaña amarillenta que sostiene algunos esqueletos de pinos carbonizados. El fuego de agosto de 2022 devoró el 98% de la masa forestal de este municipio, según la alcaldesa. “Hemos buscado nuevas rutas porque no quedan casi vías verdes”, lamenta Urbano, que destaca la montaña y el río como el atractivo del pueblo. De cara a la montaña, Urbano lamenta el daño a “las vistas”, ya que desde el pueblo “son 360 grados de monte y todo está quemado”, señala.

Bejís está en el interior de la provincia de Castellón, cerca de Teruel. Este municipio, cuyos habitantes tienen un deje maño, se levanta sobre un cerro rodeado de montañas. Los ríos Palancia y Canales circundan el cerro. Las llamas cercaron el municipio, que fue evacuado, y casi no provocaron daños en las casas.

Estado del monte en Bejís, en Castellón, tres años después del incendio.

El fuego sí provocó daños en la vivienda de Urbano. “No se quemó la casa en sí, pero se derritió la cerrajería y tuvimos que repararla”, explica. El fuego subió por la fachada. “El bloque está en una parte un poco aislada del pueblo y cerca de vegetación. La fachada tenía una protección contra el viento, que era inflamable, y una parte se quemó”, recuerda.

Tras el incendio, el pueblo se llenó de ceniza. “El río se llenó de toda la ceniza y las piedras, porque el terreno deja de estar cogido por la vegetación y se suelta”, relata.

“El Palancia es más o menos como antes, pero el río Canales parece otro”, señala. “La vegetación le ha cambiado mucho”, explica Urbano.

“La gente que tiene aquí familia no va a dejar de subir”

Un grupo de amigas entre las que están Ángela Gascó, Martina Molins, Maoli Vandeval charlan sentadas bajo un toldo en un flanco de la piscina. Gascó es la socorrista. Las tres, de entre 19 y 20 años, veranean aquí habitualmente, pero son de la ciudad de Valencia. “La gente que tiene aquí familia no va a dejar de subir”, considera. Pero no cree que a los que visitan el pueblo esporádicamente “les apetezca meterse en un río negro en el que si entras sale ceniza”.

Maoli Vandeval, Martina Molins y Ángela Gascó en la piscina municipal de Bejís, en Castellón, este jueves.

Gascó, que es socorrista y controla el acceso a la piscina, cuenta que unos chicos llegaron a bañarse porque iban a subir a la Peñaescavia [un paraje en la Sierra del Toro] “y no lo hicieron porque estaba quemado”, señala. “Hay gente que han ido a hacer senderismo y no recordaban que antes hubo un incendio”, explica. La gestión de los montes de la Comunidad Valenciana es competencia de la Generalitat, la administración autonómica.

“Hay rutas que solo las puedes hacer subiendo en coche y a partir de ahí andando, pero ahora no se puede ni pasar con el coche porque hay árboles quemados que se han caído e impiden el paso”, explica Gascó. La socorrista señala sobre la recuperación del monte que “está todo un poco descuidado” y que “en otros pueblos se ha hecho más”.

El monte está “un poco descuidado”

Paco Cortés, de 68 años, es teniente de alcalde en Bejís. “En casa tengo una terraza con un trastero para guardar conservas. Los botes de tomate estaban negros de la ceniza”, explica. “Estuve un año limpiando polvo”.

El primer teniente de alcalde de Bejís, Paco Cortés, frente el Ayuntamiento, este jueves.

El fuego dañó severamente los cultivos. “Los olivos se quemaron todos. El 80% o el 90%. Algunos árboles hubo que cortarlos rasos”, al ser irrecuperables, explica Cortés. Las llamas destruyeron la infraestructura de regadío. “Los goteos se quemaron, ha habido que sustituirlos, que nos ha costado un dineral. Tuvimos las ayudas, que las cobramos todas en un tiempo récord”, señala. Con ese dinero, explica, “hubo que comprar árboles al que se le quemaron [los cultivos], pero lo que no te pagan es la producción que te puede dar”. Es decir, la cosecha hasta que el árbol dé fruto, se pierde.

El 29 de octubre de 2024 las lluvias torrenciales devastaron buena parte de la provincia de Valencia, pero también afectó a Bejís. “La cubierta vegetal había desaparecido por el incendio. Vi bajar agua por San Cristóbal [ermita en el paraje de Peñaescabia] como en la vida se había visto. Y bajaba así porque no había cubierta vegetal. Era todo tierra. Y lo que bajó fue todo tierra. En esa circunstancia, la lluvia hizo mucho daño y deshizo los caminos”, explica Cortés.

“Cuando no hay cubierta vegetal, la erosión del monte es muy fuerte. Y luego no te puedes poner a plantar árboles al año siguiente”, señala el concejal. Desde un despacho del Ayuntamiento explica que “la primera cubierta de tierra es fértil” y que cuando “el agua se la lleva, deja la tierra que no es fértil”. “Para que crezca otra vez una planta, se necesita mucho más”, lamenta.

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