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Las dos caras de Junts: aire a Sánchez con el catalán y asedio total a Illa en Cataluña

El partido de Puigdemont evita de nuevo el cuerpo a cuerpo con el Gobierno tras no conseguir la oficialidad del idioma en la UE

La cúpula de Junts, durante la reunión de la ejecutiva nacional del partido el pasado febrero.

El nuevo bloqueo este viernes de varios países a la oficialidad del catalán en la Unión Europea no ha generado una indignación pública de Junts. Silencio corporativo o casi, a pesar de que se trata de uno de los puntos clave de los acuerdos asumidos con el PSOE hace casi dos años para investir a Francina Armengol como presidenta del Congreso y a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. La prudencia de Junts en un momento de debilidad del Gobierno central evidencia dos estrategias diferentes: en Madrid, aire a Pedro Sánchez; en Barcelona, máxima presión a Salvador Illa.

La cúpula posconvergente entiende que el Gobierno ha remado a favor de la oficialidad. A diferencia de otros ámbitos como el de la financiación, donde los posconvergentes consideran que el Ejecutivo de Sánchez se ha quedado muy corto, la percepción es que la presión del PP los últimos dos meses para obstaculizar cualquier acuerdo en Bruselas ha surtido efecto.

El partido de Puigdemont no tira aún la toalla y fuentes del partido consideran que después del verano se seguirá avanzando, pero nadie parece apostar a que el éxito esté asegurado. No ayuda que la composición del Parlamento europeo ha virado a la derecha y que la posición de Sánchez no está alineada con las políticas de defensa de los 27, entre otras cuestiones. Para Junts, el problema será justificar con las bases los acuerdos con el PSOE si el Gobierno no consigue seducir a los países opositores. En pleno postprocés, la posibilidad de impulsar el catalán en un contexto de regresión acelerada de su uso en Cataluña (lo habla de forma habitual el 33% de la población frente al 46% en 2003) ayudó a convencer a los militantes de que un pacto con el PSOE en el Congreso podía ser favorable a pesar de los anticuerpos que aquella decisión generó en buena parte del electorado.

A diferencia del primer año de legislatura, cuando Junts puso un precio muy alto a varias propuestas del Ejecutivo, la percepción es que a medida que Sánchez se ha ido debilitando los independentistas han ido modulando el tono. Presionar, sí; pero sin poner riesgo a un Gobierno que, al fin y al cabo, sigue aportando ciertas garantías de que la aplicación de la amnistía definitiva a Puigdemont y al resto de políticos que la esperan aún es posible.

Los dos últimos meses han sido un ejemplo de ello: cuando la Comisión de Asuntos Generales de la Unió Europea ya pospuso a finales de mayo la votación, el expresident focalizó sus críticas en Feijóo; y cuando explotó a mediados de junio el caso Cerdán el partido optó por un mensaje más sobrio que agresivo. Esta vez, con un nuevo traspié europeo, Puigdemont ha vuelto liberar a Sánchez de las críticas.

Los siete diputados de la formación en el Congreso son esenciales para mantener la débil mayoría progresista y el expresident pretende rentabilizarlos al máximo. En esta legislatura ya obtuvo la aprobación de la Ley de Amnistía y el avance en las competencias en materia de control migratorio. Nadie sabe cuál sería el escenario parlamentario en el caso de ir a unas elecciones anticipadas, pero a nadie se le escapa que las cuestiones identitarias catalanas, especialmente la lengua, pasarían al cajón del olvido con un Gobierno del PP y Vox.

La ambigüedad de Junts en la relación con Sánchez contrasta con la dureza del partido contra Salvador Illa en el Parlament. El propio Puigdemont ha aprovechado la situación para atizar este viernes al líder socialista. “La causa de la oficialidad viene de lejos y la hemos tenido que batallar en solitario mucha gente, desde hace muchos años, mientras el PSC ponía palos a las ruedas o le importaba un bledo”, ha dedicado Puigdemont a Illa después de que este reivindicara que seguirían trabajando para conseguir la oficialidad en la UE. “Si hubiese hecho los deberes cuando tocaba, hoy nuestra lengua ya sería oficial”, insistió el líder de Junts en su mensaje en X.

La estrategia de los independentistas en Cataluña ha pasado desde el inicio por ilustrar al Ejecutivo socialista como un Govern débil e incapaz de avanzar en minoría. Y con el desgaste del PSC con Comuns por el aeropuerto y con ERC por la financiación, Junts ha conseguido poner esta semana contra las cuerdas al president. Obtuvo el apoyo del Parlament para reprobar al Govern por su gestión de las infraestructuras y de las nóminas a los funcionarios un día después de que el Ejecutivo retirara un decreto ley de energías renovables por falta de apoyos. “En esta legislatura, en menos de un año, el Govern ya ha perdido o retirado tres decretos ley”, denunció el jueves portavoz de los independentistas, Albert Batet para mantener la presión constante contra el president, rival directo de Junts en Cataluña a diferencia de lo que parece Sánchez en Madrid.

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