En el corazón de la dana en Cataluña: “Solo pedía que no fuera como en Valencia”
Cubelles recupera la normalidad tras la crecida repentina del río Foix que presuntamente arrastró a dos personas desaparecidas


Cuando la alarma de su móvil sonó el sábado por la tarde con un aviso de Protección Civil por amenaza extrema de lluvias, Carlos cerró la persiana de su cafetería y se fue para casa. “Lo más prudente era volver y evitar riesgos”, explica este domingo desde el puente que cruza el río Foix. Observa los restos de la repentina crecida del cabal; cañas, ramas, árboles, de todo; y menea la cabeza. “Nunca había visto el río como esta vez”.
Los vecinos de Cubelles recuperan poco a poco la normalidad tras el susto del sábado. El cielo está del todo despejado y la superficie del mar parece una piscina. La calma después de la tempestad. Los coches destrozados, el barro acumulado por las calles y un amplio dispositivo de los bomberos para encontrar a los dos desaparecidos que supuestamente fueron arrastrados por el río Foix recuerdan en cada esquina por qué el Penedès fue el epicentro de la dana en Cataluña.
Carlos tuvo miedo, admite. “Te viene a la cabeza lo que ocurrió en Valencia”, dice, en referencia a las inundaciones de finales de octubre que dejaron más de 200 muertos. Y en un municipio divido por el río Foix, y en plena desembocadura, la imaginación a veces va demasiado lejos. “Cuando llueve el río siempre crece, pero esta vez fue más allá. Todo el cauce estaba lleno de agua; el tramo final es estrecho y la presión era altísima”. Según la Agencia Catalana del Agua, el Foix alcanzó un volumen de 400 m3/s y el embalse situado 10 kilómetros al norte del municipio (Pantà de Foix) consiguió modular el cabal. “El cabal en el tramo final llegó ayer a una punta de 200 m3/s, pero sin la presa habría alcanzado los 300 m3/s”, celebró la entidad en las redes sociales.

Convivir con el río ayuda a entender el comportamiento del agua. “Aquí todos sabemos que tenemos que evitar pasos subterráneos y la orilla del río cuando llueve”, señala Laia Solanell, de 20 años, junto su hermano Lluís, de 15. También saben que el fin del temporal no es el fin del riesgo. El mismo pantano que contuvo el cabal del Foix se llenó tras recibir las lluvias de las cabeceras y liberó agua: el río volvió a crecer repentinamente a su paso por Cubelles cuando ya no llovía, según explicó la alcaldesa del municipio Rosa Montserrat Fonoll. “Se nos avisó con poco margen”, lamentó este domingo la edil.
Los Solanell viven justo delante de la desembocadura y el temporal transformó el sábado su regreso a casa desde la estación de tren en un periplo de dos horas andando cuando el trayecto habitual no supera los 10 minutos. “Todos los accesos estaban cortados por la inundación. Tuvimos que subir hacia el norte, cruzar el río, sortear las vías del tren y volver hacia casa. Fue larguísimo”, explica este mediodía. Su hermano saca el móvil y muestra los vídeos que grabó desde la azotea de su edifico. “Mira, todo oscuro y lleno de bomberos, helicópteros, policía… Parecía el GTA [un popular videojuego de caos urbano]”, comparte ahora más tranquilo.
Ambos regresan del centro del pueblo, donde no se habla de nada más que de lo que ocurrió en las últimas horas. Todos conocen a alguien con un párquing inundado o una planta baja afectada; aunque el tema principal es la identidad de las dos personas supuestamente desaparecidas desde el sábado.

Un testigo alertó directamente sobre las 20.30 horas al mando del dispositivo de los bomberos del municipio de que dos personas que cruzaban el Foix por una pasarela de madera próxima a la desembocadura fueron arrastradas, pero nadie sabe nada más. Los Mossos no tienen constancia de ninguna denuncia por desaparición y en el pueblo no constan afectaciones personales.
El dispositivo de búsqueda, sin embargo, se ha mantenido activo con dispositivos marítimos y aéreos. Un helicóptero y una barca han repasado a lo largo del día en un perímetro de dos kilómetros de playa y 500 metros mar adentro. El último avistamiento de las víctimas, según el testigo, fue a 170 metros de la costa y la búsqueda se realizó desde los 200 metros por las posibles contracorrientes. La consejera del Interior, Núria Parlon, aseguró que la búsqueda se mantendrá hasta agotar todas las vías.
Casi un centenar de bomberos y GRAE han participado en las tareas de normalización del pueblo. “Aquí necesitaremos algunos días para recuperar la normalidad”, admite a EL PAÍS un comandante de los Bombers de la Generalitat. Vigila una manguera que drena agua de unos bajos hasta el río y lleva el equipaje lleno de barro. Hasta el mediodía ya habían realizado 50 servicios por inundaciones y afectaciones en la vía pública tras recibir más de 100 avisos del municipio. “Al menos ya ha pasado todo”, agradece Aroa Pérez, de 18 años, que entiende del todo el miedo de Carlos: “Lo importante es que no haya pasado como en Valencia”.
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