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Uno de los promotores de la señal V-16 de tráfico: “Es duro oír el testimonio de víctimas que han sufrido amputaciones al poner los triángulos”

Uno de los promotores de la nueva señal V-16 rechaza que se haya hecho millonario con este dispositivo y recuerda que cada año mueren 100 personas atropelladas en las carreteras, la gran mayoría por poner los triángulos

El próximo 1 de enero entra en vigor la obligación de llevar la luz amarilla conocida técnicamente V-16, que emite destellos de manera intermitente y que está conectada con la Dirección General de Tráfico (DGT), de forma que el vehículo que ha sufrido una avería o un accidente está geolocalizado. Detrás de este invento, están dos guardias civiles de Galicia que han desarrollado un modelo puntero por el que ya se están interesando más países, como Portugal, Chequia y Hungría, además de varios en Latinoamérica y Japón, entre otros. Uno de los promotores, Jorge Costas (Vigo, 43 años), rechaza mucho de los bulos que se han vertido sobre el dispositivo y asegura que no se ha hecho millonario, como muchos le recriminan.

La idea surgió cuando los guardias civiles, destinados a Policía Judicial, se dieron cuenta de que, cuando ponían la luz azul en un vehículo camuflado, tenían que conectarla al enchufe del encendedor del coche, bajar la ventanilla y pasar frío o mojarse si llovía. Por eso, idearon un dispositivo dotado de una batería que pudiera ponerse en el techo sin necesidad de conexión. De eso, hace más de 20 años. El tema quedó en la trastienda hasta que una amiga suya perdió ambas piernas al ser atropellada mientras ponía los triángulos de emergencia. Pensaron que podían desarrollar el mismo sistema, pero con luces amarillas para los particulares, de forma que no se tuvieran que bajar del vehículo para señalizar una avería o un accidente. “Cada año mueren atropellados en las carreteras españolas unas 100 personas y muchos de ellos son por poner los triángulos. Es el único apartado de la siniestralidad vial que no baja desde hace años”, afirma Costas, ahora en excedencia en la Guardia Civil. También fueron animados por varios colectivos de víctimas de accidentes de tráfico, como AVATA de León, que compraron los primeros modelos para sus asociados. Después se unieron marcas de coche, que los regalaban de forma promocional o al adquirir un vehículo.

Los primeros prototipos eran solo luces lanzadestellos, pero el cambio de Gobierno en 2018, tras la moción de censura a Mariano Rajoy, también motivó modificaciones en la DGT. Los nuevos responsables se dieron cuenta de que, si se añadía una conexión vía telefonía móvil, el vehículo con problemas podría estar conectado y geolocalizado para evitar nuevos accidentes. Así nació la nueva V-16, de la que en la actualidad existen unos 270 modelos homologados. “La luz conectada no es nada nuevo. La norma se aprobó el 16 de marzo de 2021, cuando también cambió la ley para que todos los servicios de emergencia llevaran luces azules y los taxis y los VTC las matrículas azules”, añade el promotor de la V-16.

Costas sí quiere tranquilizar a los usuarios, muchos de los cuales le recriminan que vayan a estar hiperconectados. Todo ello es falso, asegura. La V-16 solo emite una señal cuando se activa -al pulsar el botón rojo-. Mientras, no está conectada. El ancho de banda que utiliza -muy estrecho- impide la transmisión de datos. Se ha hecho así para que se pueda utilizar, aunque no haya cobertura de móvil. De este modo, también se ha evitado el tener que pagar una conexión cada mes. “Es capaz de geolocalizar incluso en la tercera planta de un aparcamiento subterráneo porque la señal atraviesa las paredes”, destaca el exagente. Por su parte, la DGT solo recibe una señal que le indica que hay un vehículo con problemas en un determinado punto. Jamás activa a grúas ni a las aseguradoras ni al 112, en los modelos estándar.

Vida media del parque móvil

La baliza tiene una conectividad asegurada de 12 años: “Se ha elegido esa duración porque es la vida media de los vehículos en el parque móvil español”. “Mucha gente nos dice que a pleno sol la luz amarilla no se ve. Muchos modelos sí se ven a lo lejos, pero lo más importante es que estén geolocalizados y se informe en los paneles luminosos de la presencia de un vehículo y salte en los navegadores que a determinados kilómetros hay un obstáculo. Es idéntico a lo que usan los conductores de grúas y determinados conos, que también disponen del mismo sistema”, añade Costas. “El problema es que Tráfico no ha comunicado bien y con antelación las ventajas de la luz amarilla. Ha habido mucho tiempo para hacerlo y ahora la gente no sabe el uso real de la V-16”, se queja.

El promotor niega que se haya millonario con el desarrollo de la baliza. Comenta que lleva componentes muy caros, como la tarjeta SIM, el módulo de conexión y el de radio y el GPS -los mismos elementos que un teléfono móvil-, lo que hace que cada dispositivo cueste, como mínimo, en fábrica más de 20 euros. A eso hay que añadir que algunas marcas ofrecen aplicaciones añadidas durante la vida útil de la V-16 para avisar a la aseguradora en tiempo real.

Costas reconoce que no se va a llegar en enero a que los 32 millones de vehículos obligados lleven la luz. Solo están exentos por ley las motos y los vehículos especiales. Estos últimos ya llevan numerosas luces amarillas para señalizar su posición. La producción de todos los fabricantes no es tan alta, ya que la inversión necesaria es muy alta y no todo el mundo puede asumir esos costes. De hecho, ni las administraciones han comprado estos equipos para los vehículos que tienen a su cargo, según el promotor.

“Mucha gente se cree que hemos hecho para ganar dinero y que hemos tenido enchufe de la Administración por ser guardias civiles. Nada más lejos de la realidad. Si realmente hubieran oído los testimonios de muchas víctimas, de las amputaciones que han sufrido al poner los triángulos y de las vidas que se han perdido, sobre todo cuando le pones cara a todas ellas, la gente pensaría de otra forma. Son testimonios muy duros”, concluye Costas.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Soy redactor de la Unidad de Edición de EL PAÍS, periódico al que llegué en 1994 para trabajar en la sección de Madrid. He colaborado en la SER, Onda Madrid, TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, estoy especializado en Sucesos y Tribunales. Además, soy abogado y criminólogo.
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