Porno junto a niños y rituales nudistas con barro: así “normalizaba” el tío Toni el sexo “purificador” entre los menores de la secta de La Chaparra
Dos víctimas de abuso sexual confirman la participación de varias procesadas en los hechos: “Mi tía me agarraba las manos y la mujer de Toni bloqueaba la puerta”

La narración entrecortada de dos víctimas de abusos sexuales en la masía de La Chaparra de Vistabella (Castellón) sobre la “destrucción” que provocó en sus vidas la secta liderada por el tío Toni —fallecido en prisión— ha centrado este martes la segunda sesión del juicio en la Audiencia Provincial de Castellón a seis integrantes del grupo pseudoreligioso desmantelado en mayo de 2022. En ella también se han escuchado los testimonios de dos mujeres captadas por el gurú y sobre las que este aplicó sus terapias sexuales con “fines curativos”. Una de ellas ha mencionado las orgías y masturbaciones grupales que promovía el líder con el “triángulo de las siete elegidas”, entre las que había una niña.
“Antonio —el tío Toni— ponía en contra a las familias y las destruía, principalmente a la mía”, ha destacado uno de los jóvenes abusados, de 27 años, al que una de las procesadas, con la que mantuvo una relación siendo menor, confesó que era hijo del guía espiritual. “Para mí ha sido un destrozo de vida totalmente”, ha indicado otras de las víctimas, una chica de 31, tras la agresión sexual sufrida con 13 años a manos del tío Toni “con el pretexto de curarme porque tenía los ovarios negros” y que presenció la tía de la menor, una de las seis acusadas. “Me hicieron desnudarme, tumbarme en la cama y abrirme de piernas; Toni me metió los dedos y con la otra mano tocaba mis pechos; me sentí impotente, no quería, pero mi tía me sujetó las manos hasta que [el líder] terminó, más de una hora después”, ha indicado la joven. La mujer de Toni, también procesada, “bloqueaba la puerta de la habitación para que no saliera”, ha asegurado.
Los testimonios de ambas víctimas se unen a los de los otros tres menores citados en la apertura del juicio el lunes. Han confirmado, a preguntas de las acusaciones, la participación o supervisión en los abusos o en los rituales sexuales de las seis personas procesadas por nueve delitos continuados de abuso sexual, seis de ellos a menor de edad, y un delito de asociación ilícita. La fiscalía, que les considera facilitadoras de esos encuentros, pide para ellas entre 16 y 76 años de prisión.
Las historias de las dos víctimas, criadas en La Chaparra, han arrojado en más de una ocasión puntos en común, como la descripción idílica de su infancia en la masía y el descenso al infierno de los abusos que llegó cuando pasaron a la adolescencia. “Cuando eres pequeño vives en un mundo de fantasía, en una nube. Se celebraba todo: cumpleaños, comuniones…”, ha relatado el joven.
También durante esa niñez, el tío Toni iba introduciendo actividades de perfil sexual. “En su habitación colocaba las camas en el centro y proyectaba películas pornográficas. Estábamos todos, niños y niñas; y también adultos, la nuera y la mujer de Antonio o mi madre; quería que normalizáramos las relaciones sexuales y aprendiéramos de las enfermedades que provocaban”. También eran habituales los rituales purificadores, como uno que reproducían cada verano y en el que todos los integrantes de la secta —excepto el líder— salían al jardín desnudos y se bañaban en barro, que luego les limpiaba el tío Toni. Otras veces, colocaba a las mujeres en fila, con las piernas abiertas tomando el sol para que el chakra les “entrara por la vagina”. Buscaba, han dicho, que el sexo no fuera tabú: “Era habitual que nos hiciera quitarnos la camiseta y enseñar los pechos”.
A partir de los 12 o 13 años “el mundo de fantasía” cambia, y empiezan los insultos y las degradaciones: “Recuerdo que estaba en la mesa después de comer y al sacar el postre lo probé antes de que dejaran el plato: me dijo [Antonio] que era un gordo y un avaricioso y cogió una tableta de chocolate de un kilo y me la hizo comer entera a base de gritos y golpes”, ha explicado el joven. Por último, llegaron los abusos sexuales. Primero a manos del único varón que se sienta en el banquillo. Fue, ha dicho, con 15 años. “Me dio tips para complacer a un hombre y simuló sobre mí el acto de penetración; me puse muy nervioso y lo aparté”. Con 17 años inició una relación con una de las acusadas. Ahí medió el tío Toni: “Me masturbó para solucionar un problema que tenía con el frenillo”.
La misma línea temporal se reprodujo en el caso de la otra víctima que ha expuesto su testimonio ante el tribunal. “Mi vida de niña en La Chaparra era súper bonita. Todo era perfecto, recuerdo una infancia feliz. Venía el duende, Papá Noel…”. “Cuando te bajaba la regla, decía que ya eras mayor y con cualquier pretexto, porque tenías dolor o los ovarios oscuros, te tenía que curar y darte luz”, ha relatado la joven. Fue abusada por el líder —con la participación de su tía y de la mujer de este— en ausencia de sus padres: el tío Toni los había alejado de la comunidad por temas laborales.
Las secuelas psicológicas salpican también las historias de ambas víctimas, en terapia desde su salida de la secta. Fue entonces cuando conocieron los casos de los otros menores abusados, con quienes habían convivido. Nunca, han dicho, presenciaron actos sexuales con otros menores. “Yo sé mi historia”, han dicho. “Sí recuerdo entrar una vez en la habitación de Toni” —junto a una de las hoy procesadas—; estaba con una niña, llorando a los pies de la cama; Antonio le dijo [a la acompañante adulta]: llévatela porque creo que me he pasado”.
La joven que ha declarado este martes ha afirmado que el trauma de la agresión sufrida le bloqueó los recuerdos. Ha ido devolviendo a su mente lo ocurrido con el tiempo. Cuando eso ocurrió, fuera ya de La Chaparra, y lo compartió con su entorno, tuvo que enfrentarse, ha dicho, al descrédito. “Mis tías me decían que hiciera honor a mi nombre, el de una guerrera astral que había bajado a la tierra a dar luz, y que hiciera eso: dar luz, y callarme”.
Tras las dos víctimas, menores en el momento de los hechos, han declarado dos mujeres exintegrantes de la secta. El tío Toni las captó aprovechándose de su delicada situación emocional. La primera —personada como acusación particular y abuela de dos de las menores abusadas— acababa de quedarse viuda. La segunda buscaba apoyo ante los problemas con la bebida de su marido. “Yo creía ciegamente en él”, han repetido ambas. Así, y por el miedo que infundía su “agresividad verbal” y su “machaque psicológico”, aceptaron esas terapias en las que el líder utilizaba “una maquinita” —vibrador— que depositaba sobre sus genitales “porque así nos salvaba de la negatividad”. Luego llegaron las relaciones sexuales: “Dijo que mis miomas eran cáncer, y que así me curaría, y me dejé”, ha explicado una de ellas. A las dos les planteó tener descendencia.
“Antonio quería formar un triángulo con siete mujeres, y yo era una de las elegidas. La misión era dar luz al mundo, con sexo”, ha señalado una de las testigos. En la ubicación previa a La Chaparra, ha recordado las orgías, con masturbaciones grupales, organizadas en ese triángulo, y la presencia en ellas de una menor. También la niña estuvo presente el día en el que, según ha relatado, el líder reunió a las siete mujeres y les desveló que mantenía relaciones sexuales con todas ellas. “Lo pasamos mal, pero nos convenció porque dijo que era por un motivo espiritual”. Ambas han reconocido que supieron de los abusos cometidos contra menores una vez fuera de la secta, y en voz de las víctimas.
Tras los ocho primeros de los 53 testigos convocados, el juicio se reanudará el miércoles de la próxima semana. El 26 y 27 de noviembre comparecerán los 10 peritos y del 1 al 3 de diciembre declararán los seis acusados.
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