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El juicio por abusos sexuales a seis integrantes de la secta que operaba en una masía de Castellón arrancará el 3 de noviembre

La fiscalía pidió suspender la vista en abril al ver insuficientes las cuatro jornadas previstas para los 55 testigos citados, por lo que ahora tendrá 13 sesiones

Más de seis meses después de su aplazamiento, el juicio contra seis integrantes de la secta asentada en la masía de la Chaparra de Vistabella (Castellón), acusados de abuso sexual y para quienes la fiscalía pide penas que oscilan entre los 16 y los 76 años de prisión, ya tiene nueva fecha. Arrancará en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Castellón el 3 de noviembre y se prolongará, durante 13 sesiones, hasta el día 27 del mismo mes.

La ampliación de las jornadas fue la demanda de la Fiscalía de Castellón, a la que se adhirieron todas las partes, para suspender el juicio el pasado mes de abril. El ministerio público pedía elevar a 20 las sesiones, argumentando que las cuatro inicialmente previstas eran insuficientes ante el volumen de testigos, hasta 55, y de pruebas periciales, entre ellas, 25 informes forenses.

Los seis procesados, un hombre y cinco mujeres ―entre ellas la pareja y la nuera del líder, que concertaban los ritos sexuales con fines sanadores―, serán juzgados por nueve delitos continuados de abuso sexual, seis de ellos a menores de edad, y un delito de asociación ilícita.

La fiscalía les acusa de formar parte de un grupo pseudorreligioso y sectario organizado en torno a la figura de un guía espiritual, conocido como el tío Toni, fallecido en prisión, que ofrecía y sometía a sus miembros a terapias supuestamente sanadoras basadas en ritos sexuales. Se valía, indica el ministerio público, “de la abducción psicológica de sus fieles para constituir la comunidad con una finalidad de satisfacer sus deseos sexuales y de control sobre sus adeptos, que le atribuían poderes especiales de los que en realidad carecía”.

El grupo comenzó a actuar en el año 1990 en Castellón, pero con el tiempo y ante el aumento de los miembros se trasladó a la pequeña localidad de Vistabella, donde se consolidó la comunidad en la masía de la Chaparra, de 700 metros cuadrados y a apenas ocho kilómetros del pueblo. Allí residían, temporal o permanentemente, los seguidores de la secta junto a sus familias.

El ministerio público sostiene que los procesados, movidos por la obediencia y admiración que sentían hacia el líder, fueron piezas esenciales para los encuentros sexuales protagonizados por este bajo pretextos sanadores, también con las menores de edad. Encuentros que provocaban e incluso llegaban a presenciar los acusados. Las procesadas, entre ellas su mujer y su nuera, eran quienes conducían a las niñas a la habitación del guía espiritual, “pero solo él decidía quién y cuándo se podía entrar”.

Las directrices que imponía en la comunidad el líder de la secta lograron, según el fiscal, que los menores “normalizaran comportamientos atípicos de índole sexual” o que los aceptaran “por miedo a desairar al líder”. Tras los muros de la masía de Vistabella, el tío Toni implantó, según la Fiscalía, “una doctrina dogmática y totalitaria basada en la fijación de pautas conductuales y actitudes vivenciales fuertemente disciplinada, con distribución de funciones bajo su dirección y por delegación suya, de su esposa, la acusada”.

Su patrimonio fue creciendo gracias a sus seguidores. Mientras se dedicaba a la pintura, sus adeptos “se veían obligados a realizar largas jornadas de trabajo dentro y fuera de la comunidad” a la que destinaban sus sueldos. “A las mujeres se les encomendaba las tareas domésticas y a los hombres el mantenimiento y las obras. También los jóvenes y adolescentes que estudiaban debían contribuir según su género, las chicas con tareas domésticas y los chicos con trabajo en la masía”, recoge el ministerio público. La salida del recinto no estaba prohibida, pero la opción “era desalentada y presentada como algo nocivo, fomentando las relaciones de pareja entre miembros del grupo y desaprobando las relaciones con personas del exterior”. Durante su infancia, los menores ―muchos nacidos en la comunidad― eran apartados de esta disciplina. Obsequiados con fiestas y “regalos caros”, acababan viendo en el líder una “figura paterna”.

El líder de la secta, de 64 años, fue hallado muerto en mayo de 2022 en su celda en el Centro Penitenciario Castellón I, donde permanecía en prisión preventiva desde su detención dos meses antes. Necesitaba bombona de oxígeno y silla de ruedas, no se valía por sí mismo y realizaba continuas visitas médicas. Su responsabilidad penal se declaró extinguida por auto dictado tras su fallecimiento.

La detención del tío Toni se produjo el 6 de marzo de 2022, cuando la policía accedió a la masía en la que vivía junto a un grupo de personas, entre ellas menores de edad, dos de los cuales pasaron a ser tutelados por la Generalitat Valenciana. En el marco de la operación policial fueron liberadas doce personas. Se saldó con varios arrestados, además del líder, y causó sorpresa tanto en Vistabella como en los municipios cercanos.

“Es algo que ni sospechábamos ni podíamos imaginar”, decía entonces el alcalde de Vistabella, Jordi Alcón. El dispositivo de Guardia Civil, policía, ambulancias y un helicóptero les hizo pensar, reconocía otro vecino, “en un tema de drogas, pero nunca en algo así”. Reconocen que no trascendía nada de lo que ocurría en La Chaparra, salvo que se autoabastecían con ganado y cultivos propios. Para el resto de alimentos acudían a los comercios del pueblo, “como cualquier otro vecino; algunos incluso habían llegado a tener negocios aquí o trabajado para empresas locales”, señalaba el regidor.

La fiscalía pide para los seis procesados penas que van de los 16 a los 76 años de cárcel, y que suman en total 338 años de prisión. Además, solicita indemnizar conjunta y solidariamente a los menores víctimas de abuso sexual con 120.000 euros por los daños morales y perjuicios psicológicos causados.

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