Cinco años de abusos en la secta de La Chaparra: “El tío Toni nos decía que si teníamos hijos con él traeríamos al mundo seres de luz”
Una de las víctimas relata los abusos sexuales “con fines sanadores” que el líder cometió contra ella de los 12 a los 17 años y confirma la mediación de varias de las procesadas en los encuentros íntimos con menores

En tres horas de relato, C.L., exintegrante de la secta de La Chaparra de Vistabella (Castellón) y su hija S.L, hoy mayor de edad y afincada en la masía a los pocos días de nacer, han narrado su vida y los abusos sexuales sufridos en el grupo sectario, en la primera sesión del juicio que acoge la Audiencia Provincial de Castellón. Ambos han reconocido la implicación de varias de las seis procesadas en estos delitos, por los que se sientan en el banquillo.
Tres horas para condensar años de abusos sexuales bajo fines sanadores; de control, extorsión, “machaque psicológico”, castigos y desprecios hacia quienes no obedecieran; de donaciones económicas sin retorno y de manipulaciones sobre las que el líder, al que llamaban el tío Toni, fallecido en prisión hace tres años, consolidó a golpe de dogma, en este búnker a ocho kilómetros del pueblo castellonense, un “grupo pseudoreligioso y sectario” ―recalca la fiscalía― con una misión: salvar, y sanar, a la humanidad a través de ritos esotéricos y prácticas sexuales. La secta cayó en mayo de 2022 tras un amplio operativo policial.
C.L. y sus hijas (junto a S.L también se ha leído la declaración de su hermana pequeña), además de otra exintegrante y madre de otras dos menores víctimas de abusos sexuales, han sido los primeros de los 53 testigos que, durante trece sesiones, y junto a una decena de peritos, comparecerán en el macrojuicio de la secta sexual de Vistabella.
Los seis procesados ―entre ellas la esposa y la nuera del líder, y la madre y expareja, respectivamente, S.L. y C.L.― se enfrentan a entre 16 y 76 años de prisión por nueve delitos continuados de abuso sexual, seis de ellos a menores de edad, y un delito de asociación ilícita.
S.L., ha narrado este lunes los abusos sexuales que sufrió por parte del líder desde los 12 a los 17 años. Abusos que empezaron, ha dicho, “cuando me vino la regla” y que el tío Toni cometía, cada vez con mayor frecuencia, “con el pretexto de que iba a sanarme”. “Me decía que para que tuviera efecto lo que hacía tenía que dejarme llevar”, ha señalado. “Acordé con Toni que esto jamás se lo iba a contar a nadie; me daba mucha vergüenza”.
Los encuentros se producían en la habitación del guía espiritual, que también se hacía llamar el enviado de Dios. “Pensaba que era la única, pero luego vi a más niñas entrar en la habitación y deduje que les pasaba lo mismo que a mí, pero jamás lo hablamos entre nosotras”, ha indicado la testigo, quien ha confirmado la mediación de la mujer y la nuera del tío Toni en esos encuentros sexuales con menores. “Eran ellas quienes las llamaban [a las niñas] para acudir al dormitorio”, ha aclarado. También quienes acompañaban en ocasiones a las víctimas: “Recuerdo que una vez estaba muy nerviosa porque Toni me iba a poner un vibrador, y su nuera entró conmigo y estuvo dándome la mano”.

La ayuda psicológica de la que ha requerido S.L. (actualmente de baja) contribuyó a desbloquear recuerdos y más abusos: desde felaciones a penetraciones. “Llega un momento en el que la cabeza me estalla y me vienen escenas; recuerdo que Toni llegó a decirme que quería hijos conmigo, siempre decía que si teníamos hijos con él íbamos a traer seres de luz y a tener un mundo mejor; es ahí cuando soy consciente de que estaba abusando de mí y no ayudándome”, ha indicado.
S.L. dejó La Chaparra en marzo de 2021. Antes le había contado a su madre lo ocurrido. Las “llamadas” de Toni cesaron tras la conversación de su progenitora con el líder, pero no hubo denuncias, ni huidas. El padre de la menor estaba fuera ya, tras divorciarse. La madre, procesada, siguió dentro junto a sus dos hijos pequeños, que tuvo con el líder. “Eran dos gotas de agua”, ha relatado en el juicio C.L., padre de las víctimas, respecto al parecido “con Antonio” y “con otros niños de la comunidad” a quienes hasta ese momento creía hijos biológicos suyos.
Desde principios de 1990
La historia que C.L. ha desvelado durante su testimonio este lunes reproduce el patrón de onmipresencia implementado por el tío Toni para ganar adeptos y afianzar su proyecto. Fue la madre de este testigo, personada como acusación particular y “en una situación emocional delicada tras enviudar”, quien le presentó al gurú a los 15 años. Eran los primeros años de la década de 1990 y la secta empezaba a perfilarse.
“Se hacía con el favor de la gente; y a mi madre le hacía sentir bien”. El vínculo de C.L. y su madre con “Antonio” se fue estrechando, hasta el punto de peregrinar junto a él por las diferentes sedes de la comunidad y de financiar desde su propio bolsillo varias de ellas, incluida La Chaparra. Llegaron a desembolsar 300.000 euros, entre la compra de la finca, de coches y la puesta en marcha de negocios ―una panadería y una carpintería― para financiar la secta.
El tío Toni medió también en su matrimonio: “Hizo de celestino, fue quien me presentó a mi mujer”. Su hija, S.L. tenía un mes cuando llegaron a La Chaparra. Allí fue testigo del “orden jerárquico absoluto” del guía espiritual. Un totalitarismo que extrapoló tanto a las actividades laborales perfectamente divididas por género, como a los castigos infligidos contra quien se salía de la norma: “Antonio tenía la mano muy larga, pero más allá de la facilidad de soltarte un sopapo, el principal castigo era el del desprecio absoluto, no hacerte la vida fácil dentro de la comunidad”.
Allí, en La Chaparra, esculpió, junto al resto de adeptos, su admiración hacia el líder: “Evidentemente, creíamos en sus dotes de sanación; lo veíamos como una persona especial”. Así afianzó su confianza en las técnicas religiosas y sexuales del tío Toni, pese al “shock” que algunas le provocaban. El testigo ha relatado cómo él mismo protagonizó una de las “terapias de limpieza de energía negativa”, en las que el líder espiritual pasó de la imposición de manos habitual sobre las zonas del cuerpo a sanar, “a pedirme que me desnudara y eyaculara como parte de una supuesta liberación”. “Era un disparate y extremadamente incómodo; no tenía sentido, pero allí normalizamos conductas y no le dábamos más importancia porque confiábamos en Antonio”.

C.L. ha reconocido que estando allí dentro jamás sospechó que hubiera encuentros sexuales con menores. El conocimiento de los casos, ha dicho, le llegó siendo ya exmiembro de la secta. Entre ellos, “de extrema gravedad”, como el de su hija mayor, y los de las hijas, también menores, de otra de las testigos que ha declarado este lunes. Esta ha reconocido que las niñas sufrieron abusos y que le explicaron que el tío Toni había introducido los dedos en la vagina de una de ellas delante de otras mujeres cercanas al líder. También ella misma, ha señalado ante el tribunal, se sintió presionada para mantener relaciones sexuales con el líder.
El juicio se reanudará este martes y seguirá los días 12, 13, 14, 17, 18, 19, 20, 21 y 24 con nuevos testigos. El 26 y 27 de noviembre comparecerán los diez peritos y del 1 al 3 de diciembre declararán los seis acusados.
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