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Sánchez vuelve al otoño infernal

El presidente mima a Junts para evitar la ruptura mientras prepara una durísima comparecencia en el Senado. “Si miente irá al Juzgado. Si dice la verdad, también”, avisa Feijóo

Carlos E. Cué

No podía durar mucho. El Gobierno ha vivido un regreso de vacaciones dulce, con un septiembre en el que recuperó con claridad la iniciativa política mientras el PP se enredaba en sus divisiones internas alrededor de la masacre en Gaza o sus batallas con Vox. El entorno del presidente dio por superada la crisis de junio, que estuvo al borde de hacer caer al Ejecutivo por el caso Cerdán, y salió a la ofensiva con todo tipo de iniciativas. La economía además sigue ofreciendo datos récord de empleo y mejora de las expectativas.

Pero en política nadie juega solo. Y ahora, Pedro Sánchez vuelve a la cruda realidad de un nuevo otoño político infernal, o al menos una semana muy difícil, con una especie de pinza no declarada entre el PP y Junts con dos hitos: la reunión de los independentistas el lunes en Perpiñán en la que amenazan con suspender de nuevo las relaciones con el PSOE y votar todo en contra, bloqueando la legislatura, y la comparecencia del presidente el jueves en el Senado. Esta segunda cita se prevé salvaje, con toda la oposición centrada en echarle a la cara a Sánchez todos los procesos contra los ex secretarios de Organización del PSOE, pero también contra su familia, un asunto especialmente sensible y en el formato más difícil posible: en una comisión de investigación con posibilidad de interrupciones ilimitadas, en una cámara con mayoría absoluta del PP y con un presidente de la comisión de este partido. Alberto Núñez Feijóo ya empezó a calentar este sábado la comparecencia y avisó de que serán muy duros. “Si [Sánchez] miente irá al Juzgado y si dice la verdad, también”, sentenció.

El asunto de Junts es el más delicado, porque ahí sí se juega la legislatura. La comisión de investigación es un hito importante, y Sánchez y su equipo la están preparando a conciencia para dar muchos detalles y responder a la ofensiva a todas las preguntas para huir de la imagen de presidente acorralado que buscan el PP y Vox, pero con Junts está en juego la mayoría y la posibilidad de sacar adelante las votaciones cada semana.

Por eso, Sánchez se ha volcado en tratar de mover cosas para mimar a sus socios, pero no ahora, sino desde el verano, cuando ya se vio que Junts planteaba un otoño caliente. Y el resultado de esos movimientos pilotados por Diego Rubio, su jefe de Gabinete, y José Manuel Albares, ministro de Exteriores, llegó el viernes, con un inédito comunicado conjunto con el Gobierno alemán que abre la puerta a una negociación esta vez sí con perspectivas de éxito para reconocer el catalán, el euskera y el gallego en la UE.

A Junts no le basta esto. Quieren mucho más: inmigración, reincidencia, okupación. Y sobre todo necesitan un horizonte para el regreso de Carles Puigdemont a España sin riesgo de ser detenido. Pero el movimiento de alto nivel, que se terminó de cerrar en Bruselas el jueves, cuando Sánchez y el canciller Friedrich Merz se encontraron en la cumbre de la UE, demuestra hasta qué punto el presidente está concentrado en moverse para asegurar la legislatura. Este sábado llegó un jarro de agua fría desde Berlín: el Gobierno alemán, a través de su portavoz, señaló que Merz “no ha cambiado de posición” sobre el tema del catalán y sigue pensando que hay que cambiar los tratados europeos para incluirlo. Desde La Moncloa señalan que lo importante es el comunicado del viernes, y que este problema de los tratados es soluble. El PP también presiona a Merz y a otros para que tumben esta posibilidad. Pero Sánchez confía en que él tiene mucho más que ofrecer a Merz que Feijóo, y en que finalmente acabará logrando aprobar la iniciativa.

Distintas fuentes del Gobierno admiten su inquietud con Junts, pero también aclaran que en realidad, ya desde el año pasado, las cosas son muy difíciles con ellos, y no creen que vaya a cambiar mucho. “El cambio relevante sería una moción de censura. Pero todos pensamos que eso tendría un coste inasumible para Junts, sus votantes no le perdonarían que abriera la puerta al PP y Vox”, señala un ministro. Todos estarán muy pendientes de que lo pase el lunes, pero confían en que al final, con muchas dificultades, como hasta ahora, se puedan aprobar leyes importantes de las que dependen miles de millones de fondos europeos, como pasó hace dos semanas con la Ley de Movilidad Sostenible, en una negociación que lideraron Félix Bolaños y Óscar Puente. En Junts exigen al PSOE, que igual que ha presionado a Alemania por el catalán, lo haga también con Podemos para que apruebe la transferencia de inmigración a Cataluña.

En cualquier caso, nadie tiene mucho margen. Ni el Gobierno para dar a Junts lo que pide ni Junts para romper y votar todo en contra. “¿Van a rechazar el decreto de la dana, o el de la ELA?”, se pregunta un miembro del Ejecutivo. Lo que sí está clarísimo ya es que los Presupuestos son prácticamente imposibles, pero Sánchez está dispuesto a seguir sin ellos. Y también en La Moncloa creen que el PP tiene sus propios problemas y está demostrando aún más inestabilidad en sus autonomías por su guerra con Vox, que está a punto de llevar a un adelanto electoral en Extremadura.

“Todo el mundo tiene coste en sus decisiones. Tanto el PP como Junts están dejando libre el espacio del centro al radicalizarse”, señala otro miembro del Ejecutivo, más optimista. Salvador Illa, del PSC, parece estar ocupando parte de ese lugar tradicional de convergencia en Cataluña. En el resto de España, al PSOE le cuesta mucho más entrar en terreno del PP, pero al menos se corta la sangría de votos hacia los populares mientras ellos sigan mirando a la derecha de Vox.

El Gobierno confía aún en reconducir los problemas con Junts. Algunos bromean con la idea de que son una especie de “aliados a tiempo parcial”, que a veces se alejan y otras vuelven, pero sin llegar a romper del todo. “Ya sabíamos que la segunda parte de la legislatura iba a ser más difícil. Cada vez costará más. Pero aún podemos sacar las cosas más importantes y sobre todo tenemos el dinero de los fondos europeos que hay que gastar en 2026. No vamos a ir a elecciones, no tiene sentido”, resume otro miembro del Ejecutivo.

En ese contexto de resistencia, es muy importante el resultado de la comparecencia del jueves en el Senado. Algunos en La Moncloa confían en que sea “un punto de inflexión” si Sánchez logra salir airoso y explica bien los casos que afectan a su familia, que él ve totalmente inconsistentes, a diferencia de los que implican a sus dos ex secretarios de Organización. Algunos recuerdan que ya ha habido 88 comparecencias en esta misma comisión, varios ministros incluidos, y ninguna ha salido especialmente mal para el Gobierno.

Aunque el resultado es una incógnita. El riesgo es que a Sánchez le pase como en el debate con Feijóo en 2023, que le salió muy mal. Pero eso también fue un aprendizaje. Sánchez está muy acostumbrado a hablar largo, sin interrupciones, a contestar solo a lo que quiere en las comparecencias en el Congreso. Aquí habrá interrupciones, le apretarán, y tiene al moderador en contra. Pero lo están preparando a conciencia para dar con el tono y sobre todo para ofrecer muchos datos contundentes. “Habrá mucho juego sucio. Van a jugar a sacarle de quicio. Pero todo tiene respuesta, todo se puede explicar, y es lo que va a hacer. Creemos que habrá un antes y un después de este día”, resumen en el Ejecutivo.

Lo que está claro es que las semanas de calma después del verano se acabaron. El Gobierno vuelve a un otoño de infierno, como el año pasado, cuando Junts puso en suspenso la relación. Pero también ha demostrado una gran capacidad para sobreponerse y gestionar una mayoría imposible que, sin embargo, con algunas sonoras excepciones, consigue sacar adelante algunos de los hitos más importantes.

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Sobre la firma

Carlos E. Cué
Es corresponsal político de EL PAÍS, encargado de la información del Gobierno y de los viajes del presidente. Antes fue corresponsal en Buenos Aires y está especializado en información política, siguiendo a distintos gobiernos y a varios partidos. Ex alumno del Liceo Italiano de Madrid, se licenció en Economía y cursó el máster de EL PAÍS.
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