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Sánchez fía su supervivencia política al impulso de la agenda social

Los Presupuestos parecen casi imposibles, pero el Gobierno prepara nuevas medidas progresistas para septiembre con los que dar sentido a los dos años que restan de legislatura

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, en el Congreso, el pasado 9 de julio.
Carlos E. Cué

La política española se parece cada vez más a un cruel combate de boxeo resuelto a los puntos al final de los 15 asaltos, que llegará con las próximas elecciones. Los dos contendientes parecen exhaustos, al límite, pero ninguno es capaz de noquear al rival. El PP creyó hace mes y medio que al fin, después de siete largos años de lucha, tenía a Pedro Sánchez contra la lona por el caso Cerdán. Y, sin embargo, la temporada política termina este lunes con la rueda de prensa de balance del presidente, y este martes, con el último Consejo de Ministros, con una sensación extendida de que Sánchez no solo ha sobrevivido una vez más al intento de noquearlo, sino que ha logrado mucho más aire del previsto por el escándalo de corrupción del PP del caso Montoro al que se ha sumado un error no forzado de la oposición que ha llevado a la dimisión de Noelia Núñez, un personaje en ascenso en el PP y miembro de la pequeña cúpula de Alberto Núñez Feijóo, por falsear su currículo.

Sánchez, explican varios ministros, llega al descanso veraniego, este año más largo de lo habitual, agotado físicamente y tocado personalmente, con evidentes gestos de desgaste y una delgadez inusual, pero con capital político suficiente, aunque débil, para pensar en reactivar la legislatura a partir de septiembre. Y está convencido de que el PP aún sufrirá en un otoño plagado de juicios sobre la corrupción y el abuso de poder en la etapa de Mariano Rajoy, un líder al que Feijóo siempre reivindica.

En La Moncloa creen que el PP ha cometido un grave error al centrar toda su estrategia de oposición en la corrupción, porque este partido sigue arrastrando una imagen muy negativa en esta cuestión que precisamente en su momento alimentó a Ciudadanos y ahora lo hace con Vox, que según los sondeos es el que más está saliendo favorecido de la tensión de las ultimas semanas. El PP, por el contrario, piensa que el desgaste de Sánchez es imparable y será cada vez mayor hasta cuando decida convocar las elecciones, así que Feijóo no parece tener ninguna intención de cambiar la línea centrada directamente en la familia del presidente y esa frase con la que remató la temorada: “¿De qué prostíbulos ha vivido usted?"

Sánchez hará este lunes, en el ecuador de la legislatura ―el pasado 23 de julio se cumplieron dos años de las elecciones― un balance triunfalista de los datos económicos y las reformas aprobadas. La debilidad parlamentaria y las sonadas derrotas del Ejecutivo muestran una imagen de legislatura improductiva, pero Sánchez enumerará lo realizado para tratar de demostrar lo contrario. Sánchez insiste en que los medios se centran en sus derrotas, pero él lo hace en que gana el 87% de las votaciones a pesar de estar en minoría y en un Congreso más fragmentado que nunca en el que “no hay una mayoría de izquierdas pero tampoco de derechas, y solo el PSOE puede articular una mayoría, porque el PP no lo logra”, aseguró esta semana en una conversación con los periodistas en el avión oficial a la vuelta de su séptima gira latinoamericana. “Hemos ganados seis de siete votaciones, ni tan mal”, presumió el martes, en Montevideo, mientras toda la prensa se fijaba en la caída del decreto antiapagones.

Sánchez y su equipo negociador, con Félix Bolaños y María Jesús Montero al frente y ahora ya sin Santos Cerdán, parten de una premisa que les da cierta tranquilidad: algunos grupos pueden hacerles sufrir, especialmente Junts y Podemos, pero nadie quiere ser el culpable de tumbar al Gobierno y mucho menos acercarse al PP. Por eso, con dificultades, el Gobierno sigue pensando que podrá sacar casi todas las votaciones, y el decreto energético antiapagones acabará aprobándose con cambios de alguna manera, como pasó con la agencia de salud pública,

Pero en La Moncloa son conscientes de que todo esto no basta. Para evitar la sensación agónica que domina la legislatura, Sánchez necesita volver en septiembre con mucha mas fuerza. En el Gobierno ya hay debate interno y cruce de papeles para intentar trabajar una agenda social potente para el próximo periodo de sesiones. Sánchez ha pedido ideas y hay varias posibilidades encima de la mesa para regresar con fuerza.

Otro golpe de efecto importante sería una crisis de Gobierno para arrancar la temporada. Sánchez no la descartó en su conversación con los periodistas, aunque jugó al despiste. Estaba muy claro que el presidente no quería hacerla en julio, porque entonces quedaría vinculada al caso Cerdán, cuando él insiste en que no afecta al Gobierno sino al PSOE ―aunque en realidad las mordidas sí afectarían al Ejecutivo porque serían alrededor del Ministerio de Transportes―, pero tendría mucho más sentido una crisis de arranque de temporada para la segunda mitad de la legislatura. Sánchez lo lleva como siempre de forma muy discreta, pero buena parte del Gobierno asume que es muy probable que llegue en este arranque de temporada.

Como siempre, todos los ojos se ponen en ministros como Fernando Grande-Marlaska, muy criticado internamente por no lograr tener ninguna información de lo que sucede en la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, hasta el punto de estos investigadores descartaron un audio enviado por el empresario y comisionista Víctor de Aldama a Koldo García, exasesor del ministro José Luis Ábalos, y en el que aquel dejaba fuera a la esposa del presidente de cualquier relación con el rescate de Air Europa, algo muy sensible para el Gobierno, y el ministro aparentemente no se enteró. De nuevo en el Gobierno hay malestar contra la UCO por esta decisión de descartar esta grabación. En cualquier caso, Sánchez siempre defiende a Grande-Marlaska, en quien deposita una gran confianza. Pero las especulaciones de posibles cambios vuelven a colocarle a él entre relevos probables.

Lo único que realmente encarrilaría la legislatura es aprobar los Presupuestos de 2026, según admiten distintos miembros del Gobierno. Parece casi imposible, sobre todo por Podemos, que ha mostrado una y otra vez, también en el decreto antiapagones, que está dispuesto a llevar al límite su línea de oposición al Gobierno. De hecho, fuentes de Podemos aseguran que si Sánchez presenta los Presupuestos, ellos interpretarán que lo hace sabiendo que no saldrán y con la idea de buscar un colchón político para convocar elecciones unos meses después. “En la izquierda nadie va a aprobar unos Presupuestos de aumento del gasto militar y Junts tampoco parece querer darle ese aire al Gobierno. Si los presenta es porque quiere ir a elecciones”, señalan.

Distintos miembros del Gobierno consultados creen que Sánchez no presentará unos Presupuestos para perderlos, porque efectivamente eso abriría la puerta a una convocatoria electoral, pero sí parece que el Ejecutivo quiere al menos intentar la negociación y mostrar que tiene un proyecto político alrededor de unas cuentas públicas, para al menos abrir ese debate. En el Ejecutivo preocupa mucho el hecho de haber perdido la iniciativa política, de ir arrastrados por la agenda que marca la oposición, y todos estos elementos, desde la agenda social a los Presupuestos pasando por el cambio de Gobierno, pondrían el foco en las decisiones de Sánchez.

Lo que nadie oculta es que, una vez pasado el ecuador de la legislatura y con un caso grave de corrupción en el corazón del sanchismo que aún podría empeorar, es muy probable que la mayoría se haga cada vez más frágil porque todos los socios empiezan a buscar diferenciarse ante la posibilidad de que haya elecciones en unos meses. Aitor Esteban, líder del PNV, buen conocedor del Parlamento, habló esta semana de una “coalición negativa”, en la que al PP y Vox se suman cada vez más a menudo los votos de Junts y de Podemos, como pasó el martes. Pero hubo otros que también se apuntaron, como el BNG y la Chunta Aragonesista, y Compromís también ha mostrado distancia en otras ocasiones.

Además, la coalición vive un momento de gran tensión interna porque Sumar está presionando para acelerar la agenda social y, sobre todo, para llevar este martes el decreto que amplía los permisos laborales. La batalla política entre Yolanda Díaz y Maria Jesús Montero, la ministra de Hacienda y quien más se resiste a esta ampliación que supondría una cantidad de dinero relevante, es muy fuerte en estas horas.

Sumar está decidido a presionar hasta el último minuto en un contexto en el que Sánchez, con una rueda el lunes en la que quiere presumir de políticas progresistas, debería intentar cerrar ese frente. Díaz también intentará de nuevo en septiembre cerrar el acuerdo con Junts sobre la reducción de la jornada laboral. Los dos sectores del Gobierno, aunque con mucha discusión interna sobre su alcance, se están moviendo pues para intentar dar contenido a la legislatura y tratar de salir de la sensación permanente de agonía. No está claro si lo conseguirán. Pero sí que el fin de temporada será menos duro para el Gobierno de lo que parecía hace un mes y medio, y Sánchez aún buscará un giro para tratar de recuperar la credibilidad perdida.

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Sobre la firma

Carlos E. Cué
Es corresponsal político de EL PAÍS, encargado de la información del Gobierno y de los viajes del presidente. Antes fue corresponsal en Buenos Aires y está especializado en información política, siguiendo a distintos gobiernos y a varios partidos. Ex alumno del Liceo Italiano de Madrid, se licenció en Economía y cursó el máster de EL PAÍS.
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