La ‘narcogasolinera’ flotante de Baldomero, la sofisticación inédita en el narco del Estrecho
La Guardia Civil detiene a cuatro personas acusadas de manipular un barco recreativo para suministrar hasta 2.200 litros de combustible a las narcolanchas


Baldomero y su gente sacaron a primera hora del pasado 14 de julio su embarcación recreativa desde una nave de Zona Franca de Cádiz para hacerse a la mar. Pararon en una gasolinera low cost cercana y repostaron con la idea de botar su barquito en las inmediaciones de Puerto América, la infraestructura para naves deportivas que frecuentaban un par de veces por semana. Llevaban sus cañas de pescar, la coartada parecía perfecta. El problema es que la recreativa de Baldomero iba cargada hasta las trancas de 2.200 litros de combustible en un nuevo servicio al narco detectado en Cádiz por primera vez: la de convertir una embarcación cualquiera en una discreta y sofisticada narcogasolinera flotante para surtir a las narcolanchas que alta mar esperan su carga de droga.
Pero ese día, el pasado lunes 14 de julio, ya no pudo ser. El hombre de 58 años, natural de Los Barrios; su hijo de La Línea de la Concepción al igual que el tercer investigado y un cuarto sospechoso de El Puerto de Santa María acabaron engrilletados en la misma gasolinera donde comenzaba su jornada. La Unidad de Análisis en Investigación Fiscal y Fronteras (UDAIFF) de la Comandancia de Cádiz reventaba así la denominada operación Flotante en la que han empleado casi un año en apuntalar la trazabilidad completa de esta nueva forma de petaqueo, el nombre con el que se conoce a la actividad de logística de suministrar combustible, víveres, herramientas y personal a las narcolanchas que pasan semanas en alta mar a la espera del hachís o la cocaína que les llega de Marruecos o de otras embarcaciones.
Baldomero y su grupo llevaban una vida “discreta” y sin sobresaltos, como ha explicado este martes uno de los investigadores que le ha seguido los pasos estos meses. Solo pagaban en efectivo, los coches y motos que empleaban eran viejos y modestos hasta el extremo de dar pocas pistas de los pingues beneficios que conseguían con su trabajo de subcontrata del narco. La Guardia Civil de Cádiz sospecha que cobraban entre 14 y 16 euros el litro de combustible a los narcos y que su actividad era frenética. El pasado mes de mayo los agentes tienen atestiguados el repostaje de 16.000 litros en el mes, unos 250.000 euros de ingresos; en junio otros 13.200 litros de gaslina, unos 212.000 euros y en lo que llevaban de julio ya sumaban 10.300 euros en repostajes, unos 165.000 euros. “Y por que les pillamos”, apunta el guardia civil.

“Era fácil de detectar que algo estaban haciendo, pero había que demostrarlo”, apuntan desde la UDAIFF. Y ahí ha radicado la piedra angular de la operación. Además de esa vida discreta y la casi ausencia de antecedentes policiales relacionados con narcotráfico, Baldomero y los suyos habían conseguido transformar su embarcación recreativa para no levantar sospechas. Modificaron el interior para que el depósito de la nave pasase de los 400 litros de fábrica a los 2.200 que era capaz de cargar. Con ese cambio hecho eran capaces de repostar la embarcación, directamente subida a su remolque, sin usar petacas de gasolina y sin levantar sospechas. Para ello, usaban siempre gasolineras low cost sin personal, en las que adquirían más combustible del permitido legalmente.
De hecho, el día de la detención cargaron su embarcación con 3.000 euros de combustible que luego pretendían suministrar a las narcolanchas a 24 millas de la costa en viajes de tres o cuatro horas, como los que llevaban meses realizando. Frecuentaban más la zona del Estrecho que la de la desembocadura del Guadalquivir, según apuntan desde la investigación. Allí, lejos de miradas de curiosos, habilitaban una manguera con una bomba y un pescante hidráulico para hacer el repostaje. El negocio parecía irles tan bien que en la nave de Zona Franca la Guardia Civil encontró otra recreativa más con su interior vaciado al que se accedía a través de un sistema hidráulico.
Los agentes creen que el grupo se estaba preparando para dar el salto a hacer alijos de hachís procedente de Marruecos o incluso de cocaína, una droga cada vez más presente en el Estrecho. Pero hasta este pasado 14 de julio lo único que estaba atestiguado es que Baldomero había creado una empresa logística para el narco desconocida hasta la fecha. “Este nivel de sofisticación no se había visto hasta ahora”, sostienen desde la UDAIFF. En ese eficiente servicio al narco, el grupo también cubría todas las necesidades que pudiesen surgir: cambios de tripulación de las narcolanchas, kits de reparación para las zonas inflables de estas semirrígidas, hélices, cargadores de móvil o ropa, la mayoría técnica, pero también una camiseta con la cara de Pablo Escobar, el conocido líder sudamericano de la coca.
Los cuatro detenidos están ya en prisión provisional, investigados por pertenencia a organización criminal, contrabando, delitos contra la seguridad colectiva y falsedad documental. Además, figuran dos personas más investigadas por hacer de testaferros para escriturar a su nombre las embarcaciones y vehículos. De hecho, los agentes no descartan que la operación se salde con más detenidos en los próximos días. De momento, en la Guardia Civil se felicitan por el golpe dado al negocio del narco. “Esto les hace mucho daño”, asegura uno de los investigadores. Pero también son conscientes de que el negocio sigue, alimentado por unos petaqueros cada vez más descarados y alentados por la ausencia de una modificación del Código Penal que castigue la pertenencia y transporte de combustible a las narcolanchas que ya llevan años reclamando desde la Fiscalía Antidroga.
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