La huida del narco gaditano de la doble vida: de los vuelcos a tiros al blanqueo con empresas
La policía aflora hasta 1,5 millones de euros lavados por un traficante que amasó su fortuna a golpe de hachís, suministro de combustible a narcos y propiedades inmobiliarias


Los policías entraron al alba del pasado 23 de junio en la lujosa villa de Rafael, ubicada como una isla en un modesto diseminado a las afueras de El Puerto de Santa María (Cádiz). Lo buscaban a él, uno de estos narcos famosos por tener un extraño imán para verse implicado en tiroteos entre bandas, y también seguían el rastro de su dinero en efectivo, después de apuntalar que suma ya, por lo menos, 1,5 millones de euros lavados procedentes tráfico de hachís y el petaqueo, como se conoce en el argot el suministro de combustible a las embarcaciones de los narcos. Buscaron, rebuscaron, pero no aparecieron ni él ni los billetes. Detrás de una caja fuerte de la cocina solo encontraron un indicio: las gomillas elásticas con las que estaban atados los fajos. “A saber si fue por retranca o prisa, pero así lo dejó”, reconoce uno de los investigadores que estuvo en ese registro.
“Cuando uno está huido tiene una doble condena: antes o después vas a caer. El tiempo que estás escondido no puedes hacer nada y, al final, cuando caigas vas a responder desde ese momento”, resume el mismo investigador de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la comisaría de El Puerto, encarga de la investigación. Pero, de momento, Rafael A. B. suma una muesca más a su revolver de líos con la ley: estar en busca y captura como presunto autor de los delitos de blanqueo de capitales, pertenencia a organización criminal y delitos contra la ordenación del territorio. “En su mundo, les da jerarquía, les da poso, estar en búsqueda”, apunta el mismo agente.
Ese galón es de los últimos que le debía quedar por conseguir a Rafael, con una completa hoja de servicio en los círculos del hachís, pese a transitar la mitad de la década de los 30 años. Sus problemas con la policía comenzaron cuando era muy joven con delitos menores, hasta que en 2018 sus antecedentes policiales ya reflejaban sus pinitos en el tráfico de drogas, según apunta una fuente judicial conocedora del caso. Una vez en el mundillo, en la policía tienen constatado que ha transitado por todos los roles posibles: de hacer portes de hachís a verse implicado en “varios tiroteos, algunos de víctima y otros como autor” entre mafias en Jerez de la Frontera, relacionados con ajustes de cuentas, posesión de armas de guerra y vuelcos o robos de drogas entre bandas, el oficio más peligroso y pendenciero del narco.
Por eso en la comisaría de El Puerto, donde llevaban siguiendo sus pasos económicos desde mayo de 2024, fueron con todo cuando tocó explotar la llamada Operación Lavandero —inserta en el Plan Meridional y el Plan Táctico Bahía que estrecha el cerco al narco local— el pasado 23 de junio. Los investigadores solicitaron que el asalto de la casa lo hiciesen compañeros de los Grupos Operativos Especiales de Seguridad de la Policía, en un despliegue con helicóptero y más de 70 agentes de otras unidades como el Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas o GOIT —expertos en buscar zulos—, policía científica y la Unidad de Prevención y Reacción (UPR). “No es un narco premium, sino de estos que están metidos en cosas chungas y feas”, explica la misma fuente judicial.
En apenas siete años en los mundos del narco, Rafael ha sido capaz de amasar una fortuna de 1,5 millones de euros. “Y eso es lo que se le ha podido demostrar…” deja caer el investigador, que no descarta futuras pesquisas sobre él. En su haber o con la colaboración de amigos y familiares que actuaron como testaferros, aparecen motos de agua, embarcaciones, coches y hasta diez propiedades inmobiliarias, entre las que destaca un chalé en Chiclana levantado en terreno no urbanizable y otro en la Sierra de San Cristóbal, un diseminado de casas modestas de El Puerto donde el fugado se había levantado una casa a tope de lujos. “La típica horterada ostentosa que no te esperas allí”, resume sin rodeos la fuente judicial.
Todo ese despliegue de lujo, con viajes de negocio a Marbella incluidos pero sin apenas vida laboral que lo sustente, los revistió con una apariencia de falso empresario con dos negocios de hostelería y comercio en Jerez, uno de ellos abrió hace apenas unos días, ya con él huido y la operación reventada. En la investigación económica aparecen hitos extraños, como la compra de una panadería que, al tiempo vendió a un tercero que cerró la empresa en un mes. “No ha tenido el detalle ni de hacer de una barra de pan”, ironiza la misma persona. “Bien que le asesoraron o porque le iban a embargar, hay ciertos movimientos sin mucha lógica”, apunta el agente de la UDEF.
En los últimos tiempos, Rafael se había convertido en un peso importante del petaqueo, el suministro a las narcolanchas del hachís que cada vez trae más problemas a las fuerzas policiales gaditanas. “Es un hombre fuerte ahí”, apunta el investigador. Pero su maraña judicial le ha ido complicando la existencia cada vez más. De hecho, la investigación patrimonial arrancó también azuzada por ella. Tras acabar en prisión provisional, Rafael pudo acceder a la libertad pagando una fianza de 20.000 euros. El problema es que el abono lo hicieron sus allegados pagando 1.000 euros en efectivo, el mismo día y en la misma entidad bancaria, uno detrás de otro. “Obviamente era su dinero”, explica el agente.
“El narcotráficante tipo de aquí no es de cuello blanco, ni instruido. Van haciendo las cosas a brocha gorda y conforme le van contando. Le vas viendo las costuras en lo documental”, explica el mando de la UDEF portuense. Y así fue como la unidad fue cercando al investigado, hasta completar una investigación de la que solo quedaban los registros y la detención de Rafael. Pero todo se torció cuando al narco le llegó un ingreso en prisión por tráfico de drogas, justo la semana antes de la explotación de la operación. Es la interpretación que la policía encuentra, sin esconder su frustración, a que cuando los GOES entraron en su casa ya solo quedasen las gomillas de los fajos de billetes.
Pero el castillo de naipes de Rafael ya se ha derrumbado, los bienes muebles ya están decomisados y los inmuebles ya cuentan con una nota de embargo en el registro. “Y cuando cae es cuando te das cuenta que te quedas sin nada y con una condena”, añade el investigador, que estima que, cuando aparezca, se puede enfrentar a penas de hasta seis años de prisión, solo en lo relativo al blanqueo, y a una multa que es el triple de lo intervenido. “Cuando haga la cuenta con la almohada, se dará cuenta que toda su vida de lo que él consideraba trabajo se ha quedado en nada”, zanja el policía.
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