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Geopolítica
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La seguridad nacional de Estados Unidos está en venta

Exprimir el dinero de las empresas tecnológicas puede verse como una victoria política, pero es una gota en un océano

Estados Unidos

Quizá lo menos interesante de la decisión de Donald Trump de permitir a Nvidia y a AMD exportar semiconductores de alta gama a China a cambio del 15% de los ingresos es que probablemente sea ilegal. Más importante aún es la ventana que abre a la luz de cómo la presidencia está utilizando sus poderes de seguridad nacional, no para promover los intereses del país, sino para sus propias ambiciones más limitadas.

Para entender lo que está en juego, consideremos los chips H20 de Nvidia que Trump, al justificar su decisión, describió como un “chip viejo” que está “obsoleto”. En 2024,

Nvidia vendió alrededor de un millón de estos chips H20 “obsoletos” en China. Esto es unas cinco veces la cantidad de chips similares vendidos por Huawei. Una prueba contundente de que los chips H20 siguen siendo importantes se produjo en enero, cuando la empresa china DeepSeek los utilizó para desarrollar un revolucionario modelo de lenguaje de gran tamaño que ofrece un rendimiento de primera línea sin el precio de los modelos de OpenAI, Anthropic o Google. En consecuencia, estos semiconductores siguen desempeñando un papel fundamental en la competencia entre China y Estados Unidos en torno a la IA, de modo que permitir su exportación perjudica, en lugar de favorecer, los intereses estadounidenses.

China tiene cada vez más acceso a todos los demás insumos para crear nueva IA. Sus universidades todavía pueden reclutar y formar talento científico de primer nivel. Dispone de abundantes datos, energía e incluso un cuasi monopolio de minerales de tierras raras utilizados para construir la “pila” de IA. Sin embargo, la brecha de cuota de mercado de Nvidia y Huawei sugiere que el acceso a chips avanzados (incluidos los H20) sigue siendo una vulnerabilidad significativa. A principios de este año, RAND identificó los controles a la exportación de chips como la palanca más potente para moldear el desarrollo de la IA en China.

Esto explica la decisión de la Administración de Trump en abril, tres meses después del lanzamiento de DeepSeek, de imponer un nuevo requisito de licencia para los chips H20, con una presunción de denegación. Pero ahora la Casa Blanca ha renunciado a esa opción sin obtener concesiones de las empresas ni de las autoridades chinas.

Y Washington necesita concesiones de Pekín. China controla el 70% de las tierras raras del mundo, necesarias para muchas herramientas digitales. Importantes brechas en las cadenas de suministro militar estadounidense que podrían haberse resuelto con un acuerdo seguirán sin cerrarse. Artículos como los imanes resistentes al calor necesarios para misiles, cazas y bombas inteligentes seguirán siendo peligrosamente escasos. En un momento de creciente inversión en despliegues militares en el Indo-Pacífico que requieren precisamente estas herramientas, la política comercial estadounidense parece estar canibalizando la política de seguridad de Estados Unidos.

El acuerdo de exportación de Nvidia y AMD, en resumen, es un error no forzado. ¿Qué fue, entonces, lo que motivó la decisión? La autoridad del presidente para controlar las exportaciones de los llamados bienes de doble uso (que pueden servir tanto para fines civiles como militares), como los semiconductores avanzados, proviene de la Ley de Reforma del Control de Exportaciones de 2018. Al Gobierno se le permite exigir “licencias” para ciertas exportaciones, al mismo tiempo que “impone condiciones o restricciones” a esas licencias.

Sin duda, el Gobierno alegará que su impuesto del 15% es una “condición”. Pero la ley de 2018 establece una lista ejemplar de “condiciones”. Todas se refieren a cómo y quién puede usar o compartir una tecnología. La lista sugiere claramente que el Congreso no delegó su poder inherente para imponer impuestos al presidente en esa ley. Una forma de entender el acuerdo con Nvidia y AMD es compararlo con otras políticas de esta Administración y encontrar patrones. Quizás el paralelismo más cercano sea el trato que la Administración le ha dado a la red social TikTok. Tras intentar prohibir la plataforma durante su primer mandato por motivos de seguridad nacional, Trump asumió el cargo bajo un mandato legal que la prohibía a menos que sus propietarios chinos desinvirtieran. En enero de 2025, la Corte Suprema confirmó la prohibición, que Trump aplazó. La ley permitía una única prórroga de 90 días, pero solo con un comprador en el horizonte. Tras haber incumplido este plazo, Trump simplemente se ha negado a hacer cumplir una ley válida que se alinea con su postura anterior sobre seguridad nacional.

Pero en el caso de TikTok, Trump fue claro sobre sus motivos: TikTok, a su entender, lo ayudó a ganarse a la “juventud” en las elecciones de 2024. Las consideraciones de seguridad nacional, vale decir, dieron paso a la ventaja electoral. El acuerdo entre Nvidia y AMD ofrece ventajas similares: una estimación reciente de la Oficina de Presupuesto del Congreso sugiere que el presupuesto de Trump hará subir el déficit nacional en 4,1 billones de dólares. Exprimir el dinero de las empresas tecnológicas puede enmarcarse como una victoria política, y como una compensación del déficit, a pesar de que los ingresos serán una mera gota en el océano.

Y lo que es aún mejor para Trump, dado que no hay ninguna ley que contemple los ingresos procedentes de los controles de exportación, no hay ninguna restricción legal sobre cómo los utiliza el Gobierno. Digamos que Trump podría utilizar el dinero para el nuevo salón de baile de la Casa Blanca, o podría construir más prisiones “Alligator Alcatraz” para inmigrantes indocumentados.

El mensaje a los adversarios es claro: la seguridad nacional ha quedado subordinada a los intereses de la Administración de Trump. La venta ha comenzado. Vengan cargados de dinero, favores políticos, o ambas cosas.

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