Cómo desconectar en verano: la batalla de la dopamina contra la serotonina
El 38% de la población se siente esclava de los estímulos inmediatos y busca planes de relajación para eliminar las pantallas


Algo más de un tercio de la población española se considera esclava de la dopamina, de la gratificación inmediata. El 38% de los españoles sienten la necesidad de buscar estímulos constantes que les proporcionen placer, según un reciente estudio de Publicis, que indica que es un fenómeno que en el último año ha generado más de 600 millones de búsquedas en internet. Y afecta especialmente a los jóvenes (52%) y a quienes viven en las grandes ciudades (50%), donde el ritmo se acelera y se ven arrastrados hacia ese imperativo imperioso de llenar la agenda. A los subidones de adrenalina, que muy a menudo se hallan en el mundo digital. De hecho, los jóvenes urbanitas pasan seis horas al día de media conectados a su móvil, el doble que el resto de los españoles, asegura. (De ahí el aumento vertiginoso de la adicción a la tecnología. En el Instituto Psicológico Desconect@ los pacientes han crecido un 310% en el último año, advierte Marc Masip, su responsable).
Pero, al mismo tiempo, también crece la necesidad de compensación, de manera que el interés se reparte entre aquellos más dopamínicos y su némesis centrada en el descanso (la serotonina), continúa el estudio, que pone como ejemplo cómo han aumentado las búsquedas en internet de actividades relajantes como los spas (+42%) o el yoga (+30%), que potencian ese neurotransmisor que funciona en común con el otro, no de forma aislada. “A diferencia de la dopamina que produce placer en el corto plazo, la serotonina se supone que está relacionada con el verdadero bienestar y felicidad”, señala la firma.
La paradoja continúa, pues el año pasado el uso de las aplicaciones de productividad creció tanto como el gasto en las relacionadas con el mindfulness, en torno al 30%, destaca Tomás Navarro, coordinador del estudio. “La tecnología libera tiempo y, a la vez, lo secuestra, y eso nos enfada”, asegura el responsable de estrategia de Publicis.
“Vivimos a unos ritmos muy acelerados que nuestro sistema tiene que procesar. Cada vez nos llega más estimulación a través de las pantallas y el cerebro no está preparado. Por eso tenemos que compensarlo con otras actividades como la meditación o el yoga”, explica Raúl Alelú, doctor en Psicología por la Universidad Complutense y director del Laboratorio de Investigaciones Psicológicas Giacomo Rizzolatti.
Aunque las gratificaciones instantáneas están vinculadas a las pantallas, “redes sociales y móviles tienen un enganche muy grande con la dopamina porque anticipas que algo bueno va a suceder, pero también influye el mundo del trabajo, cuando esperas la palmada en la espalda por un encargo bien hecho, por ejemplo”, mantiene Marta Romo, directora general de la consultora BeUp. “Esto nos lleva a vidas muy aceleradas y sobrecargadas. Estamos muy enganchados a los subidones y construyendo un entorno laboral muy dopaminérgico, plagado de logros rápidos, de reconocimientos inmediatos que generan picos de euforia tras los que luego llega el bajón”.
A su juicio, el desafío está en desarrollar espacios de trabajo que potencien el bienestar a largo plazo. En los que haya menos competencia y se enfoquen en la confianza. Sin embargo, para eso queda mucho camino, dice. El último estudio de la plataforma Mi empresa es saludable señala que el 62% de las compañías españolas han puesto en marcha planes de bienestar para sus plantillas, aunque, según Romo, “las empresas están haciendo auténticas barbaridades. Se gastan un dinero ingente en planes de bienestar, pero no cambian el día a día del trabajo: siguen encadenando reuniones, no invierten en personal para aligerar la carga laboral, no eliminan la burocracia interna y, como consecuencia, la gente tiene muchos problemas de sueño, de ansiedad y depresión”. El problema es la sociedad de la hiperproductividad que hemos diseñado, lanza.
Una sociedad en la que no hay empresa en la que los niveles de ansiedad se sitúen por debajo del 50%, advierte Raúl Alelú, también cofundador de Healthy Minds, una start-up (de entre las seis que ha desarrollado) que usa la inteligencia artificial para evaluar los riesgos psicosociales en las organizaciones y sirve para detectar problemas como el estrés o la ansiedad de cara a poder prevenirlos. Trabaja para empresas como FCC, Acciona, Gullón o El Corte Inglés. En su opinión, la carga de trabajo, el ritmo, la falta de conciliación y los jefes lastran la salud mental de los trabajadores. “Pero vemos que no es un problema objetivo, sino de percepción. Y cuando a los empleados les das las pautas adecuadas, los índices de ansiedad bajan 40 puntos”, indica Alelú, quien propugna que se imparta educación sobre salud mental.
Este doctor considera que la sociedad nos ha hecho pensar que todo es patológico y nos ha sobrecargado de medicación (Alelú recuerda que los psicofármacos son la tercera causa de mortalidad según la OMS). “Nuestro cerebro nos dice que paremos a escuchar a nuestro cuerpo, pero no lo hacemos y enmascaramos la realidad” y eso se transforma en que millón y medio de personas no acuda a trabajar a diario, 600.000 de ellas por problemas de salud mental, algo que es insostenible, dice.
Retiros empresariales
Por eso cada vez hay más oferta de planes para desconectar, ya sea de las pantallas o de la velocidad que han adquirido nuestras vidas. Hace unos días se presentó el club de directivos Elevare88 que, entre otras cosas, promueve lo que denomina retiros empresariales de alto impacto, en los que se busca que los ejecutivos hagan una pausa en localizaciones de lujo en Portugal, Marruecos, Tanzania o Sri Lanka para volver a conectar consigo mismos, describe Xeila Fernández, directora del club. Se trata de estancias de entre 4 días y una semana cuyo precio va de 5.000 a 15.000 euros y donde lo primero que se hace es abandonar el móvil y el ordenador bajo riesgo de multa o penalización. “Estos programas surgen como respuesta a la necesidad de parar de los directivos para poder reconectar con su propósito”, señala Fernández e incluyen, además de mentoría de negocio y desarrollo profesional, técnicas de biohacking, como las enfocadas a la respiración, a paliar el estrés o baños de hielo, así como actividades deportivas.
Por supuesto, existen ofertas más baratas y no sólo enfocadas en directivos, si bien es a estos cargos y los mandos intermedios a los que las empresas suelen sufragar los retiros de desconexión digital. Así lo indica Teresa Martínez, la responsable del que desarrolla Abacur, un centro de la sierra de Madrid cuyos programas se realizan con caballos. El detox digital de Abacur parte de una sesión de 12 horas a la que luego se pueden añadir entre 4 y 12 más para alcanzar el objetivo de cambiar el estilo de vida que produce malestar. Se puede abordar de manera individual o grupal (6-8 personas) y el coste es de 120 a 160 euros por sesión. En Nirakara también proponen un retiro de mindfulness de seis días en el País Vasco centrado en la meditación, el ejercicio corporal, el silencio y la contemplación de la naturaleza. Su coste es de unos 1.900 euros sumando alojamiento y manutención.
Planes de bienestar corporativos
Para la editora de Mi empresa es saludable, Noemí Boza, las organizaciones están realizando un esfuerzo implementando programas de bienestar de las plantillas a la vista del aumento del 72% de las bajas laborales desde la pandemia. La mayoría ofrecen apoyo psicológico, que ha subido 20 puntos respecto al año anterior; talleres y acciones de sensibilización. Les queda camino por recorrer en la medición de estas actuaciones y en el acompañamiento a los mandos intermedios para lidiar con las emociones de los trabajadores. Boza distingue entre aquellas compañías que ponen en marcha estos planes y las que los tienen integrados dentro de su cultura corporativa, en el día a día. Es el caso de Santalucía Seguros, cuya coordinadora de Bienestar, Marta González del Río, asegura que el 70% de los 13.000 empleados del grupo hace uso de su programa y un 2% acuden al servicio de atención psicológica.
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