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La deuda pública marca un nuevo récord en junio de 1,69 billones, pero su peso sobre el PIB sigue bajando

El Banco de España confirma que la ratio sobre la riqueza se reduce en casi dos puntos con respecto al mismo periodo del año pasado, hasta el 103,4%

Sede del Banco de España.
Pablo Sempere

La deuda pública es una marea que nunca se detiene. Sube, baja, golpea con fuerza en ciertos momentos y nunca llega a retirarse del todo. En junio, esa marea volvió a crecer y dejó un nuevo récord absoluto en las cuentas públicas: un pasivo de 1,690 billones de euros, según los datos actualizados este lunes por el Banco de España. Es una cifra sin precedentes, impulsada en parte por el calendario de vencimientos del Tesoro y la necesidad de renovar emisiones. Sin embargo, en proporción al tamaño de la economía, los números rojos se redujeron hasta el 103,4% del producto interior bruto (PIB), casi dos puntos porcentuales menos que hace un año.

El descenso confirma la tendencia de los últimos trimestres y pone de manifiesto un matiz crucial en el análisis de las finanzas públicas: que aumente el pasivo en volumen no significa necesariamente un deterioro, ya que la salud fiscal no se mide solo en millones de euros, sino también en proporciones.

La ratio de deuda sobre PIB es uno de los indicadores clave para evaluar la sostenibilidad de las cuentas públicas. Si la economía crece con suficiente intensidad, puede amortiguar el impacto de un mayor endeudamiento nominal, haciendo que el peso de los números rojos en relación con el PIB ―que es el indicador que los organismos internacionales tienen en cuenta a la hora de implementar las políticas de corrección― termine reduciéndose.

Precisamente es esto lo que está pasando con la actividad española, que lleva varios trimestres encadenando cifras positivas. El PIB repuntó un sólido 0,7% entre abril y junio ―según los últimos datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE)―, empujado por el consumo de los hogares y la inversión, y a pesar de la incertidumbre disparada por la guerra comercial y el desgaste del panorama internacional. Es un ritmo de avance que supera en una décima el crecimiento del primer trimestre, cuando el PIB repuntó un 0,6%.

Estos números, de seguir la tendencia, permitirán a España cerrar el año 2025 como la economía desarrollada que más crezca, según las previsiones que maneja el Fondo Monetario Internacional (FMI), un liderazgo que se repetiría por segundo año consecutivo. El PIB avanzó un 3,2% en 2024, y si las proyecciones se cumplen, lo hará en torno a un 2,5% este ejercicio, en ambos casos de la mano del consumo privado y por encima de países como Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, Francia e Italia (las otras tres grandes economías europeas, junto a la española).

Por sectores

El desglose por subsectores muestra que el grueso del aumento en términos absolutos corresponde a la Administración Central, cuya deuda ascendió hasta los 1,534 billones de euros, el 93,9% del PIB. Es un 4,5% más que hace un año, en línea con las necesidades de financiación acumuladas y los vencimientos que han debido refinanciarse. Las comunidades autónomas también han elevado su pasivo, hasta los 342.663 millones (un 21% del PIB), con una subida interanual del 1,5%. Esta cifra se ha incrementado un 2% solo respecto al mes de mayo.

En cambio, los ayuntamientos continúan reduciendo el desequilibrio. En el sexto mes del año acumularon 23.394 millones, el 1,4% del PIB, lo que representa una caída del 0,6% en comparación con el año anterior. La administración local lleva años aplicando políticas de contención fiscal, impuestas en parte por las reglas presupuestarias más estrictas aprobadas tras la crisis de 2008.

Por su parte, la Seguridad Social mantiene una tendencia creciente: su deuda subió un 8,6%, hasta los 126.178 millones de euros, lo que representa un 7,7% del PIB. El Banco de España señala que este incremento se explica por “los préstamos concedidos por el Estado a la Tesorería General de la Seguridad Social para financiar su desequilibrio presupuestario”.

Con el dato de junio, la deuda pública acumula un crecimiento del 4% respecto a junio de 2024, pero una caída clara en términos relativos. El Gobierno mantiene su compromiso con Bruselas de seguir rebajando progresivamente la ratio hasta el 101,7% del PIB a cierre de este año, el 98,4% en 2027 y el 90,6% en 2031. A largo plazo, plantea llevarla al 76,8% en 2041. Sin embargo, los planes no incluyen aún una fecha concreta para cumplir con el umbral del 60% que exige el Pacto de Estabilidad de la Unión Europea como nivel prudente. Además, pese a las proyecciones positivas, la Autoridad Fiscal advierte que, en un escenario inercial sin reformas estructurales, la deuda podría volver a aumentar a partir de 2030, alcanzando el 181% del PIB en 2070 debido principalmente al envejecimiento poblacional y al incremento del gasto en intereses.

Pese a la corrección de los últimos tres años —más de 20 puntos porcentuales desde el pico del 125% del PIB en 2020—, la deuda sigue en cotas elevadas en comparación histórica. Antes de la pandemia, se situaba en el entorno del 95% y en la etapa previa al estallido de la burbuja apenas superaba el 35%. La pandemia disparó el gasto público para contener la emergencia sanitaria y sostener la economía, dejando un legado de números rojos que tardará años en absorberse por completo.

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Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.
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