España se queda rezagada en el objetivo de reindustrialización de la UE
La manufactura nacional pasó de aportar un 17,3% del empleo total a inicios del siglo, a un 9.9%, según la Fundación BBVA y el Ivie


El sector manufacturero español ha perdido brillo desde inicios del siglo. Ha cedido gradualmente su aportación a la economía nacional y se ha distanciado de la tónica europea. La industria pasó de generar un 17,3% del empleo total a inicios del siglo, a estar detrás de solo un 9.9% de los nuevos puestos de trabajo. El valor añadido bruto (VAB), —mide el valor generado por los productores de un área económica, restando el valor de los bienes y servicios intermedios utilizados, por lo que excluye los impuestos indirectos y las subvenciones— ha sufrido una evolución similar: pasó de 17,9% en el año 2000 a 11.8% al cierre del último ejercicio. Así se desprende de la última actualización de los datos del estudio La adaptación de la industria manufacturera española al escenario energético y la transición digital, divulgado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).
Esta pérdida de impulso en la actividad manufacturera nacional no hace más que ampliar la brecha con la media del bloque. La manufactura aporta, de media en la UE, un 13,7% del empleo y 15,6% del VAB al conjunto de los miembros de la Unión Europea. El investigador del Ivie y autor principal del informe, Juan Fernández de Guevara, lamenta la reducción continua del peso de las manufacturas para la economía nacional: “Estamos lejos del objetivo del 20% que la Comisión Europea pone como objetivo de reindustrialización y, no solo eso, sino que de forma creciente nos estamos distanciando”, menciona.
El investigador también asegura que los planes para potenciar la reindustrialización, tanto nacionales como europeos, se sustentan en varias consideraciones veraces: el sector de las manufacturas es más productivo, permite potenciar las exportaciones y reducir la dependencia de otros mercados en un contexto de globalización y de deslocalización de la productividad, y es un terreno fértil para los avances en términos de innovación. Sin embargo, aclara que “hay que ir con cuidado, porque empiezan a aparecer matices al analizar los datos”.
Pese a que la productividad por hora trabajada de las manufacturas españolas rebasa a la de los servicios, la ventaja del sector industrial se diluye en términos de la productividad total de los factores (PTF) — el indicador que mide la eficiencia productiva del capital y el trabajo combinados, es decir, cuánta riqueza se logra sin añadir más recursos, solo organizándolos mejor—. A propósito, el autor del estudio advierte de que el sector industrial es muy diverso, y políticas genéricas de reindustrialización pueden hacer que se mejoren sectores menos productivos: “Por ejemplo, la productividad del sector de material de transporte, que es el más productivo entre las manufacturas, es 3,6 veces mayor que la productividad del agroalimentario, el menos productivo”.
Industrias a reforzar
Son cuatro las ramas de actividad que concentran casi el 60% de la producción manufacturera en España: la industria agroalimentaria, que representa un 20% total, y las industrias metalúrgica, química y farmacéutica. A estas les sigue la fabricación de material de transporte. Del otro lado de la balanza, Fernández de Guevara, alerta sobre los puntos débiles de la industria española: “Tenemos menos presencia de unos sectores manufactureros que en muchos contextos se les da importancia, como el material de equipo y maquinaria, o el de los productos informáticos, eléctricos y ópticos”, detalla.
En esta línea, el estudio revela que el desarrollo tecnológico de las manufacturas españolas es inferior al europeo, con un índice de digitalización y esfuerzo inversor en I+D y en intangibles por debajo de la media europea. De este modo, el porcentaje de empresas con un nivel avanzado o muy avanzado de digitalización es 6,8 puntos porcentuales inferiores al del conjunto de los Veintisiete.
A propósito, el autor principal del estudio sugiere que las políticas públicas de mejora deberían ir encaminadas a objetivos concretos, como incrementar el tamaño a aquellas empresas líderes en productividad, impulsar a las empresas rezagadas y potenciar la transición digital y verde del sector. “Para todo esto es esencial la eliminación de trabas administrativas, planes de fomento de la innovación, ayudas a la colaboración industrial o facilitar el acceso a la financiación”, señala.
Manufacturas más verdes
Del estudio también se desprende que la industria manufacturera es el segundo consumidor de energía de España, solo por detrás de los transportes. Por cada euro de producción, ocho céntimos son de coste energético, cifra que destaca frente a los seis de Francia, los cinco de Alemania o los dos de Italia. “Por tanto, todo lo que suceda en los mercados energéticos, con la volatilidad de precios y de costes que hemos visto en los últimos años, es particularmente relevante”, advierte Fernández de Guevara.
Sin embargo, aunque el costo sea mayor, España se sitúa por delante del promedio europeo en eficiencia energética, es decir, requiere menos cantidad de energía para atender sus necesidades. De todos modos, los expertos recomiendan que las empresas españolas aceleren sus procesos de transformación en sus consumos de energía, y que puedan moverse del consumo de combustibles fósiles hacia otros mix de consumo energético, donde pesen más las renovables.
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