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Glovo contrata 14.000 repartidores para poner fin a su modelo de falsos autónomos

La empresa dice que desde hoy no emplea a nadie por cuenta propia, tras lanzar 34.000 ofertas de empleo. Seguirá operando con subcontratas, lo que despierta críticas de los sindicatos

Glovo juicio contra Just Eat
Emilio Sánchez Hidalgo

Millones de euros en sanciones y cotizaciones atrasadas después, en pleno proceso penal que amenaza al líder de la compañía por un presunto delito contra los derechos de los trabajadores, tras varios cambios legales para encauzar su actuación y después de que el Supremo estableciera que los repartidores son empleados por cuenta ajena. Con todo ello en la mochila amarilla, Glovo arranca este martes 1 de julio una nueva etapa, en la que dice que deja atrás el modelo de falsos autónomos. La empresa anunció el cambio a un sistema laboral, sin empleados por cuenta propia, el 2 de diciembre del año pasado. Siete meses después de aquel anuncio y diez años después de su nacimiento, la plataforma asume que todos sus repartidores son asalariados, ya sea mediante contratación directa o vía subcontratas. Esa segunda vía, habitual en el sector y que la empresa no cuantifica, enfurece a los sindicatos.

Fuentes de la compañía precisan que ya han contratado de forma directa a 14.000 repartidores. Esas 14.000 contrataciones están lejos de las 34.000 ofertas de empleo que ha enviado Glovo en los últimos meses. A la empresa no le extraña que tantos no hayan aceptado, dado que muchos de ellos reciben el ofrecimiento porque repartieron para Glovo hace años, aunque dejaran de hacerlo después. Los sindicatos creen que el rechazo parte de que a muchos se les ofrecen pocas horas y a todos un convenio desfasado, que en la práctica se traduce en el salario mínimo interprofesional para los repartidores.

La plataforma explica que ha ofrecido un contrato a cada uno de los repartidores incluidos en las 20.000 actas de oficio que les ha transmitido Inspección, que van de agosto de 2021 a julio de 2024. Las otras 14.000 ofertas, añade Glovo, se han dirigido al resto de repartidores que han operado por cuenta ajena con ellos hasta el 31 de marzo de este mismo año. El responsable de plataformas digitales de UGT y voz del sindicato en Glovo, Fernando García, dice que la empresa espera que en las próximas semanas haya más contrataciones: “Desde este lunes por la tarde a las cuentas de autónomos no les entran pedidos, así que muchos que seguían ahí ya no podrán trabajar y es previsible que contesten a su oferta de empleo”.

Estos 14.000 repartidores, que trabajan en 900 ciudades españolas, se complementarán con lo que en el sector se conoce como flotas, subcontratas a las que Glovo encarga parte de su operativa. Uber Eats y Just Eat, las otras dos grandes empresas del sector, también operan con flotas en España.

Los sindicatos vienen criticando ese proceso de subcontratación, lo que ha concretado CC OO en varias denuncias ante Inspección de Trabajo y Seguridad Social contra Glovo. Más allá de que les guste más o menos que se subcontrate parte de la actividad, el sindicato de Unai Sordo acusa a Glovo de que esas subcontratas han sido creadas ad hoc por la propia compañía. El sindicato ha interpuesto sendas denuncias por una posible cesión ilegal de trabajadores ante la Inspección en Zaragoza y en Navarra, y advierte que el mismo proceso se está dando en Cataluña, a través de una empresa impulsada por exdirectivos de Glovo.

La empresa no precisa cuántos empleados operarán mediante subcontratas, información que, defiende, ni siquiera debería conocer. Al subcontratar a flotas, Glovo encarga una porción de trabajo determinada, una serie de pedidos, y es la flota la que decide con cuántos empleados la desarrolla. Cabe destacar que estas empresas pueden operar para varias plataformas a la vez, que no tienen por qué limitarse a Glovo.

Raquel Boto, la voz confederal de CC OO para el conflicto en Glovo, no se fía de la empresa y recuerda que les habían prometido una laboralización completa. Por ello, carga contra la compañía: “Sin compromiso por parte de Glovo de que la gestión de la laboralización se realice con medios propios, es decir, si no hay seguridad jurídica, a través de la internalización del proceso de laboralización, CC OO pasará del diálogo a la reclamación. Lo ocurrido en Aragón o Navarra se podrá extender al resto del territorio español”. “Estamos apretando porque puede haber cesión ilegal de trabajadores. Si es algo puntual para un pico de demanda, pues vale, pero no puede ser algo sistemático”, añade García, de UGT.

A la vez, Glovo precisa que aún es pronto para saber cómo evolucionará su operativa, que puede que en algunos territorios trabaje con más flotas y en otros con más contratación directa. El verano es temporada baja para el sector, así que buena parte de estas cuestiones no se resolverán hasta el otoño.

Según vienen explicando los sindicatos, estas contrataciones se están planteando mediante el convenio de mensajería de 2006, con tablas salariales muy desfasadas. Esto hace que, en la práctica, los empleados perciban el salario mínimo interprofesional.

Una vez establecida la relación laboral directa, empezará la interlocución entre los representantes de los trabajadores y Glovo. De momento, insisten los sindicatos, Glovo les informa, pero no hay negociación formal con ellos porque sin relación laboral no hay negociación colectiva.

Otro asunto que no convence a los sindicatos y que condicionaba la aceptación de las ofertas son las horas por repartidor. Según explicó la empresa a los sindicatos, Glovo les da a elegir entre las registradas por Inspección o un promedio de la actividad del repartidor en los seis meses previos. Los representantes de los trabajadores reclaman jornadas completas.

Uber Eats, la única con autónomos

Este movimiento de Glovo deja a Uber Eats como la única gran compañía del sector en España que opera en parte con falsos autónomos. Su modelo es híbrido: una parte trabaja asalariada a través de subcontratas y otra lo hace por cuenta propia, como autónomos. La compañía no detalla a cuántos repartidores emplea en cada modelo en España. Cuando se aprobó la ley rider descartaron a los autónomos, pero visto que Glovo persistía evolucionó al sistema que mezcla ambas modalidades.

En diciembre, preguntada por este periódico tras el anuncio de Glovo, la empresa dijo: “Uber Eats cumple con la regulación vigente en todos los países en los que opera. En España, adaptamos nuestro modelo para ofrecer a los repartidores la libertad de trabajar como asalariados, contratados por una de nuestras flotas colaboradoras en toda España, o como autónomos, con una nueva herramienta que garantiza su total autonomía con la posibilidad de elegir sus propias tarifas, entre otras funcionalidades”.

Las otras dos grandes empresas, Glovo y Just Eat, están enzarzadas en una guerra judicial. La segunda, la única que ha aceptado plenamente la ley rider desde el principio, denunció a Glovo por competencia desleal en diciembre del año pasado. Le reclama 295 millones de euros en daños y perjuicios.

El frente judicial está agitado en la compañía, cuyo consejero delegado se defiende de la acusación de cometer un presunto delito contra los derechos de sus trabajadores, castigado con penas de prisión de seis meses a seis años. La Fiscalía le acusa de “menoscabar y suprimir” los derechos laborales de sus repartidores por su insistencia en operar con falsos autónomos.

La compañía se llevó otro varapalo recientemente: la semana pasada trascendió que un juez de Barcelona condenó a Glovo por la situación de 3.572 falsos autónomos. Según la plataforma Riders x Derechos es la mayor causa a la que se enfrentaba Glovo, impulsada a instancias de la Seguridad Social. El fallo es recurrible.

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Sobre la firma

Emilio Sánchez Hidalgo
Redactor de Economía. Empezó su trayectoria en EL PAÍS en 2016 en Verne y se incorporó a Sociedad con el estallido del coronavirus, en 2020. Ha cubierto la erupción en La Palma y ha participado en la investigación de la pederastia en la Iglesia. Antes trabajó en la Cadena SER, en el diario AS y en medios locales de su ciudad, Alcalá de Henares.
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