Carmen Weiler, la excepción que nada a contracorriente
Mientras el equipo nacional sigue sin resultados tras la caída del modelo Kelly y la ausencia de Belmonte, la joven espaldista brilla como única semifinalista en el Mundial de Singapur y confirma su progresión internacional

En un Mundial de natación en línea marcado por la discreta actuación del equipo español, un nombre propio sigue sobresaliendo en medio del silencio: Carmen Weiler. Este lunes, la espaldista española de 20 años se clasificó para las semifinales de los 100 metros espalda en Singapur, donde acabó en duodécima posición mundial con un tiempo de 59.92 segundos. No fue suficiente para acceder a la final, pero su presencia en la penúltima ronda confirmó una constante desde los Juegos Olímpicos de París del año pasado: cuando todo se tambalea, Weiler sostiene la bandera.
La suya es una trayectoria en ascenso. En París 2024 mejoró su marca personal con un 59.57s que también supuso récord de España. Fue, además, la única nadadora española que logró batir su mejor crono en esa cita olímpica, donde el resto del equipo ofreció un rendimiento decepcionante. En junio de este año, en los Campeonatos de España celebrados en Palma de Mallorca, volvió a dejar huella: firmó un 58.83s en los 100m espalda, pulverizando su propio récord nacional y confirmando su plaza para el Mundial. A ello sumó dos mínimas más: 27.78s en 50 espalda y 2m 8,56s en 200 espalda, completando el triplete clasificatorio.
Este Mundial es, además, especial para Weiler por motivos personales. Nacida en octubre de 2004, vivió parte de su infancia en Singapur. Competir aquí le devuelve parte de sus raíces, aunque lo hace representando a un país que, en lo deportivo, ha transitado en los últimos años por una larga travesía en el desierto.
Desde la desaparición de Mireia Belmonte del panorama internacional (aunque no se ha retirado oficialmente, lleva años sin competir en grandes citas) la natación española ha sufrido una caída sostenida tanto en resultados como en estructura. El ciclo olímpico de Tokio a París estuvo marcado por decisiones erráticas y una gestión altamente cuestionada. Durante la etapa de Sean Kelly como director de rendimiento, se centralizaron decisiones técnicas en torno a su figura, se marginó a entrenadores nacionales con experiencia, y el equipo entró en una dinámica de estancamiento.
Kelly dejó su cargo tras los Juegos de París. Su imprevista salida, después de aceptar una oferta del Abu Dhabi Aquatics Club, cerró una etapa marcada por el estancamiento competitivo del equipo y una gestión cuestionada en el entorno al tiempo que respaldada a fondo por el presidente de la federación española, Fernando Carpena, y su brazo derecho, Luis Villanueva. España cerró la cita olímpica de 2024 sin medallas, sin finalistas individuales femeninas y con una sola nadadora, Weiler, mejorando sus registros. Desde los Juegos de 2008 no se registraban resultados más pobres.
En septiembre de 2024, la dimisión de Kelly forzó el nombramiento de Santi Veiga como nuevo director técnico de natación. Con una trayectoria más ligada al desarrollo de jóvenes talentos, Veiga representa una visión distinta: menos personalismo, más trabajo colectivo. A la espera de que los cambios estructurales hagan efecto, los Mundiales de Singapur son el primer termómetro real del nuevo ciclo, y los resultados, por ahora, siguen siendo escasos. España no ha clasificado a ninguna final individual femenina en las primeras jornadas, y las semifinales de Weiler son, de momento, el techo competitivo.
Pese a todo, ella sigue avanzando. Weiler entrena en Estados Unidos, en Virginia Tech, bajo la tutela del ex nadador olímpico Sergi López. Es una atleta con proyección internacional, técnica refinada y madurez competitiva. A sus 20 años, mantiene un discurso templado, lejos de la euforia o el derrotismo.
“Estoy contenta. Lo he dado todo. El segundo 50 me ha costado un poco, pero aún me quedan pruebas por disputar y tengo buenas sensaciones”, declaró este lunes después de competir en las semifinales.
Weiler es, ahora mismo, la única nadadora española con presencia estable en la élite internacional. La única que progresa. La única que, en plena reconstrucción federativa y deportiva, compite al nivel que exige el calendario internacional. Su caso es sintomático y simbólico. No solo ha mejorado marcas, también ha resistido en un sistema que aún no funciona.
Y mientras tanto, entre la niebla y el desgaste, una espaldista formada entre dos culturas, nacida en 2004 y construida entre clubes, programas universitarios y un entorno familiar deportivo, sostiene la narrativa competitiva de la natación española. Carmen Weiler no ha ganado una medalla, no ha batido un récord mundial. Pero ha nadado mejor cuando todos nadaban peor. Y eso, hoy, la convierte en algo más que una excepción: la convierte en esperanza.
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