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Washington tilda de “bofetada a las víctimas de Hamás” una conferencia de la ONU sobre la solución de los dos Estados

La convocatoria, presidida por Francia y Arabia Saudí, estudia la hoja de ruta para lograr establecer un Estado palestino

José Manuel Albares, ministro español de Exteriores, este lunes en la conferencia, en Nueva York.
María Antonia Sánchez-Vallejo

La Administración del presidente Donald Trump ha calificado este lunes de “bofetada a las víctimas del 7 de octubre” de 2023, el ataque de Hamás a Israel que se cobró 1.200 muertos y la captura de 250 rehenes, la celebración en la ONU de una conferencia internacional para un arreglo pacífico de la cuestión palestina mediante la llamada solución de dos Estados. Tammy Bruce, la portavoz del Departamento de Estado, ha tildado también de “truco publicitario” la conferencia, con el agravante, según Washington, de “que se produce en medio de delicados esfuerzos diplomáticos para poner fin al conflicto”, las conversaciones, mediadas por Qatar y Egipto, que la semana pasada fracasaron por enésima vez. Para el secretario de Estado, el halcón Marco Rubio, “lejos de promover la paz, la conferencia prolongará la guerra, envalentonará a Hamás y recompensará su obstrucción y socavará los esfuerzos del mundo real para lograr la paz”. Como Israel, EE UU no participaba en la conferencia de la ONU.

El Departamento de Estado ha difundido el comunicado pocas horas después de que, desde Escocia, el mismo Trump amonestara levemente a Israel por bloquear el acceso de la ayuda humanitaria al enclave, donde, como ha recordado este lunes el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, “100.000 niños, entre ellos 40.000 bebés, están en riesgo de morir de hambre”. España copreside con Jordania y otros miembros de la ONU un grupo de trabajo político para establecer un calendario que permita a Palestina ingresar en la ONU como miembro de pleno derecho y establecerse como Estado.

No conforme con calificarla de truco publicitario y bofetada a las víctimas, Washington también considera la conferencia de la ONU “una recompensa al terrorismo”. “Mantiene a los rehenes atrapados en túneles. EE UU no participará en este insulto, pero continuará liderando los esfuerzos del mundo real para poner fin a los combates y lograr una paz permanente. Nuestro enfoque sigue siendo una diplomacia seria: no conferencias organizadas diseñadas para fabricar la apariencia de relevancia”, continúa el comunicado. Por “diplomacia seria” cabe entender, según parece, el nombramiento de un consuegro suyo como embajador en Francia; el de otro consuegro, como asesor principal para asuntos árabes, y el de un íntimo amigo suyo y compañero de golf, el empresario inmobiliario Steve Witkoff, como enviado especial para Oriente Próximo. Los tres son ajenos al mundo de la diplomacia. También lo es la exnovia de su hijo Eric, a quien ha regalado la embajada en Grecia pese a su falta de experiencia.

El Departamento de Estado estadounidense también ha arremetido contra el presidente francés, Emmanuel Macron, por su intención de reconocer en septiembre, en el seno de la Asamblea General de la ONU, al Estado palestino, “un anuncio bien recibido por Hamás” según Bruce.

Que Israel se opone a la solución de los dos Estados era algo sabido: porque se basa en principios rechazados de plano por el Estado hebreo, como la vuelta a las fronteras previas a 1967, la contigüidad territorial de Gaza y Cisjordania, una prolongación natural que Israel ha hecho todo lo posible por impedir con asentamientos que yugulan el corredor terrestre, o el establecimiento de Jerusalén Este como capital compartida por ambos Estados. La Administración del demócrata Joe Biden había defendido —aunque cada vez con menor insistencia, sobre todo durante la candidatura presidencial de Kamala Harris— la solución que buena parte de la comunidad internacional considera única para poner fin por medios pacíficos a un conflicto enquistado desde 1948, cuando se fundó el Estado de Israel. Pero la arremetida de Washington contra la conferencia de la ONU, que apenas había echado a andar, ha llamado la atención por su tono desafiante.

Porque el EE UU de Trump ha optado por enfrentarse al mundo, o al menos a los 149 Estados —de un total de 193, los miembros de la ONU— que ya reconocen a Palestina, desde mayo de 2024 “Estado observador no miembro”. Es decir, tres cuartas partas de la comunidad internacional. El último, Francia —el primer país del G7 que da el paso— se suma a otros Estados miembros de la Unión Europea que, capitaneados por España, reconocieron a Palestina en mayo de 2024.

La visceral reacción del Departamento de Estado estadounidense no ha logrado empero empañar la dimensión de la conferencia internacional para la solución de los dos Estados (israelí y palestino), organizada por Francia y Arabia Saudí, que había comenzado por la mañana en Nueva York. En ese marco, España colidera junto con Jordania un grupo de trabajo político, para diseñar la hoja de ruta y un calendario “de 12 a 15 meses” con el objetivo de que Palestina se convierta en un Estado y en miembro pleno de la ONU, ha explicado el jefe de la diplomacia española.

En un encuentro con periodistas previo a la cita de la ONU, Albares, que ha confirmado el envío de 12 toneladas de ayuda humanitaria al enclave, ha calificado de intolerable “la hambruna inducida” y “esa especie de derecho de veto de Israel sobre la paz en Oriente Medio, sobre la existencia o no existencia del Estado de Palestina, un macabro derecho de veto sobre la vida o la muerte de 100.000 niños palestinos”.

Desde el estrado de la conferencia, Albares ha planteado cuatro propuestas para dar pasos concretos a modo de hoja de ruta. En primer lugar, “un calendario que fije un límite de tiempo para que Palestina sea miembro pleno de Naciones Unidas”, como máximo 15 meses; en segundo, “el establecimiento del Estado de Palestina con los parámetros de las resoluciones de Naciones Unidas y las negociaciones entre las partes” (una iniciativa que tiene como objetivo “el reconocimiento del Estado Palestino y el reconocimiento de Israel por los países que aún no lo han hecho y a los que también hacemos un llamamiento para que lo hagan”). En tercer lugar, esta iniciativa, abierta a todos los miembros de Naciones Unidas, como “marco que da un nuevo sentido a esos reconocimientos”, y por último, proteger dicha iniciativa “frente a quienes intenten sabotearla”.

Las resoluciones de la ONU encallan una y otra vez —a lo largo de décadas— en el conflicto árabo-israelí y, más concretamente, en Palestina, ha recordado en la sesión inaugural el secretario general de la ONU, António Guterres. La primera misión de paz de la organización fue precisamente en Palestina en 1948, tras la primera guerra árabe-israelí. “Sabemos que el conflicto palestino-israelí ha durado generaciones, desafiando esperanzas, desafiando la diplomacia, innumerables resoluciones, el derecho internacional... Pero también sabemos que su persistencia no es inevitable. Se puede resolver [aunque] estamos en un punto de quiebra. La solución de los dos Estados está más lejos que nunca”, ha reconocido.

Guterres ha denunciado las “acciones unilaterales inaceptables” que socavan la solución de los dos Estados. “La anexión progresiva de la Cisjordania ocupada es ilegal. Debe cesar. La destrucción generalizada de Gaza es intolerable”; acciones que no son “hechos aislados” sino “parte de una realidad sistémica que está desmantelando los cimientos de paz en Oriente Próximo”. Como hace en cada uno de sus discursos sobre la guerra, y como ha hecho la mayoría de los oradores, ha dejado también claro que nada puede justificar ni los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023 ni la toma de rehenes, pero tampoco “la destrucción de Gaza ante los ojos del mundo”.

Como otros participantes, lbares exigió a Israel la entrada “masiva y sin impedimentos de ayuda humanitaria y su distribución a través de los actores humanitarios primordiales”, que son en primer lugar la ONU y, “muy especialmente”, la UNRWA, la agencia para los refugiados palestinos, que está en el punto de mira de Israel porque la considera “infiltrada” por Hamás, aunque investigaciones internas no han hallado pruebas que sustenten la acusación.

“No tenemos un socio israelí con quien negociar. Así que, si no están dispuestos a sentarse a la mesa y negociar una solución de dos Estados, que todo el mundo reconoce como el camino a seguir, no pueden impedirnos hacer lo que todos creemos”, dijo el ministro de Exteriores de Jordania, Ayman Safadi, quien como Guterres denunció las “acciones unilaterales” de Israel que socavan cualquier intento de solución negociada. Puesto que el compromiso de la comunidad internacional con la solución de los dos Estados es “la única vía de avance”, “ahora es el momento de actuar”. Para quienes argumentan que este debería ser el resultado de una negociación, “¿dónde está la negociación? No hay negociación. Los palestinos están dispuestos a negociar hoy", dijo frente a la negativa israelí a hacerlo.

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