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El Gobierno de Afganistán prohíbe de nuevo el ajedrez, como ya hizo hasta 2001

Los talibanes se agarran al hecho de que mueve apuestas de dinero (vedadas por el Corán), un argumento ya esgrimido por el ayatolá iraní Jomeini, quien rectificó en 1988

Hombres juegan a ajedrez en las calles de Kabul Afganistan
Leontxo García

El ajedrez refleja el fanatismo del Gobierno talibán. Prohibido durante su primer mandato (1996-2001) y tolerado, excepto para las mujeres, cuando retomó el poder (2021), ahora lo prohíbe de nuevo aduciendo que es una fuente de apuestas de dinero, vedadas por la ley vigente en Afganistán y mencionadas en el Corán como “un acto malvado”. Sin embargo, ese argumento ya fue descartado en 1988 en Irán, que luego ha producido jugadores muy brillantes. Si se refiere a las apuestas por internet, el Gobierno de Kabul tendría que vetar también el fútbol, el tenis u otros deportes que mueven mucho más dinero que el ajedrez.

La noticia fue confirmada este lunes a EL PAÍS por un ajedrecista afgano que pidió el anonimato: vive escondido en su país desde hace meses, cambiando con frecuencia de ubicación por miedo a ser castigado (teme incluso por su vida), ya que intentó viajar sin autorización para jugar un torneo en el extranjero. La selección de Afganistán que disputó la Olimpiada de Ajedrez el pasado septiembre en Budapest estaba compuesta en su mayoría por jugadores exiliados, a los que se añadieron otros residentes en Afganistán, a pesar de que se les había negado el permiso para disputar esa competición.

Dado que en ese momento el ajedrez estaba tolerado en Afganistán (aunque sólo para los hombres), la bienvenida a esa selección no fue tan emocionante como en la Olimpiada de 1996 en Yereván (Armenia). La prohibición era entonces estricta. El equipo afgano viajó por tres países durante diez días en autobús y avión para llegar con una semana de retraso, y fue recibido por los aplausos atronadores de más de mil participantes de 111 países en pie, haciéndoles un pasillo.

Azizullah Gulzada es el dueño de un café en Kabul donde se han jugado varias competiciones informales últimamente. “Pero sin ningún tipo de apuestas”, recalcó en su conversación de este domingo con la agencia France Presse (AFP). Y añadió: “La gente joven no tiene mucho que hacer aquí. De modo que algunos vienen, piden un té y retan a los amigos a una partida. Me consta que esto también se hace en muchos países musulmanes, que incluso tienen jugadores de nivel internacional. Respeto la suspensión, pero va a ser muy dañina para mi negocio y para muchos afganos que aman el ajedrez”.

Las declaraciones de un portavoz del Gobierno talibán, Atal Mashwani, a AFP incluyen argumentos muy similares a los del ayatolá Jomeini cuando tomó el poder en Irán, en 1979: “La sharía [ley islámica que se deriva del Corán] considera el ajedrez como una forma de apuesta. Hay varias consideraciones religiosas con respecto al ajedrez”.

Ciertamente, el ajedrez que se practicaba en los primeros siglos de la Edad Media —la creencia es que el Corán fue revelado al profeta Mahoma en el siglo VII— implicaba con frecuencia el juego con dados y apuestas de dinero, lo que se considera pernicioso en el libro sagrado de los musulmanes, donde se recomienda que sus guerreros practiquen tres actividades de ocio cuando no estén en el campo de batalla: tirar con arco, montar a caballo y gozar con sus mujeres.

Pero diversos testimonios resaltan que tanto los dados como las apuestas ya habían decrecido mucho cuando los árabes, que importaron el ajedrez de India y Persia (actual Irán) lo trajeron a Occidente a través de Al Andalus (gran parte de la Península Ibérica). En su Libro de axedrez, dados e tablas (1283), que se conserva en el monasterio de El Escorial, el rey Alfonso X menciona algunos juegos combinados de ajedrez y dados como una práctica minoritaria. Y al menos desde la fundación de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), en 1924, las apuestas de dinero desparecieron de los torneos oficiales y solo se veían en las partidas rápidas de los cafés hasta la aparición de internet, donde otros deportes mueven mucho más dinero que el ajedrez. Por tanto, es muy improbable que el Gobierno talibán esté pensando en las redes del siglo XXI cuando lo prohíbe.

El expresidente de la FIDE, Kirsán Iliumyínov, con los organizadores emiratíes del Gran Premio 2019, en Sharjah.

Como ocurre ahora con los jugadores afganos, varios iraníes de alto nivel huyeron de su país en 1979; los más conocidos son Merhshad Sharif (emigró a Francia) y Kamran Shirazi (a EE UU, y luego a Francia). Pero el ayatolá Jomeini rectificó cuando algunos intelectuales iraníes le convencieron de que sus argumentos eran absurdos. Desde entonces (1988), la Federación Iraní de Ajedrez se fue convirtiendo en una de las más eficaces del mundo en cuanto a producción de talentos, pero se sigue enfrentando a dos problemas muy graves, que llevan a buena parte de sus mejores jugadores a escapar del país: la obligación de perder por incomparecencia si les toca enfrentarse a un israelí; y, para las mujeres, la de llevar velo en los torneos. La primera se tradujo en que uno de los mayores portentos de este siglo, Alireza Firouzja, sea hoy francés; y la segunda que Sara Khadem, ganadora de varias medallas y actual 24ª del mundo, sea española.

Pero todo indica que el Gobierno talibán desconoce o no valora esos antecedentes, a pesar de que el ajedrez llegó a ser una asignatura en todas las escuelas de Afganistán en 1987 bajo el Gobierno del presidente Mohammad Najibullah (apoyado por la Unión Soviética), con el argumento de que “ningún otro deporte desarrolla tantas cualidades”. Sin embargo, hay alguien relevante que intenta convencerlo para que cambie de opinión: el ruso Kirsán Iliumyínov, quien presidió la FIDE de 1995 a 2018. Está probado que Iliumyínov fue en ese periodo un enviado especial de Vladímir Putin para misiones delicadas en Siria, Irak, Irán y Libia, entre otros países. Y ahora hay indicios de que lo sigue haciendo. Contactado por EL PAÍS, mostró de inmediato una carta enviada este lunes al emir Hibatullah Akhundzada, líder talibán, a quien le pide que reconsidere la prohibición con argumentos históricos similares a los mencionados en esta crónica. “Confío en viajar a Kabul esta semana para explicarlos personalmente”, dijo por teléfono.

Putin, quien ha mostrado varias veces un gran interés por el ajedrez, borró hace un mes a los talibanes de sus listas de organizaciones terroristas y extremistas (donde sí figura el excampeón del mundo Gari Kaspárov, exiliado en Nueva York desde 2013). Aun así, la misión de Iliumyínov parece muy difícil porque las declaraciones del portavoz del Gobierno de Kabul lo sitúan cerca de la sentencia de Jomeini para justificar su prohibición: “El ajedrez es un juego diabólico que perturba la mente de quienes lo practican”.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).
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