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La masacre de Gaza provoca en Países Bajos la primera gran crisis de un Gobierno europeo

La dimisión de cinco ministros agrava la fragilidad del Gabinete neerlandés a dos meses de las elecciones

El primer ministro en funciones de Países Bajos, Dick Schoof, comparece el viernes por la noche tras conocer la dimisión de varios ministros de su gabinete.
Isabel Ferrer

“Es un día horrible”, afirmó sin paños calientes el viernes Dick Schoof, primer ministro en funciones de Países Bajos, después de que el titular de Asuntos Exteriores, Caspar Veldkamp, presentara su dimisión al bloquear el Gobierno la adopción de sanciones adicionales contra Israel. La renuncia de Veldkamp, secundada por otros cuatro ministros —Sanidad, Interior, Educación y Asuntos Sociales— y cuatro secretarios de Estado de su misma formación, Nuevo Contrato Social (NSC), agrava la fragilidad de la actual coalición de derechas en el país. Y constituye la mayor crisis de un Gobierno en Europa —aunque en este caso se encuentra saliente y a dos meses de las elecciones— provocada por la masacre del Gobierno israelí de Benjamín Netanyahu en Gaza.

El Ejecutivo de Países Bajos, constituido en julio de 2024 por cuatro grupos, encabezados por el Partido por la Libertad (PVV) del líder ultra, Geert Wilders, se redujo a tres cuando este abandonó el Gabinete en junio pasado al no conseguir el endurecimiento de las políticas de asilo. Al quedarse en minoría el Gobierno con solo tres grupos en su seno, hubo que convocar elecciones —se celebrarán el 29 de octubre—, y por tanto está ahora en funciones. Después de los sucedido el viernes ya solo quedan dos socios de coalición, que suman apenas 32 escaños en un Parlamento de 150.

La marcha de Veldkamp se produjo en el curso de un Consejo de Ministros dedicado a debatir la posibilidad de imponer sanciones contra Israel por el anunciado ataque a la Ciudad de Gaza y sus planes de construir viviendas ilegales en Cisjordania. El titular de Asuntos Exteriores, de 61 años, es un diplomático experimentado que fue embajador en Israel y Grecia, y planteó en la reunión la posibilidad de aplicar como mínimo un boicot a los productos procedentes de los asentamientos ilegales en Cisjordania.

Los otros dos miembros de la coalición —el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD) y el Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB)— expresaron sus dudas. El primero, por considerar que ese tipo de medidas deben acordarse a escala europea. El segundo acabó oponiéndose por completo, y entonces Veldkamp abandonó la sala. Poco después declaró ante las cámaras que había propuesto “medidas adicionales”, pero que “las concesiones” en el seno del Gobierno no habían sido “suficientes” y que ello suponía limitar su capacidad de maniobra para tomar un rumbo que consideraba “necesario”. A continuación, dimitió.

Dick Schoof, que ha visto así desbaratarse por segunda vez el Gobierno que encabeza, pidió “reflexionar sobre la situación política actual” e hizo votos por “seguir haciendo todo lo necesario en interés del país”. De fondo, sin embargo, laten varios desencuentros. Veldkamp quería actuar con mayor rapidez contra Israel, pero la búsqueda de un compromiso, del pacto, que caracteriza la política neerlandesa, retrasaba y diluía a la vez un posible acuerdo.

Tras el anuncio de su dimisión, el VVD y el BBB aseguraron sorprendidos, y molestos, que en realidad sí se estaba llegando un consenso. Se barajaba, explicaron, la idea de poner en marcha un boicot desde Países Bajos si se bloqueaba la vía de la Unión Europea. En el NSC de Veldkamp la versión es otra. Indican que, mientras las cosas empeoran a toda velocidad en la Franja, él tenía la sensación de que en esas condiciones no podría presentar al Congreso la medidas que había prometido.

El Gobierno, ya solo con dos partidos, seguirá adelante y tiene que buscar sustitutos para los nueve cargos que han dimitido. Por su parte, el NSC, que se presentaba como el defensor del Estado de Derecho y el orden democrático, ha perdido fuelle en las encuestas en las últimas semanas y corre el riesgo de ver muy reducidos sus 19 escaños actuales. Schoof ha asegurado que “respeta la decisión de Veldkamp” y los suyos, pero ha añadido que le parece “bastante irresponsable” lo que han hecho. “Y eso es decirlo suavemente”, declaró la noche del viernes. Ahora tendrá que decidir cómo seguir adelante con un Ejecutivo que ya era inestable y está sumido en desorden aún mayor.

Entretanto, los sondeos arrojan cifras llamativas. Según el efectuado el 15 de abril por la consultora Ipsos, solo un 15% de los votantes está satisfecho con el actual Gobierno neerlandés. La cifra era ya la más baja de la última década, dos meses antes de la espantada de Wilders, y a cuatro de la actual crisis. El 6 de junio, apenas tres días después de que la coalición de cuatro quedara reducida a tres, la mayoría de los votantes responsabilizaba a Wilders, pero ello no se traducía en una pérdida de escaños, de nuevo según Ipsos. De celebrarse en ese momento elecciones, el PVV volvería a ser el partido más votado.

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