‘La comunidad’ vuelve 25 años después: España sigue siendo un terrorífico patio de vecinos
Álex de la Iglesia recuerda el rodaje y el impacto de su emblemática película, que regresa a los cines remasterizada y con plena vigencia

En el 2000, La comunidad fue la película española más taquillera del año. Su director, Álex de la Iglesia, recibió entonces la llamada del productor José Luis Moreno: “¿Quieres hacer la serie?”, le preguntó. En un tiempo en que las producciones televisivas todavía se consideraban creaciones audiovisuales de segunda clase, el director tuvo muy clara su negativa, y ahí quedó la conversación. Tres años más tarde, Moreno lanzó Aquí no hay quien viva, creada por sus sobrinos, los hermanos Caballero, partiendo de la misma idea que La comunidad: un vecindario típicamente español inspirado por las viñetas de la serie de tebeos 13, Rue del Percebe, de Francisco Ibáñez. De haber aceptado, De la Iglesia llevaría ahora más de 20 años de éxito televisivo. “Decisiones que he tomado”, bromea el cineasta en el despacho de su productora en el centro de Madrid antes del reestreno este pasado jueves de La comunidad por sus 25 años.
La emblemática película de Álex de la Iglesia, 44ª en la lista de Babelia de las mejores de los últimos 50 años, vuelve a los cines en calidad 4K y en 118 pantallas. Vista hoy, La comunidad se mantiene joven y actual: “Da la sensación de que los grandes problemas que abordaba, como la falta de comunicación, siguen siendo iguales. Y si los problemas son eternos, las películas son eternas”, apunta De la Iglesia, que venía entonces de rodar Perdita Durango. En el filme, hay un anciano abandonado en su piso, como los que siguen saliendo en los informativos; una agente inmobiliaria que intenta maquillar sus ventas en la época del pelotazo, y unos vecinos corruptos con pulserita de España. “La preocupación por la vivienda y por los vecinos, o el pensar que el infierno son los otros, se mantiene”, explica. Quizás por eso, dos décadas después, el género de los vecindarios extravagantes, cada piso representando una España distinta, está más vivo que nunca.

De la Iglesia no cree, sin embargo, que el gusto por las ficciones sobre vecindarios lo inaugurara su filme, dado que en España hay una rica tradición: la obra teatral Historia de una escalera, de Buero Vallejo; la novela La colmena, de Camilo José Cela; la película El pisito, de Marco Ferreri con guion de Rafael Azcona. El director también tomó otras inspiraciones de apartamentos tenebrosos, como El quimérico inquilino o La semilla del diablo, de Roman Polanski, y La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock, presente en la película desde los títulos de créditos hasta en el rubio del personaje que interpreta Carmen Maura o en el planteamiento de “pobre hombre bueno metido en una tremenda historia”. Y esa estela la han seguido series actuales como Solo asesinatos en el edificio o películas como Votemos. “Los referentes eran salsa para una historia más cotidiana de ambición, codicia y corrupción, de esa España que juega a la quiniela, de ese vecino que dice ‘Si yo vivo en mi castillo, ¿por qué sigo teniendo gente desconocida alrededor?”, rememora De la Iglesia.
La preocupación por la vivienda y por los vecinos, o el pensar que el infierno son los otros, se mantiene"Álex de la Iglesia
De hecho, el director resume el argumento con otra cita cinematográfica, de Joseph Cotten en La sombra de la duda: “¿Tú crees que todos somos como aparentamos? Si viéramos el interior de todas las casas, si pudiéramos abrirlas como una lata de sardinas, descubriríamos que dentro solo hay cerdos”, parafrasea. “La sociedad española vive atormentada por el pasado, y tendemos a taparlo. Ahí está la película. Creemos que somos el héroe de nuestra historia, y que el resto lo hace mal. Eso es el principio del caos. Cuando asumamos que no somos buenos, viviremos más tranquilos”, apunta. Ese cóctel le dio para crear un universo disparatado con iconografía propia, desde la música a lo Danny Elfman de Roque Baños al icónico traje a lo Jackie Kennedy de Maura diseñado por un primerizo Paco Delgado. Se multiplicaban las parodias del cartel o de sus secuencias y citas más famosas. “Solté varias carcajadas interminables y mantuve la liberadora sonrisa durante la proyección”, decía Carlos Boyero en su crítica. Hoy es un clásico.

La antiheroína de La comunidad es Julia, encarnada por Carmen Maura, una vendedora que se aloja en uno de los pisos que enseña en la calle del Desengaño, 14, en Madrid. La aventura y el humor negro se disparan cuando encuentra 300 millones de pesetas (esto no suena tan actual) en la casa de un vecino muerto. Lo que no espera es que esa búsqueda del tesoro la enfrentará de la manera más salvaje a sus vecinos sin escrúpulos: Sancho Gracia, Terele Pávez, Emilio Gutiérrez Caba, Kiti Mánver... Para De la Iglesia, ese reparto coral hace la película mejor: “Se juntaron muchas cosas. Creo que había un buen guion, una puesta de escena loquísima y unos actores extraordinarios. No sabía ni dónde fijar la cámara”. Los papeles con pocas líneas los cubrían actores como unos entonces desconocidos Luis Tosar, Antonio de la Torre (que ya había participado en El día de la bestia y Muertos de risa), Ramón Barea o Rodolfo Sancho.
Curiosamente, la idea original era que el protagonista fuera un hombre, interpretado por Pepón Nieto, pero pensaron que cambiarlo por Maura con un traje icónico le daba otra capa a la historia. Jorge Guerricaechevarría y De la Iglesia escribieron ya con ella en mente: “Tendría más fuerza como mujer, iba a estar desamparada. Además, entonces no era tan habitual tener una protagonista tan activa, y quizás por eso es más redonda. Daba la sensación de que era ella luchando contra un montón de señores, aunque ese concepto ni existía. Era una extranjera en su comunidad”, argumenta. Tal vez eso da aún más vigencia al filme. El director muestra su orgullo por el que fue su quinto trabajo, que dio a Maura la Concha de Plata del festival de San Sebastián y el premio Goya a la mejor actriz protagonista (la película se llevó tres, de 15 candidaturas).

También lo está de su nuevo trabajo con Maura, que acabó de rodar hace meses. La cuidadora es su próxima película para Netflix y, al hablar de ella, encuentra similitudes con La comunidad: “Volvemos al patio interior del centro de Madrid, aunque este es más hostil porque trata sobre la indefensión de la tercera edad. Ahora Maura me recuerda a mi madre”, anticipa.
Frente a los rodajes modernos con poco tiempo y dinero, La comunidad hoy sería una rareza. Se filmó en nueve semanas, con una estética muy cuidada, movimientos de cámara ensayados, con grúa y buenos medios técnicos. Desde una escalera casi real que se abría por la mitad con goznes, con las casas a la vista del espectador como en las viñetas de 13, Rue del Percebe, a la secuencia final por los tejados de la Gran Vía, hoy historia visual del cine español. Las alturas como colofón, recurrente en la filmografía de De la Iglesia. Hoy seguramente todo sería croma, más rápido, barato y menos peligroso: “Estaba en el edificio de enfrente para rodar la caída del especialista, y avisé de que dijeran a los actores que tenían una zona restringida, que no se movieran porque era peligroso. De repente, veo a Sancho Gracia andar por la barandilla. Y yo con un megáfono: ‘Baja inmediatamente, Sancho, lo va a hacer un especialista. No hagas tonterías’. Y él: ‘Rueda, rueda”, recuerda De La Iglesia. Además, llevó a Terele Pávez a saltar en cámara lenta a lo Matrix, estrenada meses antes: “Era un disfrute, jugar con muchos juguetes. Era un jolgorio decir que saltara como en la película que acababa de ver. Quería una broma en pleno drama y seriedad. Me gusta mezclar las situaciones cómodas e incómodas, humor y drama, como en la vida”. Y así introdujo también recordadas referencias a Star Wars, con traje de Darth Vader incluido, driblando los derechos de autor: “Vieron que no había maldad”.

La referencia más íntima, sin embargo, era a su propia vida. La comunidad nació de recortes e historias de periódicos, y de sus recuerdos como inquilino: “La historia del hombre con síndrome de Diógenes, que muere en la casa de arriba, me pasó a mí. De pequeño, en nuestra casa en Bilbao, nos caían hasta 40 cucarachas por los agujeros, y años después en otra casa teníamos una gotera y al subir arriba descubrimos un piso que era la reproducción de mi casa, pero en el infierno, llena de basura de años, de magma negro y sin suelo siquiera. El lugar perfecto para una isla del terror”, recuerda.
La serie Aquí no hay quien viva no era tan terrorífica. Alberto Caballero, cocreador con su hermana Laura de aquella producción y de su sucesora La que se avecina, reconoce que no tenían ni idea de que José Luis Moreno —con quien rompieron relaciones— hubiera llamado a De la Iglesia para ofrecerle una serie. Su inspiración era otra: “Todos somos hijos putativos de Ibáñez. Nosotros disfrutamos mucho La comunidad como espectadores, pero queríamos otra cosa, el humor negro y el thriller no eran el objetivo. Pero es de las pelis de Alex que más me gustan. La estética, esos personajes que no se desinflan ni se desmadran…”. Comparten incluso la calle del Desengaño y dos actores: Mariví Bilbao (que aparece brevemente en La comunidad) y Eduardo Gómez: “A Mariví la conocíamos de algún papel pequeño en otras series, y lo de Edu fue casualidad: se nos quedó corto el piloto y decidimos hacerle padre del portero en una secuencia añadida”. En todo caso, lanza grandes halagos para De la Iglesia, y viceversa: “Yo adoro sus series, son buenísimas por sí mismas, con su estilo”, reconoce el director.

Película y series beben del costumbrismo madrileño en unos edificios con pisos típicamente españoles: “Estás en una torre, con ruidos arriba y abajo, con patio común. Preguntas quién será el otro, qué estará haciendo…”, repasa el director. Ahora quizás alguno estaría ocupado por un Airbnb, alquileres o vacío: “Ojalá pudiéramos tener más vecinos hoy, hay muchas casas con extraños. Pero la película reflejaba bien los sentimientos que tuve al ser recibido en Madrid, donde muchos éramos de fuera y se nos acogía con los brazos abiertos. Bilbao era como la serie Peaky Blinders, y desde 1992 no he salido de Madrid. Sigo enamorado del centro”, dice antes de irse a Chile a un homenaje y ya no parar. Su mirada, de hecho, está en su siguiente rodaje, que le llevará en febrero a Argentina para una comedia clásica basada en una obra de teatro: “No me gustan las vacaciones, empiezas a verte a ti mismo, a tus monstruos”. Y quizás descubres algo oscuro de tus vecinos que no querías saber.
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