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Elecciones Chile
Tribuna
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Un giro radical hacia el Chile popular

Ese Chile popular real, difícil de leer y de aceptar para las izquierdas y el progresismo, es precisamente el Chile hacia el que Jeannette Jara y la coalición que la sostiene debe girar de manera decida, radical y urgente

Jeannette Jara elecciones Chile

Comienzo anotando algunas obviedades: una elección no está definida hasta que la última persona marca su preferencia; no hay sumas aritméticas de votos de un candidato a otro; y tanto en política como en el fútbol, los partidos se pueden dar vuelta hasta en el último minuto.

Recordar estas máximas, que no por trilladas son menos ciertas, no es un acto de ingenuidad ni un intento por desconocer que el escenario para Jeannette Jara es complejo. Se trata más bien de afirmar que esta elección puede ganarse si tomamos decisiones arriesgadas, proporcionales al peligro que, sabemos, representa el hecho inédito de que un ejemplar químicamente puro del pinochetismo y de la extrema derecha global llegue a La Moneda. Naturalizar ese desenlace como un destino inexorable o, peor todavía, como algo en el fondo inocuo, es buena parte de la trampa que debemos desarmar.

El desafío electoral que enfrentamos es una tarea de proporciones: construir a una mayoría electoral dando vuelta votos que en la primera vuelta fueron a Matthei, a Enríquez-Ominami, a Mayne-Nichols, a Artés, y, ciertamente, a Franco Parisi, quien por su caudal electoral y por el precedente de que sus votantes se inclinaron en mayor proporción por Boric que por Kast en la segunda vuelta pasada, se ha convertido en el personaje clave de este ballotage.

Preguntas urgentes se tropiezan unas con otras ¿Cómo es el Chile vota por Parisi?, ¿cómo podría conquistarlo Jeannette Jara?, ¿cómo apelar a la energía anti-elitaria, antioligárguica, de sus electores?, ¿cómo recoger las esperanzas y dolores de esas franjas del pueblo chileno que lo apoyaron con entusiasmo?

El “fenómeno Parisi”, revela corrientes profundas que atraviesan a la sociedad chilena y que serán cada vez más determinantes para la política. Más vale tomarlo en serio.

El candidato del Partido de la Gente, además de arrasar en el norte del país, y de acuerdo a estudios preliminares, obtuvo muy buenos resultados entre los llamados “nuevos votantes” o “votantes obligados”, es decir entre aquellos más críticos y desconfiados de la política tradicional. No es casualidad que sus mensajes apuntaran permanentemente contra el establishment, sin distinción de izquierdas y derechas. Notable, en este sentido, resultó su eslogan “ni fachos ni comunachos”, que sintetiza a la perfección el juicio extendido de que las ideologías impiden que el país avance.

Social y culturalmente, el Chile que vota por Parisi es un Chile popular, que tiene, muy probablemente, un pasado de pobreza superada con mucho esfuerzo y al que se teme regresar. Es un Chile de clases medias emergentes y frágiles, que viven endeudadas y a las que contingencias inesperadas, como una enfermedad o la pérdida del empleo, podrían dejar en bancarrota. Este Chile popular, además, no participa del mismo universo simbólico de las clases medias tradicionales y las elites. Tiene su propia cultura. Tunea sus autos. Exhibe sus bienes, sus viajes y sus logros. El Chile emergente cree menos en las promesas de la educación superior y el trabajo formal. Aspira, más bien, a emprender, a no trabajar apatronado por el sueldo mínimo, a salir adelante y triunfar, a “hacerla”, a ganar plata por vías no tradicionales, desde la venta de productos y servicios por redes sociales, hasta las economías ilegales y nuevas formas de trabajo sexual en plataformas como Only Fans y Arsmate, tal como ha venido planteando, entre otros, el cientista político Juan Pablo Luna.

Ese Chile popular real, difícil de leer y de aceptar para las izquierdas y el progresismo, es precisamente el Chile hacia el que Jeannette Jara y la coalición que la sostiene debe girar de manera decida, radical y urgente, como ciertamente comenzó a hacer la misma noche en que se conocieron los resultados de la primera vuelta, cuando recogió en su discurso medidas propuestas por Parisi como la eliminación del IVA a los medicamentos. Sin embargo, dada la grieta y el nivel de desconfianza que existe entre ese Chile y la política institucional, necesitamos todavía más audacia y determinación.

En el poco tiempo que tenemos de campaña —porque ya vendrá el momento de las estrategias de mediano y largo plazo para recomponer el vínculo entre izquierdas y sectores populares— ¿Cómo transmitir credibilidad y confianza? ¿Cómo integrar los intereses de los sectores populares y la clase media emergente con apuestas que Kast no pueda superar?

La candidatura de Jeannette Jara ya abrió caminos correctos que debieran reforzarse todavía más en este último tramo. La campaña debiera ser tomada por artistas populares, cantantes urbanos, comediantes, influencers, científicos y todo tipo de figuras cercanas, respetadas, admiradas y creíbles.

Paralelamente, para que Jeannette Jara se convierta en la genuina representante de la clase media emergente, receptiva a sus problemas no solo en materia de seguridad —única dimensión en la que su oponente sabe moverse—, debe comprometer propuestas audaces, arriesgadas, que le permitan confrontar estratégicamente con el gobierno y dejar a Kast fuera de juego.

En ese sentido, junto a la defensa del ingreso vital de 750 mil pesos, que la pone en una cancha en la que el republicano no tiene nada bueno que mostrar, puede añadir propuestas para el Chile que aspira —con razón— a más que el sueldo mínimo. Por ejemplo, abriéndose a modificar la disposición de la Ley de cumplimiento tributario que instruye a los bancos informar al SII sobre aquellas cuentas que reciben más de 50 transferencias al mes y que golpeó directamente a quienes se dedican al comercio informal como actividad principal o como complemento de ingresos; o planteando alternativas convincentes a quienes no pueden acceder a subsidios habitacionales del Estado (porque ganan mucho) ni a créditos hipotecarios (porque ganan poco).

Jeannette Jara, con la narrativa y las iniciativas adecuadas, puede convertirse en la candidata de ese Chile “demasiado rico para el Estado y demasiado pobre para el mercado”, que se siente abandonado, y que Kast no interpreta de manera natural.

Ahora bien, una pregunta clave es ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar desde las izquierdas y el progresismo para mostrar, sin ambigüedades, que tenemos la convicción y la fuerza para impulsar medidas que impongan límites a los abusos en beneficio de la gente?

Porque no es infrecuente que el propio progresismo deseche, tildándolas de populistas, iniciativas razonables destinadas a enfrentar el costo de la vida, a pesar de que, paradójicamente, esta actitud haya alejado a las izquierdas del pueblo y haya pavimentado el camino a populistas de la peor laya en distintas partes del mundo.

Esta elección aún está abierta. Nuestra oportunidad se juega en un giro urgente y radical hacia el Chile popular. ¿Estamos dispuestos? Es el momento de demostrarlo.

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