Daniel Mansuy: “Mucha gente se pasó la película de que Chile volvió a la normalidad política”
El académico e intelectual chileno ofrece su mirada a un escenario electoral en que uno de los tres candidatos de las derechas podría llegar a La Moneda
A los pies de la cordillera de Santiago de Chile, en el Centro Signos de la Universidad de Los Andes, donde también es profesor, está la oficina de Daniel Mansuy (Valparaíso, 47 años), director de la señalada unidad de estudios e investigación. Junto a un ventanal que deja ver el verde y la montaña, se yerguen una biblioteca y un escritorio que se reparten entre otros las imágenes familiares -la de su padre marino, las de sus siete hijos- y los cuatro volúmenes de una edición crítica de La democracia en América (1835-1840), la obra de Alexis de Tocqueville sobre los desafíos y oportunidades de las sociedades democráticas a partir del caso de EE UU.
No es casualidad: este doctor en Filosofía por la Universidad de Rennes (Francia) admira al autor de El Antiguo régimen y la Revolución, y lleva ya un tiempo estudiando la influencia intelectual que en él ejerció Aristóteles. En eso está, y admite que la lejanía del centro y otros lugares capitalinos “donde las papas queman” le da la calma y el tiempo para reflexionar. Eso sí, valora la proximidad a esos lugares cuando asedia la inmediatez de la política.
También investigador asociado del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), panelista de T13 radio y CNN Chile, columnista en El Mercurio, miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales, y conductor del podcast de libros Réplica, Mansuy es una voz distintiva y requerida en el espacio intelectual de las derechas chilenas.
Por lo demás, es de esa derecha que piensa la izquierda, y a tal grado, que para los 50 años del golpe militar de 1973 publicó Salvador Allende, la izquierda chilena y la Unidad Popular, libro que el presidente Gabriel Boric recomendó públicamente. El mandatario frenteamplista, sin embargo, no se ha manifestado respecto de Los inocentes al poder (Taurus, 2025), una crónica severa -a ratos implacable- de la generación que en una década pasó de la protesta callejera al Palacio de La Moneda, y que a su juicio “nunca tuvo un proyecto político en sentido estricto”.
Ahora que las elecciones presidenciales y parlamentarias están encima, integra Mansuy esa mirada al conjunto de un cuadro político complejo. Y parte por el escenario que se dibuja si, como sugieren las encuestas, la candidata oficialista, Jeanette Jara, es derrotada en la segunda vuelta por alguno de los representantes de la derecha: José Antonio Kast (Partido Republicano), Evelyn Matthei (UDI - Chile Vamos) o Johannes Kaiser (Partido Nacional Libertario).
Si la izquierda pasa a la oposición, piensa el analista, “tendrá que pensar qué tuvo que pasar en su gobierno, cuántas expectativas tuvo que haber frustrado, para que su gran legado sea que entre Kast y Kaiser van a sumar 40 puntos, o 35 por lo menos. Algún grado de responsabilidad tendrán el Gobierno y el Frente Amplio en ese fenómeno, y es algo de lo que no se pueden desentender. Entonces, cuando la izquierda critica tan radicalmente a Kaiser por motivos que uno puede entender, yo espero que alguno haga la reflexión y diga, ‘bueno, nosotros hicimos posible esto’: tienen que hacerse cargo de qué errores políticos cometieron para que eso ocurriera”.
He ahí por qué ha declarado Mansuy que Kaiser es un hijo de Boric y por qué cree que el entorno del candidato ultraliberal debe tomar nota de que “un discurso identitario muy fuerte se convierte en un búmeran a la hora de gobernar”. Por ello, “si tú tienes vocación de poder, parece que el discurso identitario sirve poco. Entonces, la derecha que tiene vocación de poder debería tomar distancia del discurso identitario que tan caro le costó al Frente Amplio y que tanto enervó el propio Kaiser”.
Dicho lo anterior, y más allá de lo que está en juego en los comicios de este domingo, que no es poco, considera el académico la de 2025 como “una de las campañas más planas de nuestra historia reciente”. En ese contexto, “Jeannette Jara entró un poco derrotada a la cancha, Evelyn Matthei ha sido muy errática y no ha logrado mostrar una línea programática que pueda transmitir algo, y Kast ha estado con una campaña muy conservadora desde que está en la pole position para ganar la segunda vuelta”.
Así, quienes ocupan los tres primeros lugares de las encuestas -Jara, Kast y Matthei- “son candidaturas poco originales, poco novedosas, poco arriesgadas y, por tanto, con poco espacio para discutir propuestas. Y eso va a redundar en que quien gane la va a tener difícil, porque la campaña sirve para construir capital político, sirve para construir experiencia política, y eso es lo que no ha funcionado”.
Y en cuanto a las derechas, añade el académico, “no sabemos mucho acerca de qué quieren hacer sus candidatos para reactivar la economía o cómo quieren controlar la seguridad más allá del eslogan de la ‘mano dura’”. En “este ambiente más bien fome [aburrido] Kaiser es el candidato que logró transmitir algo”. Y no es todo lo que hay respecto de este personaje político que mostró un crecimiento en los últimos sondeos conocidos antes de que entrara en vigor la veda de encuestas:
“Kaiser le habla a un público que después del 18 de octubre se vio en peligro de extinción”, piensa Mansuy, quien cree que para el nacional-libertario “sería malo pasar a la segunda vuelta, por absurdo que suene” […] “Yo creo que su negocio es estar lo más cerca posible de Kast [pero no ganarle], porque la segunda vuelta es demasiado solitaria y [él] no tiene equipo”.
Más aún, pese a que el autor es de quienes descreen del lugar común en virtud del cual la segunda vuelta presidencial es una nueva elección donde todo empieza desde cero, aventura que “si llegara a pasar Kaiser a la segunda vuelta, eso de verdad sería otra elección, porque es un escenario en el cual nadie se ha puesto”.
Un país cansado
“Quizá el país quedó cansado después de un ciclo 2019-2023 de una gran intensidad política y con una cantidad infinita de elecciones. También puede ser eso: a los ciclos ultrapolitizados les siguen ciclos más bien despolitizados, porque la gente se agota, y puede que este ciclo haya sido agotador para la ciudadanía”, plantea Mansuy respecto de lo que viene ocurriendo en Chile desde el estallido social de 2019 y que tuvo un momento clave en septiembre de 2022, con el rechazo a la propuesta de una nueva constitución. Y junto a compartir parcialmente lo que escribía Ascanio Cavallo en los días de la revuelta–“cuando gana la ultraizquierda, siempre gana también la ultraderecha”-, piensa que “después de la revolución -que en este caso no fue una revolución, pero quiso serlo- viene siempre la resaca del orden. Por lo tanto, si no sabes conducir y administrar ese momento inspirador para la izquierda, lo que viene es la restauración del orden, y eso puede llegar más tarde o más temprano, pero es algo parecido a una ley de la historia”.
Para el académico un posible fin de ciclo no es sinónimo de un regreso a los días más previsibles y consensuales de la transición democrática: “Cierta parte de las élites soñaba hasta enero con una segunda vuelta Matthei-[Carolina] Tohá, que era como un regreso a los 90, y mucha gente se pasó esa película –‘Chile volvió a la normalidad’-, pero eso es perder completamente de vista que Chile no está en esa categoría, por lo que el discurso de la unidad y los acuerdos es un discurso muy insuficiente”.
Ahora, más allá de los desaciertos de Matthei, que “nunca ha dado con un mensaje claro”, o de un Kast que optó por la circunspección y por dejarle el radicalismo a Kaiser, es consciente Mansuy de que este es un momento histórico que puede también ser una trampa: “En la elección de mayo de 2021 la derecha virtualmente desapareció, por lo que en ciertos sectores hay un sentimiento de revancha que es muy fuerte, que puede ser patológico si es mal administrado. La derecha tiene ahora los mismos desafíos que tuvo la izquierda hace cuatro años, pero ese sentimiento existe”.
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