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DEPORTES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La maldición que se extinguió

Hace cien años, Estanislao Loayza perdió la pelea por el título mundial porque lo pisó el árbitro en el Madison Square, inaugurando una racha de infortunios que creó una leyenda en el deporte chileno

El boxeador iquiqueño, Estanislao Loayza.

El 13 de julio de 1925, en el Madison Square Garden de Nueva York, el iquiqueño Estanislao Loayza se fue al rincón después del primer asalto sabiendo que podía ser campeón del mundo en la categoría de los medianos. El Tani, curtido en los cuadriláteros nortinos, era el primer chileno que se aventuraba en los rings estadounidenses y llevaba una campaña perfecta cuando le ofrecieron pelear por la corona frente a Jimmy Goodrich.

Después de dominar sin contrapesos el primer round, el infortunio cayó sobre “El gato salvaje de Los Andes”, como lo había bautizado la prensa en la Gran Manzana. La leyenda dice que el árbitro del combate, Gumboath Smith, lo pisó accidentalmente, provocándole fractura del peroné. La inusual situación motivó que al final del segundo asalto el iquiqueño, incapaz de sostenerse en pie, abandonara la lucha.

No volvió a tener otra oportunidad, pero la sombra del infortunio permanecería por casi un siglo sobre destacados exponentes del deporte nacional. Tres años después, cuando podía ganar la primera medalla olímpica para Chile, Manuel Plaza extravió la ruta -dicen- en el maratón de Amsterdam, consolidando la maldición al rematar en el segundo lugar.

Goles en el último minuto de la Copa Libertadores, Marlene Ahrens pidiendo prestada la jabalina en la final del lanzamiento de la jabalina en Melbourne, Eliseo Salazar bajado del auto en el último turno en lo que pudo ser su gran victoria en las 24 horas de Le Mans, arbitrajes desastrosos y perjudiciales y otras “desgracias” sufridas por nuestros representantes fueron atribuidas a aquel pisotón contra el Tani, aunque, en rigor, hubo mucho de mito. El New York Times, en la crónica del combate, asegura que la lesión se produjo cuando enredó su zapatilla en la lona del cuadrilátero.

Manuel Plaza tampoco se perdió, Marlene tenía jabalina, pero pidió prestada la de la rusa porque era más moderna y así, podrían irse desmontando todas las desgracias atribuidas a la maldición, incluyendo, obvio, la superioridad del adversario.

En la década de los 90, con el fin de la dictadura, Colo Colo fue campeón de América, dos cordadas chilenas llegaron simultáneamente a la cumbre del Everest, el Chino Ríos fue número uno del mundo e Iván Zamorano marcó el gol del triunfo para un título del Real Madrid. La democracia fue el antídoto para la maldición del Tani, que pasó al olvido con el nuevo siglo. La selección ganó dos Copas América frente a la Argentina de Messi, Massú y González ganaron el oro olímpico por partida doble en luchas épicas y, en París 2024, Francisca Crovetto ganó presea dorada en tiro en una espectacular definición definida por… los árbitros.

Para el recuerdo quedará la gesta centenaria de un iquiqueño que se convirtió en instructor de boxeo de la Fuerza Aérea de Chile y que abrió camino a otros compatriotas que llegaron al Madison a luchar por la gloria eterna. Esa que le fue esquiva a Loayza, por pura mala suerte. O quizás una maldición, que ya está extinta.

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