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Los 10 lugares favoritos de... Álvaro Díaz: “De adolescente me hice una colección de vinilos del Persa Biobío, pero no tenía tocadiscos”

El periodista, un gran conocedor de Santiago, habla de su fascinación por el Cementerio Católico, los misterios de la Villa Frei y la paz que encuentra en el Bosque de Santiago

Álvaro Díaz, periodista y el Cementerio católico, en Santiago de Chile.
Antonia Laborde

Cerro Calán. Vengo a caminar cada vez que puedo después de dejar a mi hijo al colegio. Se escucha el rumor de la ciudad y tiene una altura preciosa. Lo abrieron hace un par de años y ha mantenido la vegetación esclerófila chilena, que me encanta, y está lleno de pájaros, de los que he aprendido mucho. Abajo hay unas casas que eran de los astrónomos del cerro. Mi primer gran amigo de colegio, León, vivía ahí. Era culto y siempre hablaba del cerro. Tenía todos los intereses del mundo, menos los que pasaban en la sala. Él me dio clases de calle. En octavo básico quiso hacer un videoclip de Get Back, o sea, era un iniciador. Y lo hicimos y aprendimos lo que era la edición. Fue lo primero que me despertó un entusiasmo por lo audiovisual. Subimos un par de veces el cerro, que estaba prohibido y me explicaba todo. Después le perdí la pista y murió a los 31 años en Canadá. Dejó muchas cosas escritas que me las mandaron después. Venir es como mi visita al cementerio, se puede decir. (Camino el Observatorio 1515).

Cerro Calan, en Santiago, el 10 de julio del 2025.

Persa Biobío. Me parece de los lugares genuinamente más atractivos de Santiago. A los 14 años iba todos los fines de semana con mi hermano, un año mayor. Íbamos a comprar discos y no teníamos tocadiscos. Armamos una colección como de 20 que no habíamos escuchado nunca, pero nos sabíamos las canciones. Había un tocadiscos malo en la casa, y el mito era que el viejo lo iba a arreglar en algún minuto. Hasta que en una navidad llegó uno y ahí pudimos escuchar la música: Queen, The Beatles, Pink Floyd, The Clash. A los 18 años compramos un proyector de cine de 16 mm a un viejo que se llamaba Mago Cartman. Cuando lo instalamos, mi hermano grande enchufó un parlante y explotó. (Víctor Manuel 2230)

Estadio Santa Laura. Soy fanático del fútbol, del Colo Colo. Cuando era chico, como mi equipo no tenía estadio, jugaba muchas veces en el Santa Laura. Me encanta porque se parece más a los estadios argentinos, ingleses, por el ángulo, por lo cerca que tienes a los jugadores. Hoy compras la entrada 10 minutos antes. No pasa mucho con la Unión, pero es agradable, están las mismas personas, las mechadas que venden abajo son súper ricas. Es un panorama perfecto para ir con un niño de 8 o 9 años. Si les sacas la garra brava, el fútbol es familiar. A veces voy a ver al Colo, pero ya no es una experiencia agradable por lo que pasa afuera y dentro de la cancha. Durante 25 años jugué con amigos en San Carlos de Apoquindo, hasta los 45 años, hoy tengo 52. (Sta. Laura 1241).

Restaurante La Mandarina. Lo conocí a través de un amigo que iba con Jorge González. Queda más o menos cerca de mi oficina, en Matta Sur, una zona que me gusta mucho porque era el barrio proveedor de la ciudad. Es comida chilena muy rica, fresco en el verano, barato. En Chile es difícil encontrar un lugar para comerse unos buenos porotos o cazuelas sin un apelativo gourmet innecesario. A mi me gusta mucho comer, por lo que encontrar un lugar de comida casera en un barrio donde no hay buenos locales es muy agradable. Con la dueña, Elba, somos bien amigos. Una vez grabamos un videoclip de un amigo y nos quedamos carreteando con ella, escuchando rock latino. (Sierra Bella 2421).

Villa Frei. Es un lugar al que me encanta ir a caminar. Tiene como esas pretensiones, no sé si muy cumplidas, de ciudad-dormitorio modelo, con calles estrechas, harta plaza, pasajes, recovecos. Pese a su ubicación es bastante silencioso, con una arquitectura bien singular. Se puso de moda en la escuela de arquitectura de la Universidad Católica, porque se considera que eran casas muy bien hechas en un muy buen terreno, con el hormigón a la vista. Yo no soporto el encierro, entonces en la pandemia iba a sectores donde sabía que no iba a haber mucho control, como ese. Me gustan los barrios más viejos, que siempre encierran algún grado de misterio. (Intersección de la Av. Irarrázaval con Ramón Cruz Montt).

Vista de algunas de las torres de la Villa Frei, en de agosto de 2023

Plaza Melipilla. Está detrás de Estación Central, al frente de la maestranza de ferrocarriles. Ahí habían unas casas muy lindas y estaba el Estadio Ferroviario, un club deportivo donde iban los que trabajaban en las máquinas. Cuando era niño iba a veces a dormir a la casa de mi nana y tenía el recuerdo de haber estado jugando en una plaza donde pasaba un tren. Pero quedó en eso, no sabía dónde era. En 1999 estaba grabando para el programa El Factor Humano el Estadio Ferroviario. A la salida, me senté solo en una plaza y pasa un tren. Y fue cómo: ¡Oh! esta es la plaza. Siempre he pensado que el barrio entre el Club Hípico, el Parque O’Higgins, hacia la calle Exposición, podría haber restaurantes, casas, pero la segregación ha hecho que sean barrios que se han ido abandonando. (Estación Central).

Galerías del centro. En una época vivía en el centro, cerca de una galería que tenía un cine, locales chinos, de timbres, imprenta. Cruzaba por las galerías que partían casi en el Cerro Santa Lucía hasta los tribunales, atravesando todo el centro como por un laberinto. A mi me gustaba porque había locales que vendían juguetes raros, sastrerías, muchos cines. Era un mercado más entretenido que lo que te puede ofrecer el centro para afuera, de grandes tiendas. Además era muy fresco y tranquilo en el verano. Esa idea de que en cada manzana estuviera partida en cuatro para generar espacios públicos dentro de espacios privados era muy buena. (Av. Alameda 949)

Cementerio Católico. Hace como un mes murió la mamá de una amiga y el funeral era ahí. No pude ir a la misa, pero fui al cementerio, al que nunca había ido, pero llegué una hora antes. Lo recorrí entero. Es un lugar alucinante, es increíble que nadie te de el dato. Dan ganas de que hubiera un café, un restaurante, algo. Por un lado es sobrecogedor, pero tiene una cosa dura de arquitectura, pasillos que no se ven en ninguna parte de Santiago. La sensación espiritual, finalmente, que te da caminar por esos pasillos es todo lo contrario al Cementerio General, que me gusta mucho, pero esto parece Europa del Este. (Av. Valdivieso 555).

Cementerio Catolico,  Santiago.

Parquemet Bosque de Santiago. Es un lugar bien singular que abrieron hace unos 10 años. Tengo entendido que era el centro de mantención de cultivo y de animales del Parque Metropolitano. Su vegetación es más parecida a un campo, muy lindo. Tiene, por ejemplo, un anfiteatro que se podría ocupar en muchas cosas, pero nunca ha visto nadie. Tiene un bosquecito increíble, chiquito, donde te puedes meter a leer, hay animales, un vivero. Sí o sí hay que ir en auto porque no es fácil llegar, pero si te quieres aislar o ir con niños es muy tranquilo, no hay asados ni juegos inflables. Hay una pasada por la que puedes llegar caminando al Cerro Manquehue. (La Pirámide 6000).

Museo de Historia Natural. Es el museo más museo de Santiago. Tiene cosas que no son infantiles, pero que para niños son las más atractivas, como la taxidermia; artes más bien decimonónicas que se han mantenido por tradición dentro del museo. Me gustaba incluso cuando era precario, pero ahora está muy bonito, mejoraron las colecciones, lo abrieron los domingo. Yo iba mucho cuando estaba medio abandonado. Me acuerdo que exhibían una tele de los 70, como “los nuevos medios de comunicación” y era el 2010. También están las colecciones que guardan arriba de mariposas, que son preciosas, tienen un archivo fotográfico increíble. El edificio y el lugar son extraordinarios. (Parque Quinta Normal).

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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