Los 10 lugares favoritos de… Simón Soto, escritor: “En el Galpón Víctor Manuel del persa Biobío me convertí en un acumulador compulsivo”
El chileno, autor de ‘Fragua’ y ‘Matadero Franklin’, habla de su niñez en La Reina, el departamento antiguo donde escribió sus primeros libros y de su relación familiar con Santiago


Galpón Víctor Manuel. Es el corazón del persa Biobío, eje del barrio en el cual transcurre mi novela Matadero Franklin, y donde he ido desde que tengo uso de razón. Allí aprendí a amar los objetos antiguos y donde también me convertí en un acumulador compulsivo. Mi abuelo, al igual que mi papá, eran muy cachureros [personas que guardan muchas cosas]. Me llevaban, así que conozco ese lugar desde niño. De ahí que tengo miles de cuestiones de cachurero infernales: botellas, relojes viejos, juguetes, bastones y todo lo inimaginable. Pero me encanta esa dimensión de la ciudad. Yo soy muy nostálgico. Siempre he tratado de sanarme la nostalgia, pero es una enfermedad que padezco hace mucho rato. (Víctor Manuel 2230).
Bandejón central de la avenida Matta. Ahí, frente a la calle Madrid, está el barrio donde vivo desde hace cuatro años. Es un Santiago viejo que lucha por persistir, entre torres enormes de hormigón. Ha sido una especie de redescubrimiento para mí, porque de chico lo visité. Iba con mi papá, que era mecánico automotriz, para comprar repuestos. Hoy es un lugar que tiene sus pro y contras, pero que disfruto porque está lindo, conservado, hasta en los rincones más carreteados [desgastados]. Se puede caminar, algo que es clave en mi trabajo para madurar las ideas. (Avenida Matta, intersección Madrid).
Final del Parque Forestal. Fue donde viví por 10 años, a la vuelta de la Plaza del Corregidor, y un poco más allá estaba La Vega, el Mercado Central, y hacia el sur, el centro clásico con sus comercios. Es un punto neurálgico de la ciudad, donde se une y a la vez se dividen barrios importantísimos. Pero también tiene mucho significado emocional para mí. Yo vivía en un departamento antiguo, en Ismael Valdés Vergara 746, desde donde podía ver el tránsito de la gente o la fauna humana que pasaba por ahí. Como estaba en un primer piso, tenía un patio donde hacía asados, algo que me encanta. En ese edificio conocí a mi actual señora, María Paz, y nacieron nuestros dos hijos. También en ese sitio escribí mis primeros libros. Y cuando se hacía la Feria Internacional del Libro de Santiago, yo estaba al lado, todo un lujo, porque llegué a ver a escritores como Juan Villoro.

Ejército con Gorbea. Es el corazón del barrio Universitario y de la Universidad Diego Portales (UDP), donde dicto clases: una labor importantísima para mí, desafiante. Siento plenitud al caminar por allí, rumbo a la universidad y al encuentro con los estudiantes. La UDP ha hecho un trabajo muy lindo de conservación y reutilización de tantos edificios hermosos. Es un espacio que relaciono con mi adultez, donde doy clases de literatura creativa, y tengo ese nexo con generaciones jóvenes.
Galería Drugstore. Es la Providencia clásica: librerías, papelerías y el restaurante Tavelli para detenerse a escribir y comer un pedazo de torta. La primera librería que visité estaba en Drugstore: Quimera, ya no existe. Pero lo sigo visitando para comprar discos vinilos, algunos CD de Michel Petrucciani o The Beatles, y películas en Blu-ray en la tienda Fílmico [Galería Paseo Las Palmas]. Sé que ya no se usan tanto esos formatos, pero tienen una calidad de reproducción única y también respeto a los artistas que producen eso. Me gusta el acto físico, tenerlos en mis manos. (Avenida Providencia 2124).

Estados Unidos con Villavicencio. Es la calle donde se emplaza la casa en la cual vivió, junto a su familia, el arquitecto Luciano Kulczewski. Es un espacio de calma a pasos de la urbe agitada, eje que une el Forestal con Lastarria, también un lugar privilegiado para caminar y deleitarse.
Bandejón central de Alameda. Es un espacio amplio, con árboles antiquísimos, estatuas y bustos, escaños para sentarse a corregir trabajos y a leer. Se refleja de manera magnífica la vocación urbana, social y republicana de la capital. Me suelo sentar por ahí, debajo de algún árbol gigante, para trabajar. (Localizado entre las calles Vergara y Los Héroes).
Plaza Camilo Mori. Es de la mejor y más bella urbanidad que se puede encontrar en la capital. Cerca del ingreso Pío Nono del cerro San Cristóbal, de la subida Chucre Manzur y del restorán Galindo, donde iba a almorzar cuando trabajaba en Canal 13. Ida y vuelta por Antonia López de Bello, una calle tranquila y que invita a recorrerla a pie incansablemente. Eso me atrapa, porque tengo una pasión por aprender a descubrir la ciudad solo, dejarse ir y sorprender por los espacios santiaguinos. Con Santiago, donde siempre he vivido, tengo una relación como si fuera un familiar, que siempre está vinculado con uno, con sus cosas buenas y malas. (Calles Constitución y Antonia López de Bello, Providencia).

La Reina, sector Simón Bolívar con Palmas de Mallorca. Es donde nací y crecí, un barrio con mucho verde y calles tranquilas. Un trayecto que disfrutaba mucho en mi temprana juventud: caminar por Echeñique, hasta Cinépolis (ex Cine Hoyts), ver alguna película y luego subir caminando por Simón Bolívar, abstraído con la belleza e inmensidad de los plátanos orientales.
Irarrázaval con Macul. Ahí alguna vez estuvo el Club de Jazz de Santiago, que visitaba todos los fines de semana en mi adolescencia. Hoy esa casa ya no está, como tampoco la parrillada Donde el Tommy ni los clásicos helados Nieve, espacios fundamentales de mi juventud e infancia, respectivamente. Sin embargo, un poco más arriba, persiste La Fuente Suiza, los mejores sánguches de Santiago, un lugar para ir a almorzar con los amigos o también aprovechar de pasar a comer empanadas (una de pino y una de queso), mientras se disfruta de un libro.
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