Los 10 lugares favoritos de...Maitén Montenegro: “No sé nadar ni andar en bicicleta, pero aprendí a patinar para un montaje porque por el show soy capaz de todo”
La primera ‘show-woman’ chilena habla de su niñez en la calle Lastarria, de la bohemia de los años 70 en el paseo Huérfanos, del ‘Jappening con Ja’, de los teatros en Providencia y de su trabajo como productora creativa de ‘Sábados Gigantes’


Barrio Lastarria. Este barrio significa la infancia, el colegio e hitos en mi vida. Viví con mis padres en una casa de mi abuela, que fue demolida, en Lastarria 125. Era muy alta y oscura, con un techo impresionante, de cinco metros hacia arriba, que mi tío pintaba una parte de negro para que no se supiera donde terminaba. Creo que mis fantasías empezaron a surgir ahí, porque para una niña era un lugar impresionante, donde en lo alto convivían los ratones y los gatos de una manera muy armónica: eran tan grandes los ratones que los gatos les tenían miedo. Y yo tenía mucho miedo en esa casa, pero tampoco me quería ir porque era como estar en un cuento. Mi padre [el premiado actor Raúl Montenegro], ensayaba bajo un tragaluz, donde estaba mi cuna. Después nos fuimos con mi madre [Adriana Leighton] acompañándolo en una gira con la obra El Prestamista por Sudamérica. A mí preguntaban de niña si acaso yo quería tener una vida normal, y yo decía ¿qué es una vida normal? Siempre creí que todos eran artistas. Lo único que me significó no haber tenido una vida ‘normal’ es que no sé nadar ni andar en bicicleta, algo que te enseña el papá en una casa ‘común’, pero para un montaje aprendí a andar en patines, porque soy capaz de todo por el show. Años después volví a vivir al barrio Lastarria, a la calle Rosal, donde tuve a mi primer hijo, y también a Paulino Alfonso, frente al Parque Forestal. (Lastarria 125, Santiago)

Parroquia de La Veracruz. Yo vivía a media cuadra y me casé ahí. Me entregaron en la iglesia Paco Mairena [coreógrafo] y Jorge Pedreros [actor, productor, músico y comediante], que eran como mis padrinos putativos. También bautizamos a mi primer hijo, en 1975. Años antes, cuando mi padre estrenó El Prestamista, con la que lo premiaron en 1962 como el mejor actor del mundo en el Festival de las Naciones en París, un monaguillo de La Veracruz nos prestaba un sillón para usarlo en la obra. Lo sacaba escondido en la noche: era de madera, muy imponente en el escenario. Después, lo íbamos a devolver. No sé si alguien se enteró de eso. (Lastarria 124)
Casa de calle Virreinato. Después de casada, con mi primer marido, me cambié a esta calle a una casa más grande. Yo era la hija ilustre de Virreinato. Recuerdo que había muy cerca un hotel de parejas. En el barrio vivían personas trans que eran muy cercanas. Siempre he tenido muy buena relación con ellas, y me vinculé a través de Paco Mairena, pues fue también el padre putativo de Candy Dubois: la acogió y guio en el camino de la carrera del arte. Dejé esa casa porque era muy grande, de tres pisos, y muy cara. Lo hice cuando me separé. (Virreinato con Tocornal).
Paseo Huérfanos. En Ahumada con Huérfanos había un café, Cave Jamaica. Su dueño era un amante del teatro y en una bodega abajo ensayaba mi papá, cuando era actor de la Universidad Católica. En ese subterráneo, que era pequeño, se hacían conversatorios de teatro los fines de semana, también se improvisaban obras o se presentaban monólogos. Yo tenía siete años, y a veces acompañaba a mis padres camuflada. La bohemia santiaguina era hermosa, viva, y todo ese barrio era importante: estaba el Bim Bam Bum —donde hice un café concert en 1972, cuando me invitó Jorge Pedreros—; el Thalía y el cine Rex, que era el de las grandes películas, con telón de terciopelo.
Cerro Santa Lucía. Siempre fue como el patio de juego. Mis padres me miraban caminar desde Huérfanos hacia el cerro Santa Lucía, porque me dieron permiso para andar sola muy niña. Mi madre siempre fue mi pilar máximo, y cuando murió, la mitad de sus cenizas esparcimos por el cerro Santa Lucía.

Le Trianon. Con mi mamá tuvimos mucha relación con las calles Santo Domingo y Brasil. Además, en este barrio ensayamos la primera etapa del Jappening con Ja, que partió en 1978, en una productora que estaba en una casa. Paco Mairena, que era el coreógrafo del programa, fue a hacerse cargo, por encargo de Candy Dubois, de Le Trianon [un local de espectáculos nocturnos y restaurante francés] Si nombro mucho a Paco es porque realmente era como mi padre: me acompañó en mi embarazo, en mi vida y en mis inicios en el Jappening. Él fue un mentor en todas las áreas artísticas. Cuando me casé con Jorge [Rendic], mi segundo marido y con quien llevo 42 años, Candy y su marido nos celebraron el matrimonio en Le Trianon con una cena. (Santo Domingo, 2096).
El sucucho. Estaba Providencia y fue el primer café concert que mi marido creó con Coco Legrand, en 1982. Fueron dos años de gloria, pero luego se separaron y Coco creó su propio teatro. Aquí conocí a Jorge. Hacíamos Stand Up, como se diría hoy. Eran espectáculos temáticos con historias distintas. Todos los cómicos trabajaron aquí, entre ellos la Gloria Benavides. Los domingos crearon Chocolate concert, que era una función para niños. (Nueva Providencia con Suecia).
Teatro La Taquilla. Cuando se cerró El sucucho, abrimos este teatro. También lo construyó Jorge. Acá hicimos obras que no se podían hacer en esa época [en la dictadura], como Regreso sin causa, en 1984, que fue premiada como el mejor estreno del año. Cuando el alcalde se enteró del contenido, la historia de un matrimonio que regresaba de Suecia a Chile desde el exilo, le quitó el premio y el autor, Jaime Miranda, se querelló. Era protagonizada por Julio Yung y María Elena Duvauchelle. Yo protagonicé también la obra Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario, con una compañía de teatro musical, y en un tablero de ajedrez personifiqué a Pinochet y a Lucía Hiriart. En ese monólogo nos ayudaron muchos autores que no tenían voz en esa época. (En Los Leones, Providencia).

Calle Lira. Formo parte de la televisión chilena desde que se creó en blanco y negro y luego viajé al color y a la tecnología. Tuve una productora, y siempre llegaba con Paco y Jorge Pedreros y trabajé en tres canales, que me contrataban por programas. Trabajé en Canal 13, después que teminó el Jappening, cuando quedaba en la calle Lira, entre 1981 y 1984. Fui productora de Sábados Gigantes e hice videos clips para varios cantantes, como Isabel Aldunate y Miriam Hernández. Cuando llegó la democracia, en 1990, fui jefa de área de entretención de Televisión Nacional. En 1991 me fui a Estados Unidos por 16 años como productora creativa Sábados Gigantes a Univisión, cuando Mario [Kreutzberger, Don Francisco], me reclutó (Lira 40).
Estudio MM. En Miami tuve un estudio de talentos por 14 años, y cuando regresamos a Chile abrimos el Estudio MM. Me traje el vestuario y todo lo que tenía allá. Este lugar para mí significa una esperanza para el arte, porque si no te codeas desde niña, como me pasó a mí, con el arte, y solo lo haces con la fama y los logros, no estás haciendo el camino exacto, pues primero hay que descubrir cuánto te apasiona y te interesa antes de tomártelo como una carrera. Hoy tengo alumnos desde los siete a los 17 años. El estudio tiene teatro, danza y canto y yo doy la clase de integralidad, que significa unir las tres cosas y dominarlas para convertirlas en una. Por mi contacto con niños y jóvenes, estoy siempre actualizada. (Arzobispo Larraín Gandarillas 145, Providencia).
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