Formar para el futuro, sin dejar a nadie atrás
La tecnología y los procesos industriales evolucionan constantemente, y quienes forman a los técnicos del futuro no pueden quedarse atrás
Cuando hablamos de educación, solemos enfocarnos en los estudiantes de la etapa escolar y superior, pues el futuro del país depende de ellos y deberían contar con las mejores herramientas posibles. Sin embargo, solemos olvidar que para que un sistema educativo sea capaz de sacar el máximo de sus estudiantes, es necesario contar con profesores de primer nivel, que se adapten a las nuevas oportunidades y desafíos del siglo XXI.
¿Y si le dijera que incluso cuando hablamos de profesores solemos olvidar a un grupo crucial para la formación de los jóvenes y el desarrollo del país? Me refiero a los educadores de la Enseñanza Media Técnico Profesional (EMTP). Estamos hablando de docentes que trabajan con los liceos de mayor Índice de Vulnerabilidad Escolar (IVE) del país, que tienen una menor probabilidad de alcanzar el tramo más alto de la carrera docente, y que, además, abandonan la profesión con una mayor frecuencia que sus pares científico-humanistas.
Además, en 2024, el 33% de los profesores de la enseñanza médica técnico profesional no contaban con un título de pedagogía, mientras que esta cifra fue de apenas un 5,8% en los docentes de la modalidad científico-humanista. No es de extrañar entonces que las visitas evaluativas de la Agencia de Calidad de Educación entre 2022 y 2023 hayan mostrado deficiencias en el monitoreo de aprendizajes; una escasa conexión de los temas vistos en clases con el mundo laboral y una falta de actividades que estimulen la creatividad, el pensamiento crítico y el trabajo en equipo. Pero no todo es sombrío, las mismas entrevistas de la agencia han reportado como una de las principales fortalezas de los docentes EMTP, su capacidad de crear un vínculo pedagógico con el alumnado, trabajando en un ambiente de respeto y buen trato.
Otra complejidad del panorama docente en la EMTP es que estos profesores deben cumplir un rol dual: no solo ejercer la función pedagógica, sino también dominar conocimientos prácticos vinculados a las industrias de su especialidad. Esta doble exigencia explica en parte por qué, en promedio, ingresan más tarde a la docencia, luego de haber trabajado en el sector productivo. En países como Alemania, Australia y China, esta experiencia previa no es una excepción, sino un requisito formal para ejercer como docente técnico-profesional. La tecnología y los procesos industriales evolucionan constantemente, y quienes forman a los técnicos del futuro no pueden quedarse atrás.
Fortalecer la docencia EMTP chilena debe partir por reducir las brechas en formación pedagógica de estos profesores, ofreciendo becas o subsidios para la obtención del título a cambio del compromiso de trabajar por un número de años en un liceo. Junto con esto, las políticas de apoyo resultan cruciales, y deben ser implementadas de modo que no generen una sensación de sobrecarga en los equipos docentes. Aquí se destaca la importancia de procesos de inducción robustos, redes de apoyo entre los docentes, y fortalecer el sistema de mentorías del CPEIP. Adicionalmente, se podrían expandir los planes de educación dual, como los conducidos por el Instituto Profesional de la Fundación DuocUC (Departamento Universitario Obrero Campesino de la Pontificia Universidad Católica de Chile) en donde se capacita a los profesores y se prepara a los alumnos para el mundo laboral.
Todo país necesita técnicos de calidad, y para ello no podemos eludir el desafío de atraer, retener, y capacitar a los profesores de esta área.
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