Injerencismo de gala: Larry Rubin y la cena con el embajador
Hay de embajadores a embajadores, hay de presidentes de Estados Unidos a presidentes de Estados Unidos, y hay momentos que de tan graves en muy poco se parecen a eso llamado normalidad


Larry Rubin es presidente de la American Society of Mexico. En esa calidad el sábado fue anfitrión de una cena para el nuevo embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson. La gala ocurrió en otro momento crítico de la relación bilateral, y exudó injerencismo.
Sobre la gala hay que decir someramente: tuvo patrocinios de empresas y el boleto para entrar costaba unos 200 dólares. El representante diplomático y su esposa serían los invitados de honor, desde luego. Sede, el Camino Real de Polanco. Vestimenta formal y no se podía discutir la mesa que fuera asignada.
Hay de embajadores a embajadores, hay de presidentes de Estados Unidos a presidentes de Estados Unidos, y hay momentos que de tan graves en muy poco se parecen a eso llamado normalidad; tiempos que evocan tan ingratas memorias que más vale extremar las alertas.
México enfrenta el embate de una Casa Blanca burda en su intervencionismo, taimada en el trato a su vecino y mendaz en su diplomacia. Con la boca, Donald Trump dispensa cortesía a Claudia Sheinbaum, con decretos intenta sobajar la autoridad de la presidenta.
El mandatario estadounidense y su equipo han acusado de cosas falaces a una jefa de Estado que solo ha tratado de estar a la altura del momento histórico para una región que hace treinta y tantos años se planteó una integración comercial.
Nada ha valido. Ni la “cabeza fría” ni las concesiones de la mexicana cancelan aranceles o la irrefrenable pulsión de Trump y amigos de asumirse en capacidad de imponer demandas y de juzgar, desde luego que unilateralmente, el cumplimiento de las mismas.
¿Hace falta decir que más allá del impacto a la economía mexicana por los caprichosos aranceles, Trump es más que una ruidosa amenaza para millones de mexicanos en EEUU, y también una merma para el sustento de las familias de los paisanos aquende el Bravo?
Quien se queje de la turbulencia económica, de la incertidumbre por la veleidad del neoyorquino en cuanto a la imposición de tarifas debe reclamar, con el mismo ardor, el injusto e injustificado acoso a migrantes, honrados trabajadores que son tratados como criminales.
Ese es el contexto de la cena del sábado en honor del representante de Trump en México, un exagente de la CIA, un boina verde, un amigo de Nayib Bukele.
Y por si fuera poco, que no lo es, el sábado muy temprano Trump amenazó con 30% de aranceles y reprochó a la presidenta no hacer suficiente para combatir el tráfico de narcóticos. Inaceptable en forma y fondo.
Aun así, la cena se llevó a cabo. Y si hemos de intentar ser justos, el mensaje del embajador no fue estridente, ni dio más vuelo a la carta de su jefe. Si la cosa hubiera quedado ahí, vale, una cena más con un diplomático y a lo que sigue. Pero no fue así porque Larry Rubin tenía otros planes.
El señor Rubin habló largos minutos. En los que dijo, entre otras cosas, esto (valen la pena los largos entrecomillados)….
Sobre la participación de México en discusiones del grupo BRICS:
“Desviarse de esta alianza (la que tiene México con EEUU) no solo sería un riesgo político de magnitudes inconmensurables, sino un error estratégico que comprometería nuestro futuro común”.
Sobre el “arancel que se puede llegar a aplicar a partir del 1° de agosto”:
“Es una consecuencia directa de la falta de acción efectiva en temas que impactan no solo el comercio, sino también la salud y la seguridad nacional de los Estados Unidos y México”.
Sobre el desempeño del gobierno de Sheinbaum:
“La relación bilateral es una prioridad para los pueblos de ambos países. Pero debe estar sustentada en resultados, no en discursos…"
“Se trata de decisiones, o más bien de omisiones, a nivel gubernamental que han puesto en riesgo el acceso preferencial al mercado más importante del mundo, lo que se hace en las calles, las familias, los pueblos y las ciudades se arriesga y destruye desde las oficinas públicas”.
“México, le debe al T-MEC”.
“Es momento de actuar. No de justificar ni postergar. Si México quiere mantener y fortalecer su lugar en América del Norte, debe cumplir. No parcialmente. No simbólicamente. Debe cumplir plenamente con lo que acordó“.
“Cumplir no solo en comercio. Cumplir también en lo más grave e importante: la lucha contra el crimen organizado, que hoy sabemos son terroristas. Porque no puede haber integración económica duradera si estas redes de criminales y terroristas globales siguen actuando con impunidad".
“Necesitamos una cooperación más firme, más profunda y más efectiva entre ambos países. Por ello confiamos en que, bajo el liderazgo del Embajador Johnson, sabremos avanzar hacia soluciones que debiliten esas estructuras y devuelvan paz y certidumbre a nuestras comunidades”.
A ratos, él mismo anfitrión pedía aplausos para sus propias palabras. Cada quien su estilo. Lo que no es subjetivo es preguntar desde dónde dijo Larry Rubin tan severos juicios a lo hecho, o no hecho, por la presidenta Sheinbaum, desde dónde cuestiona con quién se reúne el gobierno de una nación soberana, desde dónde acusa omisiones.
Rubin se dice mexicoamericano. Suertudo. Puede tener dos perspectivas. O debería. Ahora, si en su discurso elige que el líder “hacia las soluciones” sea el embajador de Trump, entonces ya puso las fichas en un solo lado. Y si encima reclamas a México sin ver lo que Washington no hace….
¿Por quién hablaba Rubin? Por la misión diplomática, no parece. ¿Por las empresas estadounidenses en México? Esas tienen su propia cámara en nuestro país y su propia relación con Sheinbaum. ¿Por quienes le pagaron para asistir esa noche? Saquen ustedes sus conclusiones.
Larry Rubin, que trabaja en México, exige resultados y no discursos a Sheinbaum. Bueno, como en el chiste de la Unión Soviética, ese donde los soviéticos reían al decir que su país y Estados Unidos sí se parecían en algo, en que en ambos se podía criticar a Washington.
Señor Rubin, bienvenido a un momento-país en donde hay libertad de expresión y se puede criticar a la presidenta de México cobrándole a mexicanos para que escuchen sus reclamos al gobierno mexicano. No estoy seguro que críticas iguales puedan hacerse a Trump en EEUU… como el chiste soviético pues.
Otra pregunta muy distinta es por qué los panistas Jorge Romero y Ricardo Anaya, la obradorista Yeidckol Polevnsky, el funcionario de los empresarios Francisco Cervantes y hasta Lorenzo Córdova, según las crónicas, asumieron sin chistar ser invitados de Rubin y consintieron sus vehementes emplazamientos a la primera presidenta de México.
Hay de presidentes a presidentes, de embajadores a embajadores, y de anfitriones a anfitriones… Y este promete que en 2026 hará otra gala. ¿Será que de nueva cuenta mexicanos paguen a Rubin para oírle, de su ronco pecho, todo lo que México hace mal sin decir ni pío de lo que no hace Washington en el complejo fenómeno del narcotráfico, y menos de los abusos en contra de los mexicanos?
Hay de mexicanos a mexicanos.
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