Educación rural y política pública en 2025

Al año 2025, la educación rural es una parte significativa de la enseñanza en Chile. Uno de cada 3 establecimientos enseña en contextos rurales (29,3%): fundamentalmente, se trata de escuelas básicas, de baja matrícula y que suelen estar alejadas de los límites urbanos. Aunque sus escuelas presentan similaridades, sin embargo, la enseñanza rural es un símbolo de nuestro país por la gran heterogeneidad que presenta. Las realidades rurales varían según la región y, en definitiva, esto puede ser observado en los datos que públicamente están disponibles.

Durante el proceso de admisión escolar, en las regiones del extremo Norte (Arica y Parinacota y Tarapacá), el número de postulantes supera al de vacantes, incluso en las escuelas rurales. Esto también ocurre en la Región Metropolitana. En el resto de las regiones, los establecimientos en zonas rurales reciben baja demanda por matrícula. En promedio, por cada 10 vacantes, reciben cuatro postulaciones. El extremo ocurre en Magallanes, donde por cada 10 vacantes, las escuelas rurales reciben una postulación, en promedio.

El alejamiento de lo rural en el sistema educativo, respecto a todos los indicadores, es un motivo de preocupación. Un 23,6% de los estudiantes matriculados en las escuelas básicas rurales no fue evaluado en el SIMCE que conocimos el año pasado, porcentaje que alcanza a sólo un 13,8% en las zonas urbanas. Dicho porcentaje aumenta a un 51% en el caso de escuelas rurales de menos de cinco estudiantes. Lo anterior distorsiona las medidas de política pública que podrían tomarse para cerrar las brechas de la educación rural versus la urbana: 10 puntos en Comprensión Lectora y 12 en Matemáticas, en el SIMCE de 4° básico; y 5,1 puntos porcentuales menos en el porcentaje de estudiantes que accede a la educación superior.

Las brechas entre lo rural y lo urbano, en educación, no se remiten a la vulnerabilidad socioeconómica. Sabemos que las escuelas rurales son más vulnerables: en promedio, su Índice de Vulnerabilidad Escolar (IVE) es 12 puntos mayor. Esto incluso alcanza un máximo de 95,7% en la Región de la Araucanía, precisamente una de las que presenta más matrícula rural. Pero la probabilidad de que un apoderado espere que su hijo o hija complete la educación superior es 3,8 puntos mayor entre las familias urbanas. Se debe notar que dicha diferencia persiste después de considerar su nivel socioeconómico. Hay que considerar las expectativas de quienes crían a sus hijos en contextos rurales.

La subvención por ruralidad entrega una compensación por la baja matrícula y vulnerabilidad de las escuelas rurales. A ésta se añade la subvención de piso rural, que, aunque asegura un piso mínimo de funcionamiento a las escuelas con menos de 17 estudiantes, llega a menos de un tercio de los mismos (31%), por el diseño de sus requisitos. El financiamiento de transporte escolar rural, exceptuando la presente Ley de Presupuestos, ha estado restringido a escuelas situadas a distancias específicas de los límites urbanos y en comunas con una composición demográfica determinada.

Las problemáticas de las escuelas rurales deben ser consideradas a la luz de su heterogeneidad. En la zona norte del país, predominan las escuelas básicas rurales de entre 17 y 100 alumnos, que reciben pocas postulaciones y tienen un IVE menor a 90%. En contraste, las escuelas rurales entre las regiones del Maule y de Los Lagos son altamente vulnerables (con un IVE sobre el 95%). Sus ubicaciones varían y su contexto geográfico presenta con distintas frecuencias accidentes, como ríos o montañas sin caminos, que obligan a una adaptación única al entorno regional.

Con todo, considerar las distintas realidades de la educación rural es una obligación que surge de estudiar sus características: responder a cada realidad local puede ser un desafío que sólo las mismas comunidades educativas puedan lograr. En complemento, podría ser beneficioso potenciar los mecanismos de acceso de estudiantes rurales a la educación superior, que tomen en cuenta nivelación de estudios y habilidades técnicas. Adicionalmente, revisar los criterios de la subvención de piso rural, con el fin de extender su efectividad. Por último, incorporar como política pública una batería de acciones de información e incentivos puede ser un camino para tener una educación rural de rendimiento y expectativas altas.