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Boicot a las chanclas Havaianas: la última obsesión de la extrema derecha brasileña

Diputados bolsonaristas interpretan un anuncio de la marca como contrario a la derecha y emprenden una campaña en su contra

Pocas cosas hay en Brasil más transversales que las chanclas: a falta de un censo fiable, se podría decir, sin miedo a equivocarse, que cada uno de los 213 millones de brasileños tiene al menos un par de las clásicas chanclas de dedo: una sandalia de goma, básica, rudimentaria, cómoda. Una imagen puramente brasileña. Las Havaianas (hace tiempo que se confundió la marca con el objeto) son (o eran) prácticamente una enseña nacional, una de esas marcas que caen bien a todo el mundo… Hasta ahora.

Una campaña de publicidad ha desatado las iras de la extrema derecha, que en los últimos días impulsó en las redes una campaña de boicot. Todo se debe a un inocente anuncio en que la actriz Fernanda Torres, que este año conquistó el Globo de Oro, se dirige a los telespectadores diciéndoles que no quiere que empiecen el 2026 “con el pie derecho”, sino “con los dos pies”. “Ve a por todas, de cuerpo y alma, de la cabeza a los pies”, decía en la grabación, sentada en una silla en la playa, sonriente y sin intuir, ni de lejos, la que le iba a caer encima.

Para la esfera bolsonarista, renunciar al “pie derecho” es una clara alusión al campo conservador, la enésima indirecta contra los electores de derecha. El delirio conspiranoico no se quedó en un puñado de iluminados. El diputado federal Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente, grabó un video tirando a la basura un par de chanclas y expresando su tremenda frustración: “Pensaba que eran un símbolo nacional, he visto a muchos extranjeros con la banderita de Brasil en el pie, pero me equivoqué”, decía compungido. Otros diputados con millones de seguidores en las redes, como el joven Nikolas Ferreira, también se sumaron al carro. La empresa Alpargatas, dueña de Havaianas, llegó a perder más del 2% de su valor de mercado por el miedo de los inversores, pero lo recuperó al día siguiente.

La campaña de odio también tiene que ver con su protagonista, “una persona de izquierda”, según alertó el hijo de Bolsonaro. Torres, una de las mejores actrices de su generación, lleva un año acumulando aplausos y premios por su interpretación de Eunice Paiva en Aún estoy aquí, una película sobre la memoria de la dictadura militar brasileña. El filme de Walter Salles, Oscar a la mejor película extranjera, fue un fenómeno en el país, pero para la parcela de la derecha más recalcitrante un incómodo espejo en el que mirarse. Torres, además, hace poco participó en las manifestaciones contra la rebaja de pena a los condenados por el intento de golpe de Estado, entre ellos Bolsonaro, lo que la acabó de poner en la diana de la extrema derecha.

En el campo de batalla que son las redes sociales, la derecha parecía estar hablando sola, pero cuando el tema salió de su burbuja, la mayoría de Brasil respondió con perplejidad primero, y con memes después. Las bromas sobre los enemigos fantasma se sucedieron al tiempo que Havaianas ganaba gratis una campaña de publicidad sin precedentes. En 48 horas pasó de cuatro a 4,3 millones de seguidores en Instagram. La empresa Alpargatas es uno de los gigantes de la moda en Brasil, con un valor de mercado de aproximadamente 1.400 millones de dólares. La derecha ahora apuesta por usar Ipanema, las chancletas de la competencia. La polarización de Brasil ha llegado a los pies. Ahora hay chanclas de izquierda y chanclas de derecha.

La marca Havaianas nació en 1962 y forma parte de la memoria afectiva de todos los brasileños. Su modelo de chancla está patentado, y en los 80, con la crisis de la inflación, el Gobierno las clasificó como producto básico para controlar los precios. En los 90 Jean Paul Gaultier las subió por primera vez a las pasarelas y desde entonces su crecimiento ha sido imparable. Hoy la marca se vende en medio mundo, a precios que multiplican los de su tierra de origen, donde todavía se pueden comprar por el equivalente a cinco o seis dólares en cualquier esquina: desde supermercados a quioscos y farmacias. La marca acaba de lanzar una colaboración con Dolce & Gabanna y ha contratado a Gigi Hadid como primera embajadora global. La estrategia de la empresa, no obstante, pasa por agradar a todos. Su lema, de hecho, es “Todo el mundo las usa”. Ese consenso, no obstante, parece que se ha roto.

Más de un analista ha intentado atribuir este último espejismo bolsonarista al delicado momento por el que pasa la extrema derecha brasileña, algo desorientada y sin una narrativa sólida a la que acogerse. El líder del movimiento está encarcelado cumpliendo una pena de 27 años por golpista. El presidente Donald Trump, que durante meses amenazó a Brasil con aranceles y sanciones para intentar frenar el juicio a Bolsonaro, aflojó la cuerda y ya posa sonriente con Lula da Silva, que de momento aparece en todas las encuestas como claro favorito para ganar las elecciones del año que viene. El diputado Eduardo, que se instaló en EE UU para urdir esa fallida estrategia de presión para salvar a su padre, acaba de perder su mandato como diputado y además de lanzar a la basura esas viejas chanclas que ya no le gustan también tendrá que devolver su pasaporte diplomático.

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