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El exilio nicaragüense despide a Violeta Chamorro, símbolo de la paz y la reconciliación del país

Los hijos desterrados de la expresidenta y la comunidad de exiliados y desterrados por el régimen de Ortega y Murillo rinden homenaje a la política desde Costa Rica

Cristiana Chamorro y Carlos Chamorro asisten a la misa en honor a su madre, Violeta Barrios de Chamorro, este lunes en San José, Costa Rica.
Wilfredo Miranda Aburto

El Templo Votivo Santuario Nacional Sagrado Corazón de Jesús, en San José, se ubica a menos de 300 metros de la Embajada de Nicaragua en Costa Rica. Media hora antes del mediodía, la carroza fúnebre que transportaba los restos de Violeta Barrios de Chamorro llegó a la iglesia este lunes 16 de junio. El ambiente se tornó solemne. Un silencio respetuoso se impuso entre los asistentes como homenaje a la expresidenta que, en 1990, tras vencer en las urnas a Daniel Ortega —entonces candidato del Frente Sandinista que se presentaba como “un gallo ennavajado”—, logró conducir a Nicaragua hacia la paz y la reconciliación tras una década de guerra civil entre sandinistas y contrarrevolucionarios.

El funeral, que en otras circunstancias se habría oficiado en su país natal y con honores de Estado, se celebró en el exilio, debido a la persecución frontal del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en contra de la familia de la fallecida. Los periodistas Carlos Fernando y Cristiana Chamorro Barrios (dos de los cuatro hijos de Violeta Barrios de Chamorro) presidieron el funeral junto a su familia y el exilio nicaragüense, que llegó a darle el último adiós a esta matrona, considerada símbolo de la paz y la democracia en este país centroamericano lastrado por dictaduras y la violencia política.

Celebración eucarística en honor a la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro, este lunes.

Durante su mandato entre 1990 y 1997, “doña Violeta” —como le llama el pueblo de Nicaragua— lideró la transición posbélica tras una década de revolución y guerra civil. Asumió la presidencia con un país en crisis económica, política y social, y logró desmovilizar a los combatientes de la Contra, reintegrar a miles de exiliados y sentar las bases del pluralismo político.

Carlos Fernando Chamorro, periodista exiliado desde 2021, denunció que en Nicaragua no fue posible siquiera realizar una misa en honor a su madre. “En el momento más complejo y difícil de la historia de Nicaragua, esto jamás habría sido posible allá, debido a la feroz persecución política que existe contra la Iglesia católica”, dijo.

Relató que durante el fin de semana, algunos feligreses pidieron a sacerdotes en Nicaragua que oraran por doña Violeta en las eucaristías o le dedicaran una misa. La respuesta fue: “Mejor no, no podemos, porque es muy peligroso”. Según contó el periodista, los sacerdotes le explicaron que la recordarían en la oración por todos los fieles difuntos, pero no se arriesgarían a nombrarla públicamente. “¿Y uno se pregunta: por qué es peligroso ofrecer una misa por doña Violeta de Chamorro? ¿Por qué existe esa censura contra una mujer de paz, que nunca representó una amenaza para la seguridad nacional?”, cuestionó. “La única explicación posible es el miedo que tiene la dictadura a que cunda la esperanza”.

Expresidentes costarricenses

La despedida reunió a numerosos miembros del exilio nicaragüense y contó con la presencia de los expresidentes costarricenses Óscar Arias y Luis Guillermo Solís. Arias recordó su vínculo cercano con Barrios de Chamorro y sus esfuerzos por construir una Nicaragua democrática. “El mensaje que deja su muerte en el exilio es que Ortega ha abandonado cualquier disfraz democrático”, afirmó.

Cristiana Chamorro y el expresidente Oscar Arias, en la misa de este lunes.

Por su parte Solís dijo a EL PAÍS que “es muy triste admitir que, como le ocurrió a doña Violeta, miles de sus compatriotas también han tenido que marcharse de Nicaragua y esperar un momento mejor para volver a su tierra”. “Me siento profundamente honrado de haber conocido a esta mujer extraordinaria, a quien todos los expresidentes costarricenses hemos homenajeado con un comunicado conjunto. Ese gesto refleja nuestra unidad de criterio sobre la vida y la obra de doña Violeta, quien nos regaló a Centroamérica uno de los momentos más hermosos de su historia contemporánea”.

“Cuando Nicaragua sea República”

Doña Violeta fue la primera mujer en América Latina en llegar a la presidencia por vía electoral. Viuda del periodista Pedro Joaquín Chamorro, asesinado en 1978, canalizó el legado de su esposo en una figura política conciliadora que derrotó en las urnas al Frente Sandinista en 1990. “No fue todo perfecto, pero hizo la tarea que le dejó encomendada mi padre: poner las bases para que Nicaragua volviera a ser república”, dijo Cristiana.

La misa del funeral de doña Violeta fue, más que un servicio religioso, un espacio que la familia Chamorro Barrios usó para reiterar su ideario democrático. Prueba de ello fueron las intenciones leídas por nietos de la expresidenta: por la libertad religiosa en Nicaragua, por la libertad de prensa, por los nicas que viven lejos de su patria y por la paz con justicia. Y hasta el sacerdote que ofició la misa, el sacerdote capuchino, Rafael Aragón, es un exiliado más.

“Su historia no se puede separar de la de mi padre, Pedro Joaquín Chamorro, periodista asesinado en 1978. El legado de ambos es una contribución invaluable al consenso amplio que aún existe en Nicaragua: el desafío de que el país vuelva a salir del abismo en el que está”, expresó Cristiana Chamorro. “Mi mamá decía sentirse inmune a la crítica cuando el bien común estaba por encima de sus sentimientos y de ella misma. Mi madre nos deja el testimonio de que se puede y se pudo. Que nadie nos regala la libertad ni la democracia. Que debemos luchar por ellas cuando no se tienen, y conservarlas cuando se tiene la dicha de poseerlas”.

Cristiana, excarcelada política del régimen copreidencial, cerró su mensaje con una despedida cargada de ternura y destierro: “Gracias, mamá. Vos lo hiciste, y se pudo. Misión cumplida. Te extrañamos desde antier, pero esperamos que descanses en paz en este país al que antes llegaste y al que volviste con papá, junto a nosotros, tus hijos desterrados. No te preocupés, te llevaremos al lado de tu amado cuando Nicaragua vuelva a ser República de todos los nicaragüenses. Te queremos mucho… y un beso grande de aquí al cielo”.

Violeta Chamorro gobernó Nicaragua entre 1990 a 1997.

Seguidamente, Carlos Fernando expresó una reflexión política y personal: “En la madrugada del 14 de junio de 2025 se apagó la vida de nuestra madre, Violeta Barrios de Chamorro, pero ese mismo día renació la esperanza en Nicaragua. Una esperanza encarnada en su ejemplo de vida, en su integridad y honradez, en su compromiso con la libertad y la democracia, en la experiencia de que es posible vencer el miedo para expresar la voluntad popular. Y sobre todo, en su estatura como estadista que gobernó de forma democrática, incluso bajo la amenaza autoritaria”.

El servicio religioso concluyó con la entonación del himno nacional de Nicaragua, coreado con fuerza por los asistentes mientras la lluvia caía sobre San José. Algunos no pudieron contener las lágrimas. Un prolongado aplauso cerró la ceremonia, como gesto final de despedida a la expresidenta, que por ahora descansará en Costa Rica, a la espera de un regreso simbólico a su país. A doña Violeta le queda aún un último capítulo en la historia de la lucha por la democracia en Nicaragua.

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Sobre la firma

Wilfredo Miranda Aburto
Periodista nicaragüense. Colaborador de EL PAÍS basado en Costa Rica, donde está exiliado. Ha cubierto temas políticos, en especial sobre violaciones de derechos humanos: desplazamiento forzado, tráfico ilegal de tierras indígenas, medio ambiente y ejecuciones extrajudiciales en Centroamérica. Ha ganado el premio Ortega y Gasset y el Rey de España.
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