Nilson Pinilla: “Algunos militares propiciaron la toma del Palacio de Justicia para cobrar represalias contra el M-19″
El jurista que lideró la mayor investigación para esclarecer lo ocurrido el 6 y 7 de noviembre de 1985 en el Palacio de Justicia afirma que la guerrilla asesinó al magistrado Manuel Gaona y asegura que el presidente Gustavo Petro es un “mentiroso incorregible”


El abogado Nilson Pinilla Pinilla (Barrancabermeja, 79 años) es una de las personas que más ha investigado la fatídica toma y retoma del Palacio de Justicia de Bogotá, que estremeció a Colombia el 6 y 7 de noviembre de 1985. Además de haber sido presidente de la Corte Suprema de Justicia y de la Corte Constitucional, y profesor de derecho penal durante décadas, Pinilla fue uno de los tres miembros de una Comisión de la Verdad especializada en desentrañar lo que ocurrió en el llamado holocausto. Tras cinco años de trabajo, publicaron un libro en 2010, que ha sido reeditado ahora por los 40 años de la tragedia y que intenta responder por qué la guerrilla del M-19 se tomó el Palacio, por qué los militares asesinaron y desaparecieron a personas inocentes o por qué el presidente Belisario Betancur perdió el poder durante esas horas, entre otras muchas preguntas que mantienen abierta una herida en la sociedad colombiana. Pinilla recibe a EL PAÍS en la recepción de un hotel en el norte de Bogotá.
P. ¿Por qué el Estado no evitó que el M-19 se tomara el Palacio de Justicia?
R. El 18 de octubre de 1985, 17 días antes de la tragedia, se publicó en los medios de comunicación el plan del M-19 para tomarse el Palacio. Es inconcebible que se descubriera el plan de la guerrilla y que de todas maneras lo hubieran podido hacer. La hipótesis es que miembros del Ejército propiciaron la toma porque querían cobrar represalias contra el M19. Los guerrilleros habían realizado una cantidad de actos sumamente graves contra el Ejército: el robo de armas del Cantón Norte, el intento de asesinato del comandante general de las Fuerzas Militares, el robo de la espada de Bolívar.

P. ¿Usted dice que sabían del plan y dejaron que sucediera para vengarse y atacar a los guerrilleros?
R. Es obvio que sabían, porque el plan se había descubierto días antes. A raíz de eso, se reforzó la vigilancia en el Palacio de Justicia con un cuerpo especial de la Policía. Pero el 4 de noviembre, lunes festivo, antes de la toma, no apareció esa policía.
P. ¿Por qué la retiraron?
R. En eso hay grandes mentiras. Unos oficiales del Ejército dijeron que el retiro fue solicitado por Alfonso Reyes Echandía, el presidente de la Corte, porque los magistrados estaban incómodos con la presencia de gente armada. Eso es completamente falso. Un coronel dio una fecha de la supuesta reunión en la oficina de Reyes, pero ese día él estaba en Bucaramanga. Su hijo, Yesid Reyes, ha contado que lo llevó al aeropuerto a las 6 de la mañana, de manera que no podía estar en la oficina cuando estos mentirosos dicen que recibieron la orden. Además, él no iba a pedirlo; a ser un suicida cuando era de los que más sufría las amenazas. Probablemente, la retirada de ese grupo especial era para propiciar la entrada de los criminales.
P. ¿Cuáles fueron los motivos del M-19 para tomarse el Palacio?
R. Dicen que querían hacerle un juicio al presidente de la República porque supuestamente había incumplido lo pactado dentro de conversaciones de paz. La realidad es que entraron directamente a asesinar gente. No iban a ningún juicio pacífico, ni a realizar una obra llamativa o teatral. Entraron por la puerta del parqueadero de la carrera octava, y asesinaron sin ninguna necesidad a dos vigilantes de una empresa privada. También asesinaron al administrador del edificio, que estaba desarmado, y se fueron directamente a las oficinas donde estaban los magistrados de las salas Constitucional y Penal de la Corte. Para llegar allí pasaron por la puerta de la oficina de Jaime Betancur, hermano del presidente, que estaba ahí, y de Clara Forero de Castro, esposa de Jaime Castro, ministro de Gobierno. No les hicieron nada. Si iban a hacerle un juicio al presidente, pues toman como rehenes a esas dos personas. En cambio, llegaron derecho a matar a los magistrados de ambas salas.
P. ¿Por qué?
R. Tiempo después se vino a saber que Pablo Escobar, el peor asesino y narcotraficante de Colombia, había recibido una visita de Iván Marino Ospina, comandante del M-19. Ospina le contó que se iban a tomar el Palacio y le dijo que necesitaban plata y armas. Escobar se las entregó y le encomendó que le “enseñara a esos magistrados que con él no se podían meter”. Era una encomienda especial para atentar contra los magistrados de la sala Penal, porque allí había procesos con sentencias en firme contra narcos, y Constitucional, donde se estaba estudiando el tratado de extradición entre Estados Unidos y Colombia.

P. ¿Qué pruebas encontraron de que Escobar hubiera financiado la toma?
R. Las pruebas son precarias. Entrevistas y testimonios de dos personas con poca credibilidad: Jairo Vázquez Velázquez, conocido como Popeye, uno de los sicarios que trabajaba con Escobar, y la señora Virginia Vallejo, amante del capo. Ellos reconocieron ante nosotros que Escobar dio el dinero y las armas al M-19. ¿Cómo creerles? Es difícil, pero hay muchos indicios que llevan a pensar que eso fue así. No había otra razón para que mataran a los magistrados como los mataron.
P. El presidente Petro ha insistido en que no fueron sus antiguos compañeros del M-19 quienes asesinaron al magistrado Manuel Gaona, como afirma la mayoría de la familia del fallecido. ¿Qué piensa?
R. El ponente del estudio de la extradición era el magistrado Gaona. Esa mañana estuvieron sesionando sobre el tema. Él fue el magistrado que sobrevivió más tiempo, lo tenían como rehén en el baño del tercer piso, con guerrilleros sobrevivientes y otras personas. El Ejército empezó a disparar terriblemente hacia allí y el guerrillero Andrés Almarales, el tipo de mayor rango que quedaba, empezó a negociar con los militares. Acordaron que salieran los heridos, luego las mujeres, después todos los rehenes. El doctor Gaona intentó salir acompañado de un magistrado auxiliar, y un guerrillero del M-19 le pegó un tiro en la nuca y lo mató. Esto muestra que había una intención dirigida contra los magistrados de las salas y ningún deseo de juzgar al presidente.
P. ¿Cómo juzga usted las actuaciones de los militares?
R. Meter tanques de guerra al Palacio fue totalmente desproporcionado. Algunos de los de militares no entraron con la intención de rescatar rehenes, sino de aniquilar a los integrantes del M-19. Es una conclusión horrenda, aunque hubo otros que ayudaron a la gente a salir. En todo caso, la consigna no era la de rescatar a los rehenes, sino la de acabar con todo lo que fuese guerrilla.

P. ¿Y las desapariciones?
R. Un empleado del Consejo de Estado, el doctor Carlos Horacio Urán, sale vivo con una pierna recogida, mostrando que está herido y apoyado en hombro de un soldado. Su esposa, que está viendo, lo reconoce, y luego su cadáver aparece al interior del Palacio, con un tiro en la pierna y otro en la cabeza. El ejército no da explicación ninguna de qué pasó con Urán. Lo mataron porque tenían sospechas de que fuera de izquierda. Además, están los empleados de la cafetería: Carlos Augusto Rodríguez, el administrador, y 10 personas. Todas desaparecidas por la sospecha de ser cómplices de la guerrilla. Fue un hecho sin fundamento y cruel. El Ejército, al que le debemos tanto, debe al país las explicaciones sobre lo que les ocurrió. Tienen que contar qué hicieron en el Palacio de Justicia.
P. Mientras tanto, ¿qué hacía el presidente Belisario Betancur?
R. Lo entrevistamos para el informe y nos repitió lo que ya había dicho. “Di la orden de restablecer la democracia, recuperando el Palacio, pero respetando la vida de los rehenes...”. Guardó un momentico de silencio y completó “y de los guerrilleros”. Así, textualmente. Yo le pregunté si con los tiroteos y las explosiones no se dio cuenta de que no estaban respetando la vida de nadie. No respondió. Sin embargo, ese día no hubo un golpe de Estado, sino un vacío de poder. A él se le salió de las manos el asunto. No ejerció su deber como comandante supremo de las fuerzas militares, quedó pasmado. Lo trataron como un pelele.
P. ¿Cómo ha visto las últimas declaraciones del presidente Petro, reivindicando la toma?
R. El señor presidente es un mentirosito incorregible. Una persona que tiende a presentar las cosas como en el momento se le ocurren y son más beneficiosas para él, pero no respeta la verdad. Eso de pretender echarle culpas a una víctima como el magistrado Gaona, tan cruelmente sacrificada, es miserable. Decir que la acción del M-19 había sido gloriosa es absurdo. Fue un delito múltiple, se sacrificó la vida de muchos inocentes.
P. ¿Por qué este episodio de la historia sigue siendo tan importante para Colombia 40 años después?, ¿por qué no hemos podido cerrar la herida?
R. Es la mayor tragedia que ha pasado en Colombia, después de los desastres naturales. Falta una conciencia nacional que nos haga ver que de la confrontación armada no quedan sino daños, mientras del diálogo, del entendimiento, de la comprensión recíproca, queda el desarrollo de una sociedad productiva, sana y pacífica.
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