La izquierda colombiana logra mantenerse unida ante las elecciones de 2026 frente a una derecha sin rumbo
El petrismo busca caminos para consolidar un solo candidato a pesar de los tropiezos legales de su consulta y la disrupción de un aspirante populista. Los líderes de oposición no logran concretar un método para escoger a sus favoritos tras múltiples reuniones


Una foto de la unidad de la izquierda colombiana circuló masivamente esta semana en redes sociales y medios de comunicación. Iván Cepeda, Carolina Corcho y Daniel Quintero posan en la Casa de Nariño, frente a La paloma de la paz de Fernando Botero. Sostienen un acuerdo en el que reafirman que, el 26 de octubre, participarán de una consulta en la que se definirá quién será el candidato presidencial del petrismo en las elecciones del año que viene. Afirman que no los detendrá un extenso vericueto legal sobre la conformación del movimiento del presidente Gustavo Petro como partido. En dos semanas, habrá un representante absoluto del sector. Mientras tanto, la derecha está dividida en decenas de candidatos. Los acercamientos se limitan a encuentros en los que dos líderes políticos se reúnen, publican la foto en X y señalan que comparten el rechazo a Petro. No hay acuerdo para un frente común.
Los tres aspirantes del petrismo no podrían ser más distintos. Cepeda, senador y defensor de derechos humanos, es el favorito de las bases progresistas —sindicatos, estudiantes, los partidos de izquierda— por su larga trayectoria en la militancia y su carácter sereno y de unión. Quintero, exalcalde de Medellín, se acercó a la izquierda hace solo unos años, tiene el apoyo de algunas maquinarias regionales y suele acaparar titulares por su estilo populista y estridente. La contienda se completa con Carolina Corcho, exministra de Salud, que busca diferenciarse “de la cúpula de la izquierda” y recabar apoyos en los movimientos sociales, las mujeres y las regiones. Una decena de otros dirigentes, como María José Pizarro y Gustavo Bolívar, se bajaron hace unas semanas para apoyar a Cepeda ante el temor de que Quintero pueda ganar.
El gran obstáculo es la incertidumbre que existe respecto a la situación jurídica del Pacto Histórico. El Tribunal Superior de Bogotá respaldó este martes la decisión del Consejo Nacional Electoral de no reconocer al movimiento como un partido, sino como una coalición de varias formaciones. Esto implica que la votación del 26 de octubre ya no será una consulta interna, sino una inter-partidista. El ganador podría quedar inhabilitado para participar en marzo de una contienda más amplia con otros sectores de izquierda y de centro, a menos que busque una alternativa jurídica que le permita participar. La Registraduría ha avalado que, mientras tanto, se mantenga la consulta entre Cepeda, Quintero y Corcho. Los tres han denunciado que la derecha y la justicia buscan dividirlos y han enfatizado, una y otra vez, que no lo permitirán.
La izquierda, pese a estas dificultades, mantiene su optimismo. Cepeda señala en una conversación telefónica que la consulta les permitirá “llegar más fuertes” a mayo, cuando se celebrará la primera vuelta de los comicios presidenciales. “Moviliza a nuestro electorado desde una fase temprana y activa todo un dispositivo: testigos electorales, publicidad, exposición en medios. Hoy el Pacto Histórico está en el centro de la discusión del país”, afirma. La gran incógnita es si los simpatizantes de Cepeda y Quintero, dos políticos de trayectorias y estilos opuestos, apoyarán al adversario si resulta ser el ganador de la consulta. Cepeda reconoce el riesgo de que esto no ocurra, pero asegura que mantiene sus expectativas: “Hay acuerdos y reglas de juego. Obviamente, pueden cumplirse o no. Pero, en principio, las reglas se deben cumplir. Si gano, espero ser respaldado por Quintero, y viceversa”.

La participación de Quintero, impulsada por el presidente, amenazó durante semanas con dinamitar la unidad de la izquierda. Los aspirantes que se bajaron para apoyar a Cepeda lo cuestionan por estar imputado en una causa de corrupción cuando fue alcalde de Medellín (2020-2023) y por alejarse de los acuerdos programáticos del partido —propone cerrar el Congreso, acabar con las notarías, repartir lavadoras—. Sin embargo, Cepeda, Quintero y Corcho han mantenido la cordialidad en las últimas semanas y no se han atacado. El exalcalde de Medellín dijo el fin de semana pasado en El Tiempo que no responderá a las críticas de quienes se bajaron. “Nuestro enemigo real no está adentro, está afuera; es el uribismo, las mafias corruptas, la derecha”, apuntó. Cepeda coincide: “Fui el primero en decir que no debemos atacarnos (...). No vamos a caer en la trampa de un enfrentamiento interno cuando enfrente está nuestro verdadero adversario, que es la extrema derecha y [el expresidente] Álvaro Uribe”.
La derecha, por su parte, se encuentra todavía en etapas iniciales. Abundan los videos y fotos en los que los precandidatos expresan su sintonía, sin llegar a ningún acuerdo concreto. “Están en juego el futuro de Colombia, la democracia y la libertad. El excontralor Felipe Córdoba lo sabe”, escribió la aspirante Vicky Dávila el martes, junto a una foto en la que se la ve con el desconocido precandidato. Algo similar ha hecho el expresidente Uribe, que a finales de septiembre difundió una imagen en la que aparece sonriente con Abelardo de la Espriella, un aspirante en ascenso desde la ultraderecha. “Nosotros respetamos su candidatura independiente y él respeta el proceso y nuestra responsabilidad con el Centro Democrático”, resaltó.
El exmandatario, además, ha dedicado sus últimos domingos a encabezar unos foros con precandidatos en YouTube. En uno de ellos, Dávila dialogó sobre problemas de orden público con Juan Manuel Galán, más cercano al centro político. Al terminar, la precandidata le insinuó a Uribe que la unidad es posible. “Presidente, solo una cosa más, fíjese que sí podemos lograrlo. Colombia sí se va a salvar”, le dijo. El exmandatario respondió: “¡Claro que sí, Vicky!”. Las dificultades, sin embargo, son evidentes. Uribe aún no concreta la foto con el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, quien lidera Cambio Radical, el otro gran partido de la oposición al Gobierno. Una cumbre de ambas formaciones para consensuar posturas en el Congreso, que estaba prevista para el próximo miércoles, se ha aplazado sin que se anuncie una nueva fecha.
La falta de avances concretos produce preocupación en la derecha. El senador Efraín Cepeda, precandidato presidencial y expresidente del Partido Conservador, comenta que la situación contrasta con la del petrismo. “Si la izquierda llega con un solo candidato, y nosotros con cuatro o cinco, no hay manera de derrotarlos en primera vuelta”, apunta por teléfono. Han habido numerosas reuniones entre partidos —Conservador, Liberal, La U, con la observación de Cambio Radical y el Centro Democrático—, pero la coalición ahora está “en un receso” tras varios desacuerdos. “Hay partidos con un pie en el petrismo y otro en el anti-petrismo. Acá hay que definirse”, dice el dirigente conservador, en una crítica implícita a los legisladores de La U y el liberalismo que han acompañado al Gobierno. Para el congresista, además, sería inaceptable que el Partido Conservador concurra a una consulta en marzo con otra marca, como han propuesto algunos. “Hemos aceptado que se invite a los candidatos que están recogiendo firmas [para inscribir su postulación], pero no se puede permitir que un partido centenario deje su nombre de lado. Sería echar por la borda 165 años de historia”, subraya.
La situación no está mucho mejor entre los políticos más cercanos al centro. Galán, Mauricio Cárdenas, Juan Daniel Oviedo, David Luna, Mauricio Gómez y el movimiento La Fuerza de las Regiones están “conversando” sobre la posibilidad de llevar a cabo una encuesta a finales de enero para depurar esa lista: no para que dejar un solo candidato, pero al menos para reducir el número a tres finalistas. “Todavía no hay nada acordado, pero hay un ambiente positivo para llegar a una consulta [más amplia] en marzo con una eliminatoria previa”, dice Galán, del Nuevo Liberalismo, en una conversación telefónica. El problema es que Sergio Fajardo y Claudia López, dos de los principales aspirantes del centro, están por fuera. “No sé si él considera sumarse, pero tiene la puerta abierta si quiere. Sobre ella, no hay acuerdo. Apoyó a Petro en las elecciones de 2022 y para nosotros eso es una línea roja”, añade.

La otra incógnita es si habrá una consulta en marzo que incluya tanto a sectores de derecha como de centro. Galán señala que depende quiénes sean los candidatos que queden en cada sector. “Nos acercaríamos a una derecha moderada, íntegra, que no enfrasque al país en otra confrontación”, afirma. La senadora uribista Paloma Valencia, por ejemplo, sería alguien con quien iría a una consulta. “En muchas cosas no coincido con ella, pero es una persona seria, coherente”, afirma. Consideraría también a Vicky Dávila, pero otros aspirantes, como María Fernanda Cabal o Abelardo de la Espriella, le serían opciones demasiado extremas.
Los réditos
La izquierda ha tenido varias ventajas para consolidar su unidad. El analista político Héctor Riveros comenta por teléfono que el sector reconoce “un liderazgo único” en Petro. “Es el gran jefe, tanto que les metió a Quintero, que no lo querían y les tocó aguantárselo”, comenta. Uribe, en cambio, no logra aglutinar a toda la derecha. “Es el jefe de una fracción, pero una especie de factor tóxico para la unión de los demás”. Yann Basset, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, coincide en la importancia del liderazgo casi indiscutido de Petro para la izquierda. Añade, además, que el Pacto Histórico “no tiene opción”. “Hay un temor muy fuerte de que si gana la derecha haya una especie de terror blanco y lo pierdan todo”, afirma en una llamada. No llega al punto de considerar a Uribe “un factor tóxico” para la derecha, pero cree que ya no tiene la misma capacidad de cohesionar: “Hay una tendencia a querer pasar a otros liderazgos”.
La pregunta clave es si la unidad tendrá réditos electorales. Basset es uno de los que cree que sí: la izquierda consolidará “un candidato fuerte” a partir de octubre y dejará afuera a otras opciones que le quitarían votos. “Cepeda o Quintero no van a recuperar automáticamente el electorado del otro, pero hay más posibilidades. Si Cepeda gana, no creo que los electores de Quintero voten por alguien como Vicky Dávila”, comenta. Riveros, en cambio, es escéptico de que una consulta garantice alguna ventaja. “Los políticos creen que es importante, pero hoy en día las alianzas restan, en vez de sumar”, evalúa. Explica que la ciudadanía “está totalmente desligada” de las estructuras partidarias y sus decisiones. “Incluso si el Partido Liberal hace una alianza con el Centro Democrático, los liberales clásicos nunca votarán por un uribista”, comenta. Lo mismo considera en el petrismo, sobre todo si gana Quintero: “La izquierda no va votar por él, porque cree que es un bandido”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
