Los empresarios de Colombia acusan el golpe de la incertidumbre política
El mayor encuentro del sector privado, el Congreso de la ANDI en Cartagena, muestra un empresariado enfocado en las elecciones de 2026


Este viernes, en la mañana el tercer y último día del Congreso Empresarial Colombiano, el mayor encuentro del sector privado en el país, se reveló el dato de crecimiento del país durante el segundo trimestre de este 2025. La cifra del 2,1% en ese período, y el acumulado del 2,4% de enero a junio, pueden ser motivo de amplia discusión entre economistas y empresarios, que ven en ellas la medida más gruesa del entorno en el que se mueven. Pero eran poco citadas en los pasillos del Centro de Convenciones de Cartagena de Indias, donde más de 2.000 asistentes intercalaban las conferencias y paneles con la charla informal entre ellos. En lugar de la cifra macroeconómica, la atención se la llevaba la realidad política en un momento de alta tensión, que entre los empresarios ha dejado una mezcla de ansiedad, molestia y, especialmente, angustia. Y, aunque al salir del foro varios de ellos señalaban una sensación de alivio por varias de las charlas y hechos de la reunión, la presión política se mantiene a siete meses de las elecciones legislativas y nueve meses de unas votaciones a presidente que no solo no tienen un favorito claro, sino que se mueven entre decenas de aspirantes y un sinnúmero de variables.
El inicio del encuentro estuvo marcado por una noticia luctuosa. El mismo miércoles en el que estaban citados a su asamblea anual los afiliados a la ANDI, el poderoso gremio empresarial que organiza el encuentro abierto, llegaban a su culmen las honras fúnebres del asesinado senador opositor Miguel Uribe Turbay. El impacto del magnicidio sobre el país ha ocurrido en dos grandes momentos. Primero, a inicios de junio, cuando fue víctima de un atentado sicarial en un mítin en Bogotá y, luego, la semana que termina, cuando murió tras dos meses en cuidados intensivos. La tristeza propia del luto quedó remarcada en la modificación de la agenda del congreso, en la cancelación de los eventos sociales que orbitan los foros, en la misa realizada en su memoria y en la mención que hicieron de Uribe prácticamente todas las intervenciones en el auditorio. “Es muy jodido pensar en inversiones o planes de negocio con esta noticia encima”, decía un presidente de una de las 50 mayores compañías del país fuera de micrófonos.
El presidente de la ANDI, Bruce Mac Master, señalaba que el congreso tenía como fin desatar conversaciones para pensar en una estrategia de país a mediano plazo. En ese sentido, se dieron conferencias como la de Anu Madgavkar, socia y experta de la consultora McKinsey, sobre el cambio demográfico, o la del profesor de la Universidad de Virginia Siva Vaidhyanathan, sobre los desafíos y oportunidades que trae la inteligencia artificial. Pero, así como el dato del PIB pasó relativamente desapercibido en el ánimo, esa mirada de largo plazo quedó más como una semilla que como una inquietud de primera línea. En un salón aparte, aspirantes presidenciales como la exministra de ambiente, Susana Muhammad, o el expresidente del senado, Roy Barrera, tenían charlas con grupos más reducidos de empresarios, en una marca de la presencia de la política inmediata que solo crecería.
El momento más debatido, y más emocional, del encuentro, se dio en el primero de los dos paneles de aspirantes presidenciales. Mientras hacía su presentación inicial el primero de los seis invitados al debate, el exministro de Minas y de Hacienda Mauricio Cárdenas, un hombre irrumpió en el escenario tras bajar rápidamente las escaleras del auditorio y saltar a la tarima. La reacción inmediata de muchos asistentes, tras el asesinato de Uribe Turbay, fue temer un atentado. Pero en dos segundos quedó claro que se trataba de otra cosa. Daniel Quintero, exalcalde de Medellín, conocido por sus arrojados trucos de publicidad política y quien busca cupo en la definición de un candidato presidencial único de la izquierda, se paró de frente al escenario y a las cámaras, desenrolló una bandera de Palestina y, ante un micrófono dirigido a sus redes sociales, denunció una supuesta censura por no haber sido convocado al congreso. Enconado crítico de la clase empresarial de su región e imputado en un caso por corrupción por decisiones tomadas como mandatario local, salió en medio de gritos de “ladrón” e, incluso, de insultos. El hecho electrizó el ambiente y reforzó la honda huella que la política tenía en las mentes de los empresarios.

Más aún cuando el presidente de la República intervino en favor de Quintero y contra Mac Master, a quien ya había criticado al inicio del evento. “Solo quieren gente que se arrodille y se ponga ella misma las cadenas. La ANDI rompe la constitución al no permitir una organización democrática”, escribió Petro esa noche en sus redes sociales, en lo que fue interpretado no solo como un distanciamiento adicional frente a los empresarios, sino como un guiño al exalcalde.
El viernes, otro conversatorio con los alcaldes de cinco de las más grandes ciudades del país (Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena), mostró de nuevo que la atención está en la política. El auditorio estaba lleno y fueron despedidos con un enorme aplauso, mientras sostenían una bandera de Colombia. “Menos mal tenemos alcaldes que la plantan la cara al presidente”, resumía luego una consultora empresarial, aunque uno de los mandatarios, Alejandro Eder de Cali, señalaba una alerta: “No podemos ignorar lo que piensa el pueblo”, afirmó en referencia a la tentación de creer que la posición política de los empresarios, convertidos prácticamente en antagonistas de Petro y la izquierda, representa a la sociedad en su conjunto.
Todo ello parecía dejar de lado la realidad de que muchos de los negocios de quienes allí se reunían no van mal. Aunque la foto depende del sector que se mire, y los bancos o el comercio van mucho mejor que la construcción o la minería, que se han contraído frente a 2024, fuera de la política Colombia se ve diferente, menos tenso y más resiliente. “Ese es el mundo online, no el mundo offline”, remarcaba un asesor de empresas en referencia a la crispación que se siente en los asuntos políticos, y que solo promete crecer a medida que se acercan las elecciones y que se desenvuelven asuntos como la definición de los candidatos o la segunda instancia del proceso judicial por el que fue condenado hace dos semanas el líder de la derecha, el expresidente Álvaro Uribe.
“Yo salgo animado, más optimista que antes”, afirma un decano de Administración de Negocios en una de las universidades más reputadas del país. “La realidad va más allá de las peleas de los políticos, y quedó claro que el sector privado quiere pensar el país y encontrar soluciones a los problemas”. Con él se muestra de acuerdo el organizador del encuentro y unos de los termómetros más fiables del ánimo del sector privado en Colombia. “El Estado es importante e indispensable para algunas cosas, pero lo que queda claro es que se puede seguir adelante a pesar de él”, concluye Mac Master, quien ve en el encuentro mismo, su tamaño y convocatoria, una muestra de pujanza empresarial. Pero no todas las voces opinan igual. “La inversión está congelada y no es por falta de oportunidades, de ideas o de capital, sino por la incertidumbre”, argumenta una vicepresidenta de una de las principales entidades financieras del país.
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