Lo que el silencio deja claro
El país sigue procesando la forma en que el nuevo jefe de gabinete del gobierno, durante el acto de instalación del Congreso, gritaba y arengaba a favor de la reelección presidencial, a pesar de estar prohibida en Colombia

De manera inexplicable, el presidente Gustavo Petro tomó la decisión de gobernar con un sector político que poco se acerca a las ideas con que se hizo elegir. Sus recientes nombramientos en cargos de alto poder han desconcertado a diversos sectores que acompañaron su campaña en 2022 y se han visto empoderados discursos que ponen en riesgo el respeto por las reglas de juego de las elecciones. El silencio del presidente frente a las ideas que surgen desde su propio entorno deja cada día más preguntas entre la ciudadanía.
Gobernar en contravía de las ideas promovidas durante la campaña no solo desilusiona a los sectores que inicialmente confiaron en unas tesis. También empodera en muchos casos a los voceros de causas que desafían los principios de la democracia. De manera creciente, esto es lo que ha ocurrido en el anillo del poder más cercano al presidente Petro, en el cual han tomado vuelo ideas que sin asomo de vergüenza ponen en duda el respeto por la Constitución del 91.
El país sigue procesando la forma en que el nuevo jefe de gabinete del gobierno, durante el acto de instalación del Congreso, gritaba y arengaba a favor de la reelección presidencial, a pesar de estar prohibida en Colombia. Desde hace meses, una senadora del partido de gobierno ha propuesto abiertamente cambiar la Constitución del 91 para que el presidente Petro pueda reelegirse en el poder. El argumento, según los dos, es que un proyecto de cambio en la política necesita más de cuatro años al mando de la nación. Otras voces en su partido político impulsan ideas igualmente cargadas de riesgo, como cerrar el Congreso, sin que esto genere la menor reacción de Petro.
Esta semana, en un encuentro con influenciadores digitales a favor del gobierno, el jefe de despacho, sentado al lado del Presidente de la República, volvió a insistir en su deseo de que Petro permanezca en el poder. El silencio de su jefe, el Presidente de la República, quien esta vez y todas las anteriores decidió no responder ante la iniciativa, llama la atención del país. ¿Quién explica que quien como senador rechazó la reelección de Uribe ahora, como presidente, se rodee de quienes piden su permanencia en el poder y los avale con su falta de claridad?
Como si fuera poco, algunos de los que hablan al oído del presidente ahora piden que la difícil situación frente a los límites entre Colombia y Perú en el Amazonas sea resuelta mediante un conflicto y no desde la diplomacia. Sería difícil encontrar ejemplos de una mayor irresponsabilidad política en tiempos en que el país necesita la muestra más clara de mesura y diálogo desde los términos de la legalidad. Que los ánimos de la versión más radical de la política partidista ganen terreno cuando la nación pide decisiones responsables es una muestra de lo mal que decidió rodearse el gobierno.
Un verdadero demócrata y líder de un partido no permitiría que semejantes ideas fueran lanzadas desde su partido político, por más que no sea él su autor directo. Guardar un silencio como el que el país ha conocido con preocupación, frente a llamados desde su círculo más cercano, está lejos de ser un accidente y debe llevar a preguntar cuál es el rol que cumplen quienes desde el entorno del gobierno emiten estas propuestas y qué busca el presidente al autorizarlo.
No es casualidad tanto silencio del primer mandatario frente a las propuestas inaceptables provenientes de su entorno y eso es lo que debería preocuparnos a los colombianos a estas alturas.
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