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Angela Davis: “Veo al fascismo infectar el Gobierno de Estados Unidos, pero estoy convencida de que es temporal”

La activista afroamericana visita Colombia y habla con EL PAÍS sobre su amistad y respaldo a la vicepresidenta Francia Márquez, la creciente solidaridad al pueblo palestino y la necesidad de crear esperanza en un mundo impotente

Angela Davis, en Cali, Colombia, el 26 de julio de 2025.
Camila Osorio

Angela Davis, la icónica activista afroamericana nacida en Alabama hace 81 años, ha dedicado toda su vida a los movimientos sociales, al punto que dice que una de sus cosas favoritas ha sido verlos mutar. “Yo me siento tan agradecida de poder vivir una vida larga, porque he podido ver que las luchas han sido largas”, dice ante un público de mujeres afrocolombianas en la ciudad de Cali. ¿Las Panteras Negras de las que formó parte hablaban de las mujeres trans? Imposible, dice Davis entre risas, quien ahora defiende que el símbolo del feminismo pueda ser una mujer negra trans. El movimiento muta, se expande, y Davis no le tiene miedo a cuestionar el pasado. “También entiendo por qué en los sesenta o setenta pedíamos la liberación para el hombre negro, pero problematizamos luego que dos tercios de las panteras negras éramos mujeres, y no hablábamos de nosotras”, añade.

Davis está en esta capital del pacífico colombiano porque fue invitada por otro ícono del activismo afro: la vicepresidenta Francia Márquez, para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y Niña Afrodescendiente. La política colombiana aprovechó la inauguración del evento, y la presencia de quien ha sido su aliada y mentora, para romper su silencio contra la discriminación que ha vivido en el Gobierno de Gustavo Petro. “No estoy aquí para quedarme callada. No voy a fingir que no duele, que no cansa, que no desgasta. Tengo ganas de gritar”, dijo. Davis, marxista anticolonial, es un símbolo de la izquierda que respalda a Márquez en el momento más difícil de su mandato. “Me considero una más en el movimiento que ella creó”, dice en una entrevista con EL PAÍS.

Pregunta. Usted ha dicho en ocasiones que la población afro en Estados Unidos tiene una mirada muy ensimismada de lo que pasa solo dentro de su país. ¿Por qué considera valioso venir a Cali a celebrar el día de las mujeres negras con mujeres afrocolombianas?

Respuesta. Gracias por ir al grano inmediatamente sobre lo céntricos que somos en términos de ideologías, y yo, de hecho, diría que mis aprendizajes más importantes siempre han emanado de mirar a muchos países, muchas personas y muchas luchas. Desde hace muchos años he seguido las luchas afrocolombianas, pero no había tenido un conocimiento tan cercano hasta ahora sobre las luchas por la democracia acá. Y la lucha por la igualdad racial está en el centro de la lucha de la democracia. Me gustaría que nos identificáramos como americanos en forma amplia, no América como Estados Unidos, porque yo me identifico más con las luchas y las victorias de acá en Colombia que lo que ocurre en mi país. En Estados Unidos no tenemos mucho que celebrar por estos días. Acá, a pesar de los problemas que tiene el Gobierno actual, sigue existiendo una vitalidad, una sensación de que ha habido un cambio. Yo siento que Colombia es mi país, esta es mi gente.

Angela Davis y Francia Márquez en Cali, Colombia, el 25 de julio 2025.

P. Francia Márquez la considera a usted una mentora, y usted dijo el viernes en un discurso que ella le ha influenciado mucho. ¿En qué sentido?

R. La conozco desde que ella era muy joven y siempre me ha impresionado su espíritu, la forma en la que conecta con la gente y con la tierra. La conocí en 2010. Ella, en ese momento, se enfrentaba a unos problemas enormes, y nos decía que estaba intentando evitar un desplazamiento en su territorio ancestral. Ella y su movimiento se enfrentaron al Gobierno y a corporaciones multinacionales, y siendo ella una mujer tan joven, casi una niña, a mí me sorprendió mucho su compromiso. Yo me considero una más en el movimiento que Francia Márquez creó.

P. Márquez pronunció el viernes un discurso en el que rompió su silencio frente a la discriminación que vive dentro del Gobierno de Gustavo Petro, en donde la llaman traidora, y añadió que la usaron en 2022 para ganar elecciones y luego la hicieron un lado. ¿Le hace eco a lo que han vivido otras líderes?

R. Estas luchas internas iban a darse: moverse de un movimiento social radical, que exige un cambio, a un puesto en el Gobierno, que debe determinar cuál espacio le da a las fuerzas de cambio, es difícil. Diría que lo que le ocurre ha pasado en otros casos, pero también que Francia Márquez está en un territorio nuevo, y a mí me impresiona su capacidad de ver claramente lo que está pasando. Ve que no es el hecho de tener uno de los puestos más importantes en el Gobierno lo que le da poder. Ella aún quiere facilitar, estando en el Gobierno, que el movimiento que ella inspiró se mueva, y al mismo tiempo a ella le toca moverse en caravanas de carros blindados. Creo que ella entiende que hay una disonancia ahí, en esos símbolos, y que su talento viene del movimiento con el que luchó. Ella no olvida que viene de abajo. A mí me conmovió mucho su discurso y lamento mucho que la estén acusando falsamente.

P. Usted le ha dedicado décadas al activismo antirracista y estamos viviendo un momento en que se habla de que el supremacismo blanco en el Gobierno de Trump quiere destruir todo lo logrado en esa lucha. ¿Cómo lo vive usted?

R. Con los años, yo he entendido que las luchas nunca son lineales: siempre das dos pasos adelante, cuatro hacia atrás, cinco hacia adelante, seis hacia atrás. Lo que yo hago en esos vaivenes es mantener mi sentido de estar en el lado correcto de la historia, que no quiere decir que siempre tengamos certezas sobre el mundo que queremos. Aunque veo el fascismo y el autoritarismo infectando al Gobierno de Estados Unidos, estoy convencida de que es temporal, así desgraciadamente esté generando mucho dolor. Ese dolor, esa opresión, en particular por apoyar el genocidio de Israel contra el pueblo palestino. Pero también creo que los palestinos nos han dado un sentido al poder de la esperanza. El movimiento de solidaridad con ellos ha aumentado en todo el mundo, porque ellos no se rinden, incluso con Gaza destruida, incluso con hambre, incluso con todo eso... no desisten, siguen con la esperanza de vivir un mundo mejor, uno sin explotación. No quiero minimizar los peligros que vivimos, pero sigo pensando que incluso en Estados Unidos siguen del lado de la libertad, y que esto es temporal. Donald Trump no va a determinar el futuro de los jóvenes en Estados Unidos y el mundo.

La reunión 'Encuentro Internacional JUNTAS por la Restauración de Nuestra Dignidad' en Cali.

P. Se dice que hubo muchos movimientos que se organizaron contra Trump en 2016, mientras que en 2025 la pregunta es en dónde se escondió esa resistencia. ¿Coincide en que ha sido más difícil la organización en este segundo periodo de Trump?

R. Sí, hay momentos bajos. Hay momentos más públicos con protestas, y eso es parte de un movimiento social, pero eso no es un movimiento social per se. Hay momentos en los que debemos intentar internalizar lo que hemos aprendido al haber participado en esos movimientos. Hay momentos de silencio en los que puede parecer que nada está ocurriendo, pero eso es parte del proceso: el reconocer la necesidad para erradicar el racismo estructural, reconocer la conexión entre el racismo y el sionismo, reconocer las luchas que están pasando en América Latina. No me gusta ser miope, pero yo estoy convencida de que incluso en Estados Unidos la mayoría de las personas no apoyan a Trump, así haya sido elegido. Fue elegido porque la gente no vio una alternativa en el Partido Demócrata.

P. ¿Usted concuerda con el análisis que dice que los demócratas perdieron las presidenciales por no tener un enfoque de clase social?

R. Absolutamente. El partido demócrata perdió una elección que era para ellos, precisamente porque no tocaron el tema de la explotación laboral, las políticas de clase. Ellos no dijeron ni una sola vez el término ‘clase trabajadora’, siempre decían ‘la clase media’. Los sindicatos, bueno, no hay muchos sindicatos progresistas en Estados Unidos, y los demócratas buscaron solo a los conservadores, no buscaron la energía radical para identificarse con la clase trabajadora. Para mí estas últimas elecciones de los demócratas fueron como un final. Ahora veo a nuevos partidos políticos hacer cosas interesantes, como los demócratas socialistas: mira lo que está pasando en Nueva York con Zohran Mamdani, para mí eso es señal de lo que viene, de la siguiente página, esa para mí es la verdad de Estados Unido. No quiero ser miope al daño que Donald Trump hace, pero él no representa el futuro, él no es el futuro.

P. Usted es un ícono del activismo y este es un momento en la historia que se siente muy oscuro y muchos se sienten impotentes, por lo que pasa en Gaza, con Trump, o con otros temas como el cambio climático. ¿La gente la busca para saber a qué hacer? ¿Dónde encontrar esperanza?

R. La esperanza no se busca, se crea, se genera. Debemos reconocer que la esperanza está en el corazón de nuestras luchas por la libertad, y es nuestra responsabilidad crear esa esperanza. Eso se hace, por ejemplo, enfocándose en el legado de personas como [la activista brasileña asesinada] Marielle Franco, o en la misma Francia Márquez. Me gusta citar a la activista Mariame Kaba en este tema: “La esperanza es una disciplina”. Sin esperanza no podemos continuar, así que es nuestra responsabilidad crear esperanza. Lo hacemos con nuestros análisis, pero también con arte, músicas, estéticas que nos permitan imaginar nuevos mundos. Y aprendemos a vivir esos mundos imaginados al tiempo que luchamos en este que estamos.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.
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