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Francia Márquez
Tribuna
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Negra-misoginia y sexismo tradicional contra Francia Márquez

La avalancha de críticas y odio hacia la vicepresidenta colombiana tras las revelaciones del plan de Álvaro Leyva está atravesada por el racismo y la misoginia

Francia Márquez en la COP16, en Cali, el 21 de octubre de 2024.

No es menor la respuesta mediática crítica y de odio que ha recibido la vicepresidenta de Colombia Francia Márquez ante los audios filtrados en los que Álvaro Leyva, excanciller de la República de Colombia, revela su deseo de derrocar al presidente Gustavo Petro. Si bien los audios revelan más sobre Leyva y sus intenciones que sobre cualquier persona que él menciona, la interpretación de quienes escuchan está atravesada por el racismo y la misoginia que domina la mentalidad colombiana. Tras el primer shock mediático y el rechazo generalizado a Leyva, si hay algo en lo que han coincidido comentadores y políticos de la derecha y de la izquierda es en sus críticas virulentas a la vicepresidenta.

Para contextualizar algunas imágenes que circulan en redes, y comentarios que constituyen un discurso de odio y discriminación tal como está definida en el país, quisiera usar un concepto que nos permite pensar la avalancha de críticas a la vicepresidenta más allá la política partidista y la actual organización de fuerzas, situándonos en el marco de una sociedad cuya mente aún funciona desde las narrativas impuestas por la colonización.

‘Misogynoir’

Misogynoir es un termino acuñado por la académica estadounidense Moya Bailey para dar cuenta de un tipo específico de discriminación evidente en la representación de las mujeres afro en la cultura popular y en los medios de comunicación. Misogynoir, un neologismo en inglés, une la palabra misogyny (misoginia) con la expresión en francés para negro noir. En español sería algo como “negra misoginia”.

La especificidad del término es importante ya que no todo el racismo y la misoginia se manifiestan de la misma manera hacia los diferentes grupos que los reciben. Los lugares comunes del racismo hacia los indígenas no son los mismos que los del racismo hacia las personas afro, si bien ambos están articulados por las narrativas coloniales de superioridad blanca-europea. Así, el concepto de misogynoir busca dar cuenta del veneno específicamente dirigido hacia las mujeres negras mediante representaciones negativas en los medios. Ese veneno consiste en representaciones de mujeres afro como animales, fuertes e insaciables, representaciones que han pululado tras las revelaciones del plan de Álvaro Leyva.

El ejemplo más obvio es el post de X de Daniel Mendoza en el que, sin atisbo de vergüenza y sin ninguna prueba de su culpabilidad, llama a la vicepresidenta “hiena desleal”. Otro ejemplo claro es la caricatura de Matador titulada “¿Se prestó Francia Márquez?” en la que, si bien se plantea la duda como ejercicio retórico, se asume su culpa mediante la representación visual. En la caricatura se ve a Leyva como un ave de rapiña, atacando al presidente Petro, quien tropieza con el cuerpo estratégicamente ubicado de la vicepresidenta. En una interacción infame de misogynoir, la vicepresidenta no hace zancadilla con un pie, sino que es su cuerpo, de rodillas y representado con curvas exageradas, lo que hace caer a Petro. Quienes inspeccionen la imagen en detalle notarán adicionalmente que no es todo su cuerpo sino una parte específica lo que tumba al presidente.

Otro usuario de X, un autodenominado uribista y cabalista, nos ofrece otra imagen que ilustra el concepto. En un post en la red social el usuario acompaña una serie de expletivos de una imagen creada mediante inteligencia artificial. La imagen representa a la vicepresidenta como bebé, con su ceño fruncido en frustración infantil y vestida de lo que parece ser el clásico traje de tweed de Chanel, color lila e incrustado de diamantes. En un fondo color rosado, la vicepresidenta está sentada junto a fajos de dólares y helicópteros rosados de juguete. Esta imagen conjura el misogynoir: la infantilización de Márquez busca minimizar su digna y justa rabia, expresada en el consejo de ministros, ante la ola de nombramientos de hombres violentados en altos cargos del Gobierno. Los helicópteros remiten al escrutinio exagerado de los medios de comunicación ante los viajes de la vicepresidenta, quien indicó, con razón, que el uso de helicópteros era una necesidad y algo normal en el marco de sus funciones como vicepresidenta de la República.

Si bien el aluvión de imágenes críticas ilustra el misogynoir, también encontramos en las críticas los lugares comunes del sexismo cotidiano. La representación de la vicepresidenta como una bebé no es coincidencia, sino una expresión de la infantilización de las mujeres como un ejercicio para restarles credibilidad profesional e importancia social.

Infantilización

En los audios, Leyva nombra a la vicepresidenta como la que asumiría la Presidencia tras la caída de Petro, y hasta se atreve a decir: “Nunca la puse a que dijera esa vaina esa noche”, en referencia a las críticas de Márquez en pleno consejo de ministros por la centralidad de Armando Benedetti y Laura Sarabia en el gobierno del cambio. Presume en su afirmación que Leyva tiene control sobre el actuar político de la vicepresidenta.

La narrativa de Leyva es consistente con la construcción histórica del lugar de las mujeres negras: al servicio de hombres blancos, especialmente los de élite. Sin embargo, es inconsistente con la realidad de poder del momento en cuestión. Para la fecha del consejo de ministros, Leyva llevaba varios meses fuera del gabinete, tras ser destituido e inhabilitado por 10 años por la Procuraduría. Para un hombre de más de 80 años ese fallo representa nada menos que su muerte política. Francia Márquez, por su lado, seguía siendo la vicepresidenta y aún no había salido del Ministerio de la Igualdad. La idea que expresa Leyva en los audios, respecto a que la vicepresidenta de la República era la ficha de un político destituido y de que “estaba jugada”, suena como una fantasía política de quien ha perdido relevancia en el escenario nacional. Ante este simple cálculo de poder y ante la realidad de que no hay ninguna prueba de su participación en el plan de Leyva, una gran parte del público ha decidido creerle al conspirador y asumir una subordinación casi infantil de la vicepresidenta. Siguiendo la triste tradición del misogynoir, han tildado a Francia de traidora y desleal, y quienes no la acusan de estar siendo usada por Petro, piensan que está siendo usada por Leyva, imaginando que, como una niña en la política, la vicepresidenta no tiene una visión propia o agencia política.

La carta

La vicepresidenta publicó una carta que está a la altura de su cargo y lo que ella representa para la institucionalidad colombiana, pero que no está al nivel del debate político actual. Esto, porque el debate desde la institucionalidad ha caído muy bajo. En atención a la crítica que se le hace de que sus declaraciones son insuficientes y reflejan falta de lealtad y compromiso político, debemos hacer un ejercicio hipotético y preguntarnos: si la vicepresidenta hubiese publicado una carta más en línea con el tono del debate político actual, tal vez más dura, tajante y directa en respuesta a las acusaciones, ¿quedaría libre de sospecha o racismo? Siguiendo la línea de este artículo, considero que no. Una carta de este estilo se habría tildado de “agresiva”, apelando nuevamente a imaginarios animalistas, o de “oportunista y desleal”, interpretando la carta como una forma de capitalizar el río revuelto, asumiendo el deseo insaciable de poder de la vicepresidenta.

El punto es que el sexismo, la misoginia y el racismo ofrecen un sinfín de lugares comunes desde los cuales se hace oposición, ya sea desde la izquierda o desde la derecha. Quienes deciden usarlos, si bien pueden generar ganancias políticas inmediatas, demuestran precisamente la necesidad histórica de una figura como Francia Márquez en la política nacional. Ojalá aparezcan muchas Francias más.

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