Ir al contenido
_
_
_
_

La investigación de los audios secretos de Leyva busca aclarar el alcance del complot

La fiscalía abre una diligencia basándose en un expediente previo, las palabras de Francia Márquez y la exclusiva de EL PAÍS

Dos mujeres denuncian por acoso sexual al jefe de seguridad de Francia Márquez
Juan Diego Quesada

Colombia vive desde el domingo en estado de excitación tras hacerse públicos unos audios en los que se escucha a Álvaro Leyva planear la caída de Gustavo Petro. La clase política en bloque salió a repudiar el proceder del excanciller, un dirigente conservador de 82 años que lleva moviéndose en los pasillos del poder medio siglo. La duda, ahora, radica en qué tan lejos llegó en su complot para derribar al presidente, en el que quiso involucrar al secretario de Estado, Marco Rubio, y a actores armados como el ELN y el Clan del golfo. Podría tratarse de la aventura solitaria de un confabulador o un hombre con una hoja de ruta clara que decía tener la capacidad de sacar a Petro de la Casa de Nariño “en 20 días”.

La revelación, dada a conocer por EL PAÍS hace tres días, ha creado una fractura enorme en el Gobierno, entre el presidente y su vicepresidenta, Francia Márquez. Petro le pidió al escucharlos que declarase ante la justicia cuál era su papel, ya que Leyva dio a entender a sus interlocutores en los audios y a los asesores republicanos con los que se reunió que Márquez estaba lista para suceder a un Petro que en cuestión de horas ya estaría malogrado. Márquez ha hecho públicos dos comunicados en los que se desmarca de forma inequívoca de cualquier complot y, por si queda alguna duda, pidió a la fiscal general de la Nación que le tomase declaración.

Márquez solo ha hablado a través de esos comunicados y mantiene un perfil muy bajo, no ha querido hablar con los medios. En su entorno temen que esto pueda volverse en un asunto que le pusiera en peligro a ella y a su familia. El ala más radical del petrismo se ha echado encima de ella y le piden explicaciones que siempre les resultan insuficientes. Leyva ha aclarado que Vicky Dávila, candidata presidencial, y Miguel Uribe, en coma por un atentado en su contra, no estaban enterados de sus intenciones, pero no ha mencionado a Márquez. Esto ha dejado un enigma que el excanciller, por ahora, no ha querido solventar.

No existe ningún indicio de que Francia Márquez, fundamental en la victoria de Petro en las elecciones de 2022, estuviera “jugada” como se le oye decir a Leyva en los audios. Es más, asegura que detrás de sus críticas a Petro se encuentra él, como una especie de mentor. Leyva es conocido en los círculos de poder como un señor con tendencia a la exageración y la intriga.

Esa sensación tenía Petro, que no era tan seria la cosa, hasta que este periódico publicó la investigación. Antes el presidente los había escuchado, le había pedido explicaciones a Márquez y los dos no habían llegado a un entendimiento, aunque ella negó unas acusaciones que consideraba injustas. El asunto habría quedado entre las paredes de Casa de Nariño si el asunto no se hubiera vuelto público. Distanciados, la guerra ahora es absoluta. Ella cree que él la usó para ser presidente y después la abandonó, como se le ha criticado a Petro en otros casos.

Márquez no quiere ninguna mancha sobre su nombre y fue la primera en dar el paso para declarar el lunes. La fiscalía le tomó en la palabra y en horas anunció la apertura de una investigación de un juez, en colaboración con la policía judicial, que se encargará de dirimir hasta dónde llegó el complot y cuál fue su alcance. La apertura de expediente se sustenta en tres patas: una indagación previa sobre el tema, el pedido de la vicepresidenta y la investigación de EL PAÍS. Según fuentes cercanas a ella, se encuentra contenta de que pueda aclararse todo y pueda refutar los ataques que recibe desde el despacho del presidente.

La discusión ha virado completamente hacia el caso. Hay un shock en la clase política y en la calle porque Colombia, históricamente, no ha vivido los vaivenes institucionales de los países de la región. Leyva quiso -y así lo demuestran viajes y documentos- tener el beneplácito de la Casa Blanca en este “acuerdo nacional” que él perseguía, un frente amplio que, en defensa de lo que cree Leyva que es la democracia, sacase a un presidente que consideraba un peligro.

La confusión está servida. Leyva fue el primer canciller de Petro y se inmiscuyó en los asuntos más importantes del Gobierno, pese a que algunos políticos de la izquierda lo recibieron de mala gana. Tuvo palabra en las negociociones con el ELN y un papel importante en el restablecimiento de relaciones con Venezuela, por su amistad con algunos nombres importantes del chavismo. Más: al verse inhabilitado por un proceso administrativo, desde fuera, quiso impulsar el famoso acuerdo nacional y, más tarde, la Asamblea Constituyente que soñaba Petro.

Eso le valió críticas y desaires de gente que consideraba que se unía a una aventura estrafalaria que erosionaba la democracia colombiana. Él la defendió tirando de historia y subterfugios jurídicos y parecía el gran defensor de Petro. Parece que el presidente se cansó de sus intrigas y no le gustó que fuese contando secretos ni atacando a sus dos manos derechas, Armando Benedetti y Laura Sarabia. Dejó de cogerle el teléfono, de contestarle a los mensajes. Aquello, según los que fueron testigos de esta transformación, fue larvando lo que Leyva vislumbraba como golpe final, la jugada que grabaría en piedra su nombre como el político que salvó Colombia de las manos de un dictador delirante. El complot se cayó, todavía no se sabe muy bien en qué fase de su desarrollo. Ahora, la Fiscalía quiere saberlo todo. Un país espera conocer los secretos de este juego de espías.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_