Las reformas de Petro avanzan mientras se estanca su consulta
El presidente de Colombia mantiene la presión sobre un Congreso presto a definir las reformas laboral y pensional, mientras lleva al corazón de su Gobierno a un político que ha pedido el cierre del Legislativo y una nueva Constitución


Gustavo Petro parecía celebrar al terminar este martes. “La reforma pensional se ha salvado (...) La Cámara ha sacado la cara por las reformas sociales del gobierno y del pueblo, y el Senado, con leve mayoría, comienza a reaccionar a favor”, dijo en X, el principal vehículo de comunicación del primer presidente de izquierda de la Colombia contemporánea. Con apenas horas de diferencia sumó dos grandes victorias. La Corte Constitucional salvó su reforma pensional, al devolverla a la Cámara de Representantes para que subsane un error de trámite, y el Senado de la República aprobó su reforma laboral. Menos de 24 horas más tarde, sin embargo, el Consejo de Estado congeló la aplicación del polémico decreto con el que el Ejecutivo convocaba a una consulta popular, el mecanismo al que el presidente ha señalado como el instrumento clave para sacar adelante la ley que busca mejorar los derechos de los trabajadores. Ante ello, Petro sencillamente refrendó su apuesta: o el Congreso saca adelante la reforma laboral con sus exigencias, o “el pueblo” castigará a los legisladores, con o sin consulta. “La mesa directiva de senado, puede usar la suspensión, para detener la conciliación y acabar con los derechos recién adquiridos por millones de trabajadores de Colombia, o puede cumplir su palabra”, dijo, de nuevo, en la antigua Twitter.
Que el presidente no da su brazo a torcer es algo que quedaba claro desde antes de la decisión judicial. El mismo martes en la noche lo demostró en un nuevo Consejo de ministros difundido en televisión y redes sociales. Allí, además de regañar a sus ministros (“Yo no resisto un gabinete así, traicionando al presidente todo el tiempo”), reiteró sus señalamientos de “sedición” contra el registrador nacional, Hernán Penagos, quien el mismo martes había anunciado que esperaría decisiones judiciales antes de aplicar el decreto de convocatoria, señalado por muchos juristas de inconstitucional.
Pocas horas después, a las seis de la mañana de este miércoles, la Presidencia de la República publicó en su sitio web la hoja de vida de Alfredo Saade, un político camaleónico que recientemente ha insistido en que es deseable cerrar el Congreso para facilitar la vida del Ejecutivo. El también líder cristiano será el nuevo jefe de Gabinete de Petro, un cargo que no existe oficialmente y cuyo poder depende de las funciones que le delegue el mandatario, pero que está en el corazón del palacio presidencial. Saade, criticado por parte de la izquierda por sus posturas contrarias al aborto o a los derechos de la población LGBTI, ha defendido también la idea de reelegir a Petro, pese a que la Constitución prohíbe la reelección, y convocar a una asamblea constituyente, una propuesta que también defiende el nuevo ministro de Justicia, Eduardo Montealegre. Por ello, la elección de Saade ha sido vista como un desafío a unas ya tensas relaciones y otra prueba de que el presidente no cambia su rumbo.
Con todo eso, la presión de Petro se mantiene, por lo menos el resto de la semana, cuando se debe definir la conciliación. Su ministro del Interior, Armando Benedetti, ha servido de portavoz de ello. Si el martes celebraba el logro legislativo de la reforma laboral, el miércoles matizaba para reforzar esa exigencia. “El logro, el triunfo o la celebración depende de la conciliación”, dijo al diario El Tiempo. El trámite parece sencillo porque hay pocas diferencias sustanciales entre los dos textos y porque ya uno de los dos delegados de la Cámara para negociar, la oficialista María Fernanda Carrascal, ha anunciado que se plegarán al texto del Senado, que Benedetti ha loado como más progresista que el de la Cámara. De ser así, este jueves se podría anunciar el texto y las dos plenarias lo votarían el viernes, la fecha límite para ello. Luego vendrán las sesiones extraordinarias del Congreso, que el ministro de la política ya ha anunciado y que buscarán culminar el trámite de la reforma pensional en pocos días, para regresarla a la Corte Constitucional.
El presidente está, pues, muy cerca de lograr que dos de los tres proyectos de ley que ha convertido en su gran bandera, y que ha llamado reformas sociales, sean leyes. Dejaría así un legado legislativo más sólido y que refleja su impronta en la seguridad social del país, aunque en el caso laboral los cambios sean relativamente menores. También queda el vacío de que priorizó la restante, la reforma a la salud, pese a que ha fracasado con ella a lo largo de dos años y es difícil que salga adelante en el último año de los actuales congresistas, que cada cuatro años dedican los últimos meses en su curul a buscar su reelección. Además, ve desaparecer el sustento para convocar a una consulta popular, un poderoso llamado que prometía servir para movilizar a su electorado y que servía de pegamento a su reiterado argumento de que existe un “bloqueo institucional” que no lo ha dejado gobernar.
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