Los ministros de Petro
El periodista Alberto Casas Santamaría hace un recuento descriptivo de los jefes de las carteras de Interior y de Relaciones Exteriores que han pasado en los casi tres años de Administración
De Gobierno o Interior. Alfonso Prada arrancó con todos los honores y se le fue acabando la pista de aterrizaje. Mostró su valentía para liberar unos militares secuestrados en el sector de Los Pozos, en San Vicente del Caguán. Se inventó una teoría para tapar el delito del secuestro que se llamó “movilización social”. Dijo que esa movilización creó un cerco a la empresa petrolera Emerald Energy, en abierta contradicción con el director de la Policía, quien sostenía que no había visto un cerco social sino un secuestro. El hecho fue que el ministro se canjeó por los secuestrados, y la disputa de si se trataba de un secuestro o un cerco social, quedaba en manos de la Fiscalía. Total, nunca se supo y se le echó tierra al asunto. Vino en el rompimiento de la primera coalición y la renuncia de ministros, cayó Prada, pero para arriba, porque salió para París de embajador.
Luis Fernando Velasco. Gran experiencia parlamentaria y muy buena voz. Quebrantada la relación entre el Gobierno y los partidos políticos, Velasco sostuvo que lo importante eran los parlamentarios y no sus directores. Se instauró como instrumento de respaldo político la contratación pública para cuadrar mayorías en el Congreso. Como todo se sabe, apareció el escándalo de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo y se armó la debacle. El sistema fracasó y el ministro salió volando.
Juan Fernando Cristo. Fue una sorpresa para todo el mundo incluido él mismo. Pasó sin romperse ni mancharse. Sacó adelante la reforma constitucional al sistema general de participaciones, que busca redefinir y aumentar la distribución de recursos y competencias entre los territorios y la Nación, pasando de un 20% a un 39,5% con una condición suspensiva mediante la cual la nueva fórmula de participación no se aplicará hasta que existe la ley orgánica que, a propuesta del Gobierno, fijará las competencias de la Nación, los departamentos, Distritos, Municipios y entidades territoriales indígenas. Un proceso al revés. Primero se debió acordar la condición suspensiva muy difícil de perfeccionar y luego modificar los montos generales de distribución. Duró muy poquito y dio pie para respaldar la teoría falsa del santo-petrismo. Cuando nombraron a los ministros de Hacienda, Educación y Agricultura de la primera etapa del Gobierno, los doctores José Antonio Ocampo, Alejandro Gaviria y Cecilia López, ¿nadie habló del liberal-petrismo?
Armando Benedetti. Es el señor de las galletas en este Gobierno. A pesar de las dificultades judiciales y personales, es el poder detrás del trono, no obstante haber roto a la Administración de Petro por dentro. Todas las pilatunas de este Gobierno son producto de su inteligencia. La película de la consulta popular pasándose por la faja normas muy claras de la Constitución lleva el sello Benedetti.
De Relaciones Exteriores. Álvaro Leyva Durán. Abogado estudioso del Derecho Internacional con mucha experiencia política y un compromiso valiente con la paz. Se enredó en el proceso de elaboración de los pasaportes y se enfrentó con la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, lo que le causó la suspensión provisional de su cargo como canciller. Posteriormente, le fue aceptada su renuncia. Hoy es un gran contradictor del presidente, a quien le ha pedido que se retire de la jefatura del Estado.
Luis Gilberto Murillo. Ingeniero, fue gobernador, ministro y embajador. Su paso fugaz por la Cancillería le resultó costoso porque no logró dejar huella de su paso por cargo tan sofisticado. Le coquetea de frente a una candidatura presidencial que no parece tener buen pronóstico.
Laura Sarabia. Puede ser la titular más joven en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Politóloga y asesora política, ha tenido mucho éxito en su paso por el sector público. Arrancó de segunda de Benedetti y terminó por encima de su patrocinador. Concentró mucho poder en el Palacio de Nariño. Su enfrentamiento con Benedetti fue tan severo que, para rehabilitarlo dándole categoría de ministro del Interior, hubo que entregarle a ella la Cancillería.
Quedo debiendo el resto del gabinete porque se me acabó el espacio.
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