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Estados Unidos se opone a los proyectos de China en Colombia tras su adhesión a la Ruta de la Seda

El Departamento de Estado rechazará las inversiones de instituciones financieras como el BID para “empresas controladas por el Gobierno chino” en la región

El presidente colombiano, Gustavo Petro, y su homólogo chino, Xi Jinping, en Pekín, el 14 de mayo de 2025.
Diego Stacey

Estados Unidos ha anunciado las primeras represalias contra Colombia por su adhesión a la Nueva Ruta de la Seda, el megaprograma de inversiones e infraestructuras de China, con el que el país asiático busca expandir su influencia global. La Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental ha manifestado este jueves en X que EE UU “se opondrá enérgicamente a proyectos recientes y próximos desembolsos” por parte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y otras instituciones financieras “para empresas estatales y controladas por el Gobierno chino” en el país sudamericano. Según esta oficina, parte del Departamento de Estado, estos proyectos “ponen en peligro la seguridad de la región”.

Aunque el mensaje no lo menciona explícitamente, el Metro de Bogotá, el proyecto de mayor inversión en el país sudamericano, es el primero que está en la mira. El BID aprobó a finales de 2023 una línea de crédito de 415 millones de dólares, dinero para financiar la construcción de túneles, estaciones y la adecuación de los espacios públicos urbanos para la Línea 2, que aún está en proceso de licitación internacional, con un consorcio chino que sigue en la carrera.

La Línea 1 del Metro, prevista a inaugurarse en 2028, ya está en proceso de construcción por parte de un consorcio integrado por dos empresas de origen chino: China Harbour Engineering Company Limited y Xi’An Metro Company Limited. Esta ruta también recibió apoyo del BID y del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), un brazo del Banco Mundial. La Alcaldía de Bogotá ha indicado en un comunicado que hay tranquilidad con el soporte financiero “que el proyecto necesita para seguir” en ejecución y cumplir los tiempos establecidos.

La medida no afectará solo a Colombia, sino también a “otros países de la región donde la Iniciativa de la Franja y la Ruta tenga proyectos”, dice el mensaje, entre los que hoy están Chile, Argentina, Uruguay, Ecuador, Perú y Brasil. “Los dólares de los contribuyentes norteamericanos NO DEBEN utilizarse de ninguna manera por organizaciones internacionales para subsidiar empresas chinas en nuestro hemisferio”, ha agregado la Oficina.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, viajó esta semana a Pekín para la reunión de Ministros de Exteriores de China y la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (Celac). Allí, Petro se entrevistó con su homólogo chino, Xi Jinping, para concretar la adhesión a la iniciativa asiática. El colombiano manifestó el miércoles que con ello busca “acabar el déficit comercial con China”, que asciende a 14.000 millones de dólares anuales. “Busco una Colombia central en el mundo, como su posición geográfica merece y su pueblo”, afirmó en X.

En la cita de Pekín, Xi prometió una nueva línea de crédito por más de 9.000 millones de dólares para la región y se comprometió a estrechar los lazos con América Latina “ante las turbulencias geopolíticas” y “la contracorriente recrudecida del unilateralismo y el proteccionismo” promulgadas por el estadounidense Donald Trump.

En cualquier caso, el plan de cooperación que firmaron ambos países no es un tratado, ni tampoco un “documento con obligaciones legales”, según confirmó la Cancillería colombiana. Aunque lo acordado aún no es vinculante, el pacto contempla desarrollo en proyectos en ámbitos como la transición energética, la agroindustria, la movilidad y la inteligencia artificial. “Este es un paso histórico que puede definir el rumbo de Colombia en el siglo XXI”, señaló el Ministerio de Exteriores.

Un deterioro de las relaciones con Washington

El enviado especial para América Latina de Trump, el cubanoamericano Mauricio Claver-Carone, ya había expresado la inconformidad de EE UU con cualquier pacto al que llegase Colombia con China. El diplomático manifestó la semana pasada que “el acercamiento del presidente Petro con China es una gran oportunidad para las rosas de Ecuador y el café de Centroamérica”, en alusión a que los principales productos que exporta Colombia a su socio del norte se verán en peligro por la relación con el gigante asiático.

Colombia, tradicional aliado de Washington en la región, se encuentra en una encrucijada: si mantener los lazos con su vecino del norte a costa de grandes oportunidades comerciales con potencias como China; o estrechar su relación con el gigante asiático, aunque eso suponga un deterioro en la histórica alianza con la Casa Blanca.

Petro es consciente de esta coyuntura y, por eso, quiere seguir manteniendo las buenas formas con Washington: “Espero que Estados Unidos nos permita seguir siendo socios de tú a tú”, dijo desde Pekín tras su reunión con Xi. “No tengo ningún resentimiento ni resquemor con los Estados Unidos. Me he leído la Historia popular de Howard Zinn y sé algo de esa historia libertaria, democrática y republicana [...] como para que, en esos valores —y solo en esos valores— nos podamos entender”, agregó.

La breve crisis diplomática entre Colombia y EE UU en enero, a cuenta de las deportaciones, exhibió ya las primeras fisuras entre ambos países. El Gobierno es consciente de que la volatilidad de Trump puede herir profundamente el mercado de exportaciones colombiano y que por eso debe encontrar el respaldo de otra superpotencia. Es por eso que, aunque la Cancillería colombiana ha rebajado el alcance de su pacto con Pekín, es un paso muy simbólico en dirección contraria a los intereses de Washington.

La influencia de Estados Unidos en Colombia también está en declive. El poder blando que esgrimía Washington a través de sus inversiones en el país sudamericano ha desaparecido de golpe con el desmantelamiento de USAID, que ordenó Trump recién llegado al poder. La agencia estadounidense de cooperación internacional proporcionaba casi el 70% de toda la ayuda humanitaria que recibía Colombia, que era el país de la región al que más fondos accedía, por encima incluso de Haití. Por la suspensión, decenas de ONG y programas han tenido que cerrar. Es, para muchas empresas y entidades, una muestra más de la necesidad de reducir la dependencia de Estados Unidos.

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Sobre la firma

Diego Stacey
Periodista de la sección Internacional. Anteriormente trabajó en 'El Tiempo', en Colombia. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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