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Gobierno de Colombia
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El otro lado de la transmisión de los consejos de ministros

Con la emisión en directo de los consejos de ministros, el presidente les ha quitado a sus funcionarios uno de los pocos escenarios que tenían para plantearle sus objeciones sobre las políticas del Gobierno

Gustavo Petro durante la transmisión del consejo de ministros, en Bogotá, el 4 de febrero de 2025.

El pasado 4 de febrero, el presidente Gustavo Petro adoptó una medida que cambió el rumbo de uno de los espacios más importantes en la toma de decisiones administrativas y políticas en Colombia, al transmitir por primera vez en televisión un Consejo de Ministros. En ese momento fueron publicadas diversas interpretaciones jurídicas sobre si la Constitución permitía que un escenario de decisiones esenciales del Estado fuera de libre acceso, y este viernes el Consejo de Estado le prohibió a la Presidencia que los siguiera emitiendo en los canales privados, al darle la razón a una tutela presentada por una ciudadana que consideraba que violaban su derecho a la información.

No obstante, vale la pena analizar cómo estos consejos, transmitidos semanalmente —con algunas interrupciones—, transformaron la política en los últimos meses. Pese a las críticas, el Gobierno los transmitió con el argumento de que esta acción abría las puertas de su mandato a la ciudadanía. Estos largos encuentros fueron espacios de controversias entre funcionarios y mostraron ante la Nación una imagen de descoordinación entre oficinas del Gobierno nacional. Los defensores de la Administración han sostenido, a su vez, que mostrar estas fracturas es también un gesto de honestidad y transparencia con los colombianos.

Bajo distintas figuras, los consejos de ministros han constituido espacios esenciales para los gobiernos desde la creación de las primeras repúblicas modernas. En ellos se cumple la fundamental tarea de definir las estrategias conjuntas de las políticas de Estado y de realizar seguimientos periódicos a su implementación, desde cada una de las entidades encargadas. Como resultado de siglos de tecnificación y profesionalización de los Gobiernos, los consejos también han tomado forma de uno de los escenarios de mayor confidencialidad y diálogo, lo que ha permitido que los ministros puedan expresar sugerencias, críticas y objeciones a ideas del Gobierno en un ambiente de confianza y libertad.

Esta característica de los consejos de ministros ha sido una de las principales pérdidas del ejercicio del Gobierno en Colombia desde que inició la transmisión pública de estos encuentros semanales. Ante la difícil tarea de implementar en sus frentes la visión de un gobernante, los consejos han representado para los ministros uno de los espacios más importantes para sostener diálogos francos sobre sus proyectos, sus preocupaciones y su retroalimentación sobre distintas iniciativas. Los encargados de cada una de las carteras podían, de manera privada y confidencial, como asunto de Estado, pedirle al presidente que reconsiderara decisiones y ofrecerle consejos valiosos.

Al ser convertidos en escenarios políticos para la transmisión en directo, los consejos de ministros sufren una indudable pérdida en el carácter técnico y confidencial que sostuvieron durante décadas. Basta con ver las distintas emisiones de los encuentros para entender su preocupante paso de espacios de toma de decisiones de Estado, para convertirse en extensos monólogos del presidente sobre los más diversos temas. A su vez, los funcionarios que en las primeras versiones públicas de los consejos de ministros plantearon sus críticas sobre algunas de las decisiones enfrentaron graves consecuencias, como fue el caso de la salida de Francia Márquez del Ministerio de la Igualdad.

El país conoce bien la poca disposición del presidente Gustavo Petro a recibir críticas, sea en público o en privado, y la principal prueba de ello es la poca duración que tuvieron en el gabinete los funcionarios que representaban miradas más diversas y que llegaron a plantearle al presidente reparos frente a reformas como la de la salud. Con la transmisión en directo de los consejos de ministros, el presidente les ha quitado a sus funcionarios uno de los pocos escenarios que tenían para plantearle de manera confidencial y respetuosa sus objeciones sobre algunas de las políticas del Gobierno. Este rasgo de poca apertura a la crítica interna ha alcanzado otro nivel con el nuevo formato de los consejos durante la Administración de Petro y será analizado durante décadas como uno de los componentes definitivos del proceso político que vive el país.

Hoy los consejos de ministros son, sin duda, un lugar de menor autocrítica que hace pocos meses. Pero, sobre todo, ante la búsqueda de aplausos y la reducción de condiciones propias de diálogo entre los funcionarios y el presidente, enfrenta serios riesgos la toma de decisiones responsables sobre temas esenciales para la nación. Que los consejos de ministros se conviertan en espacios de arengas y monólogos para la difusión en redes sociales, recuerda que siempre se pueden perder figuras valiosas del Estado, construidas durante siglos enteros. Hoy vemos un asunto de Estado tan simbólico de las democracias reducido a los criterios y las agendas de la poco confiable política de los aplausos.

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