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Salud
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cuando el ginecólogo (también) te hace ‘gaslighting’: “Relájese y tome una copita de vino”

Un estudio en Estados Unidos muestra la manipulación psicológica que sufren cientos de pacientes con vulvodinia cuando van a consulta

 Mujeres, personas trans y no binarias padecen constantemente de 'gaslighting' en consultas ginecológicas.
Almudena Barragán

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Estamos acostumbradas a hablar de gaslighting para referirnos a un tipo de maltrato emocional en el que una persona manipula a otra hasta el punto en que acabas dudando de tu propia percepción o incluso de tu propia cordura. Normalmente, el gaslighting o la luz de gas, como también se le conoce, sucede en el ámbito de las relaciones personales. Pero, ¿qué pasa cuando el maltrato viene de un profesional de la salud? Los médicos y las médicas no están exentos de este maltrato.

Esto fue lo que les pasó a la mayoría de pacientes con dolor vulvovaginal que fueron encuestadas hace poco en un estudio publicado en la revista JAMA Network Open en Estados Unidos. A la mayoría de ellas se les hizo pensar que su dolor era inventado o que no era para tanto, aún y cuando muchas de ellas llevan sufriendo las consecuencias de la vulvodinia durante años. Un dolor crónico en la vulva caracterizado por quemazón, escozor o irritación junto con otras características del dolor neuropático. “Durante más de dos años me hicieron sentir que mi dolor era inventado, me hicieron sentir que estaba loca”, asegura Pame Clynes, desde México. Como las pruebas no arrojaban ningún resultado, la enfermedad de Clynes no existía para los médicos.

Tengo que reconocer que hasta que no hablé con mujeres afectadas por este padecimiento, desconocía que existía esta enfermedad. Así que agradezco enormemente a Pame Clynes y a Jessica López la confianza que tuvieron para hablar de algo que se sigue considerando un tabú en muchas partes del mundo, aunque lo padezcan miles de personas, la mayoría de ellas, mujeres. Pese a ello, la vulvodinia no es algo que se aborde ni en las facultades de medicina ni en muchas consultas. Hace poco, publicamos esta historia en la sección de Salud de EL PAÍS y pudimos comprobar que aquel estudio hecho en Estados Unidos, también le sucede a muchas pacientes en México, España, Argentina o Colombia.

La mayoría de quienes tienen este padecimiento lo describen como “un dolor tan fuerte” que impide hacer cualquier actividad con normalidad. Tener relaciones sexuales, trabajar sentada varias horas o llevar ropa muy ajustada pueden convertirse en un auténtico infierno. Sin embargo, muchas de ellas no son escuchadas en consulta o se minimiza su dolor. El documento también habla del maltrato que viven las personas trans y no binarias con este malestar y añade que este tipo de manipulación es más común de lo que se piensa cuando se trata de endometriosis, cistitis intersticial y otras afecciones pélvicas que pueden llegar a producir dolor crónico durante años. “Yo creo que como hasta hace poco muchas mujeres no hablaban, la medicina consideraba que no es un problema grave y por eso no se estudia en las universidades”, señala Jessica López.

El estudio advierte de que estas conductas de manipulación psicológica por parte del personal médico pueden provocar “graves problemas de salud y desincentivar la búsqueda de ayuda por miedo a escuchar que el dolor no existe o que está relacionado con un problema psicológico”. Al 40% de las mujeres consultadas en la encuesta se les dijo que “debían de relajarse un poco más”, a cerca del 20% se les recomendó beberse “una copita de vino” y el 39% declaró que las “hicieron sentir locas”. Las mujeres a las que les recomendaron beber alcohol refirieron que el dolor que sentían era angustiante. Otro 20% fue derivado a psiquiatría sin un tratamiento médico.

El 43% de las personas encuestadas respondió que recibió un tratamiento adecuado de sus médicos de confianza; sin embargo, la mayoría tardó una media de cinco años en dar con el especialista correcto. Más de un 52% de las personas encuestadas decidió interrumpir la atención clínica debido a sus experiencias negativas. La mayoría de las mujeres con las que hablé pasaron de no saber lo que les pasaba a convertirse en activistas y divulgadoras científicas. Pame Clynes tiene una cuenta en Instagram, Peace with Pain, en el que habla sobre vulvodinia; Jessica López fue durante cinco años presidenta de la Asociación Española del Dolor Pélvico Crónico (Adopec).

Y mientras tanto, ¿qué dicen los médicos y las médicas?

Me quedo con lo que me contó el doctor Francisco Carmona, director de la Unidad de endometriosis y del Programa de trasplante uterino del Hospital Clínic de Barcelona. “Si no las escuchan en consulta, les diría que cambien de médico. Nuestra obligación es escucharlas, explorarlas y, si no encontramos nada, hay que seguir investigando”, asegura. También me gustó mucho lo que comenta la doctora Mercedes Herrero, ginecóloga y sexóloga del departamento Gine4 del Hospital HM: “Necesitamos investigar más en aquellos padecimientos que, aunque no nos quiten la vida, nos quitan la alegría de vivirla”. La vulvodinia es uno de ellos.

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Sobre la firma

Almudena Barragán
Antes de llegar a la redacción de EL PAÍS en Madrid, trabajó nueve años para EL PAÍS en México, donde se especializó en cubrir violencia y feminicidios, temas sociales y migración. Es cofundadora de la newsletter ‘Americanas’, sobre las luchas y logros del feminismo en Latinoamérica. Ahora escribe reportajes sobre Salud y Tecnología.
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