Arropada por una multitud, la mujer de Abrego García pide su regreso frente a la Casa Blanca
Miles de personas se manifiestan el primero de mayo por todo Estados Unidos para protestar contra el Gobierno de Trump


A pesar de que en Estados Unidos el primero de mayo no es festivo, miles de personas celebraron el día internacional del trabajo por todo el país con protestas contra el Gobierno de Donald Trump.
En la capital, cientos de personas se congregaron frente a la Casa Blanca para denunciar las políticas de su Administración, especialmente las practicadas contra los migrantes en aras de conseguir la mayor deportación de la historia de Estados Unidos. Congresistas, líderes religiosos y sindicales y activistas de los derechos civiles desafiaron las altas temperaturas del mediodía en el Distrito de Columbia para mostrar su indignación contra la crueldad de la cruzada antiinmigración del republicano. La mayor ovación la recibió Jennifer Vásquez Sura, la mujer de Kilmar Abrego García, el salvadoreño deportado por error a una cárcel de El Salvador, que ya se ha convertido en un símbolo de las injusticias de la campaña de deportaciones.
Vásquez Sura subió al escenario y visiblemente emocionada se dirigió a los presentes para denunciar una vez más la injusta situación que vive su familia, después de que su marido fuera detenido el 12 de marzo y enviado a la cárcel en El Salvador a pesar de contar con una protección judicial que lo prohibía. “Han sido 50 días que no hemos hablado con mi esposo. 50 días de sufrimiento y dolor”, expresó. “Y cuando finalmente vimos la prueba de que Kilmar estaba vivo, mis hijos y yo tuvimos que aguantar ver a las Administraciones de Trump y Bukele reírse de nuestro dolor”.
Desde que el Gobierno de Trump admitió que la deportación de Abrego García se produjo por “error”, Vásquez Sura se ha convertido en su principal defensora, apareciendo en mítines y haciendo declaraciones a la prensa. Recientemente, sin embargo, reconoció tener miedo por ella y por sus hijos, después de que el Gobierno hiciera pública su dirección en las redes sociales, lo que le ha obligado a mudarse de su vivienda habitual a una casa segura.
Hasta la fecha, el Ejecutivo ha desafiado los fallos judiciales, incluso del Tribunal Supremo, que le han exigido que haga las gestiones para regresar a Abrego García a Estados Unidos y Trump incluso declaró en una entrevista reciente que podía hacerlo, pero que no lo hará.
“El dolor es indescriptible. Mis hijos tienen que vivir con la ausencia de su padre. El Tribunal Supremo ha dicho que traigan a Kilmar a casa. Entonces, ¿a que están esperando? Dejen de jugar juegos políticos con la vida de mi marido”, dijo, ante la multitud que sostenía pancartas a favor de su liberación.
Arropada con los gritos de los presentes, que coreaban lemas contra Trump, y los organizadores, que le daban muestras de cariño, le dedicó unas palabras a su marido. “Kilmar, si puedes oírme: te quiero. Sigue creyendo en Dios. Que sepas que los niños y yo estamos luchando para que regreses a casa”.
Antes de abandonar el estrado, Vásquez Sura proyectó la lucha por su marido a la de todos los migrantes que están sufriendo la persecución de la Administración. “Hoy estoy aquí no solo por Kilmar sino por todas las familias afectadas por la cruel separación de esta Administración”, señaló. “A todos los que me oigan, sigan luchando. No solo por Kilmar, sino por todas las familias que luchan para reunirse con sus seres queridos”, dijo para despedirse.
Entre el público, manifestantes de diferentes lugares del país mostraban su descontento con la Administración de Trump. Llegaron coreando consignas en inglés y en español. “El pueblo unido jamás será vencido” y “Trump, shame on you” (qué vergüenza).
Leigh Sneed, ciudadana de Virginia, portaba una pancarta pidiendo la salida del republicano. “Tiene que irse. Todo lo que ha hecho es ilegal. Ha desafiado la Constitución y al Tribunal Supremo. Es el hombre más cruel que he conocido en mis 77 años”, declaró.
A su lado pasaba alguien con una máscara que imitaba la cara de Trump y vestido como un bebé en pañales. Entre los asistentes, Brian Rose, un ciudadano de 39 años de Michigan, sostenía una pancarta que en la que se leía: “Más de 200 razones por las que Trump es un imbécil, corrupto, inmoral y tirano”. De ella colgaban tres tiras largas de papel en las que escritas se enumeran todas las ofensas que su portador achaca al presidente. La lista es tan larga como variada: el envío de inmigrantes a Guantánamo, la retirada de la ciudadanía por nacimiento, la salida de la Organización Mundial de la Salud y del Acuerdo de París sobre el cambio climático están incluidos entre los agravios cometidos por Trump, según Rose. “Y no está acabada ni de lejos. No puedo llevar la cuenta, por eso las he ido escribiendo”, explica.
“América fascista”
Separado de él unos pocos metros, Tony Guardad, salvadoreño de 50 años, presenta el despliegue de carteles que ha desplegado en el suelo, apoyados contra una valla. “El régimen fascista de Trump debe irse ahora”, se lee en varios. “No!, en nombre de la humanidad rechazamos aceptar una América fascista”, reza otro. En otro cartel, un montaje de una ilustración de Hitler, el dictador divide su cara con la de Trump. Guardad lleva más de 35 años en el país y afirma que ya le deben conocer, porque protesta contra las políticas antiinmigrantes siempre que se da la ocasión. Dice que él no teme pronunciarse, aunque opina que la situación es arriesgada para todos los extranjeros. “Es normal que la gente tenga miedo, porque no importa si tiene o no documentos, pueden ser deportados a un país como El Salvador, donde no respetan los derechos humanos”, reconoce.
Al Supremo contra los venezolanos
Hoy mismo, el Departamento de Justicia pidió al Tribunal Supremo que suspenda el fallo de un juez federal en San Francisco que mantuvo vigente el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) para los venezolanos, el cual estaba programado para expirar el mes pasado.
La apelación de emergencia ante el máximo tribunal se produce el mismo día en que un juez de Texas declaró ilegales las deportaciones de venezolanos aplicando la norma de 1798 que se usó para deportar a Abrego García.
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